¿Qué le pasó a Guarara? [Parte 7]

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¿Qué le pasó a Guarara?
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En el capítulo anterior, Guarara y su grupo descubrieron la cámara de multiclones y comenzaron la reactivación con la esperanza de poder utilizarlos en la rebelión que estaba cada vez más próxima...


Parte 7
Oasis
Después de la intensa lucha contra el guardián, volvieron a la casa de Pitu. Allí vendaron las heridas de Chelowski y pasaron al comedor, donde la atenta abuelita había preparado una gran cena en honor a su visita.

La mesa larga en el centro de la habitación iluminada por una fuerte luz amarilla y las ventanas que dejaban entrar una brisa fresca los envolvió en un ambiente acogedor. Luego de los momentos de tensión que habían pasado en los últimos días y sabiendo todo lo que aún deberían enfrentar en la batalla que se avecinaba, aquel momento durante la cena fue un oasis de alivio en medio de tanta hostilidad para el grupo. La casa funcionaba como albergue, por lo que aceptaron la invitación de Pitu de pasar la noche en la cómodas habitaciones que tenía disponible.


Al día siguiente se levantaron al amanecer, animados por las reconfortantes horas de sueño. Chelowski fue el primero en salir, su retorno a Ciudad del Este era de suma importancia. Guarara continuaría su viaje a la capital y el Sargento Galleta lamentó no poder acompañarlo pero debía quedarse a resguardar la Gran Cámara y asegurarse que la reactivación de lo clones no sea interrumpida.

Mientras se despedían, Pitu aconsejó a Guarara a pasar por el último campamento militar de resistencia en las afueras de la capital. Ese campamento estaba comandado por un personaje histórico del país, el controversial pero dedicado luchador y esposo de Pitu: Kiko Diez. Allí, además de brindar información más detallada sobre la situación tal vez podrían ayudar a Guarara con su objetivo.


Habiendo acordado seguir el consejo de la abuelita, Guarara reanudó su viaje en el único vehículo que quedaba en el lugar, llevando provisiones de comida para él y para la gente del campamento.


El Ratón
Un viaje que normalmente tomaría 2 horas, le llevó a Guarara más de 7 horas. Para evitar volver a encontrarse con la masa de gente oscura y cualquier otro enemigo, siguió caminos alternativos y se tomaba el tiempo para asegurarse antes de avanzar por los pasajes donde los densos bosques reducían la visibilidad de su trayectoria.

El campamento estaba bien oculto a la falda de unos cerros, pero con las indicaciones que Pitu le había dado, Guarara no tuvo problemas en encontrarlo cuando estuvo cerca de la zona.


Antes de entrar los guardias inspeccionaron a Guarara y al vehículo, cuando lo dejaron pasar fue directo a las oficinas de Kiko Diez. El comandante se mostró agradecido por las provisiones que llegaban en momento oportuno, la moral de los soldados allí estaba muy débil y sin dudas un buen festín de comida fresca Q7 en vez de los panes duros Q1 de todos los días levantaría un poco el espíritu del campamento.

Luego de despachar la carga, Kiko mandó a Guarara a pasar al bloque donde los soldados se juntaban a pasar el tiempo cuando no tenían misiones asignadas, allí podría buscar a alguien que lo ayude a llegar al edificio de la EMP.


Caracoles
Al ingresar al salón que le habían indicado, Guarara vio como una soldado daba una bofetada a uno de sus camaradas y se retiraba apresurada del local, seguido por la risotada burlona del resto de los soldados que acompañaban la mesa donde se encontraban todos.


Guarara se acercó y reconoció algunos rostros. Habían sido compañeros en las filas del Ejército Paraguayo, ellos recién ingresaban a la unidad cuando Guarara ya llevaba años de servicio y lo más probable es que no se acordaran de él.

Les preguntó qué había molestado a la soldado que se retiró y se presentó ante el grupo. Nadie respondió, quedó claro que la intención era demostrar a Guarara que él era un intruso en su campamento y no era bienvenido a la ronda de distensión en la mesa. Luego de un largo e incómodo silencio, uno de los soldados, llamado Estático, se levantó y le explicó que los piropos empalagosos de los soldados Mberu Clip y Fabio Cito, buscando atraer la atención de las chicas, como siempre terminaban espantádolas. Nuevemente volvió la risotada entre los demás miembros del grupo, burlándose del fracaso romántico de sus camaradas.


Guarara pidió disculpas por la intromisión y comenzó a explicarles su situación, necesitaba ayuda para llegar a la escuelita y buscar a su hija. Esta historia pareció ablandar un poco al grupo, que ahora le prestaba más atención.


El Embrión Perdido
Era cerca de la medianoche cuando llegaron sigilosamente al patio de la EMP. Luego de la exposición de Guarara, varios se ofrecieron a acompañarlo en su búsqueda, pero Estático los convenció que era mejor si iban solo ellos dos, él conocía bien la ciudad y los caminos para llegar al edificio sin que los detecten los enemigos, para lograr eso debían moverse rápido y un número mayor de gente sólo entorpecería su marcha.

El lugar estaba completamente oscuro y abandonado, una parte de la fachada estaba destruida, había un gran hueco en la pared que parecía a consecuencia de una explosión, aunque no vieron rastros de fuego.


Ingresaron al edificio por el hueco y comenzaron a explorar. Los muebles, cuadros y muchas pertenencias de los ocupantes se encontraban casi intactos. Daba la impresión que la gente había salido apresuradamente, sin tiempo de empacar sus cosas.

Al dirigirse al pasillo de los dormitorios, vieron una pequeña sombra que salió corriendo de una de las habitaciones y se perdía en la oscuridad al cruzar una puerta al final del corredor. Con cuidado fueron hasta esa puerta y vieron que conducía al sótano, bajaron y con la luz de su linterna vieron a una pequeña niña acurrucada en un rincón.


Neleh Constanza era parte de la nueva generación de ciudadanos favorecidos por el proyecto de la EMP, explicaba a Guarara y Estático luego de que estos la tranquilizaron y convencieron que ellos no iban a hacerle daño. Les contó cómo el edificio fue atacado poco antes de la invasión militar y para proteger a los pequeños soldados del 'monstruo', los encargados sacaron a todos apresuradamente y con tanto desorden para llevarlos a un lugar seguro, que no le dieron tiempo de llevar sus objetos personales.

Entre esos objetos se encontraba un regalo que su padre le había dado a Neleh antes de dejarla internada en la EMP, tanto aprecio le tenía a ese regalo que escapó de la casa donde fueron llevados y volvió a la escuelita a buscarlo. Luego llegó la invasión a la ciudad y ella permaneció escondida en el edificio abandonado.


Cuando Guarara mencionó a su hija, Neleh dijo que conocía a Guaraní y les aseguró que se encontraba sana y salva en la casa donde fueron llevados, en Luque. Ellos se ofrecieron a protegerla y llevarla si les mostraba el lugar donde habían sido trasladados los embriones de la escuelita.


De la Zeta a la Pe
Si hubiese tenido alma, Guarara hubiera explotado de alegría al reencontrarse con Guaraní en la casa de Luque. Las palabras no le alcanzaban para agradecer a los encargados de la escuelita, el Señor Kurupi y Joel Mclane, por haber cuidado de su hija todo ese tiempo.


Guarara se había encariñado con su niña-bot desde el momento que insertó el esquema de algoritmos difusos en la Inteligencia Artificial de su máxima creación. Y los encargados a su vez, estaban agradecidos con Guarara por traer de vuelta a Neleh Constanza.

La casa era una gran mansión blanca en la cima de una colina. El lugar transmitía tanta tranquilidad que parecía ajena a la terrible situación que se gestaba en la vecina ciudad capital.


Pasaron dos días normalmente, con los pequeños entrenando en temas militares y académicos cuando al finalizar la jornada, después de la cena Joel llevaba a los embriones a los dormitorios, mientras Guarara se quedó a conversar con el Señor Kurupi. Guarara quería que se trasladen todos al destacamento militar en Ciudad del Este, lo había estado diciendo desde que llegó, creía que cuando estallara la rebelión tal vez la casa donde se encontraban no sería del todo segura. Ese día estuvo a punto de convencer a Kurupi cuando escucharon un estruendoso golpe en la puerta principal.

Fueron corriendo a ver de qué se trataba, al bajar a la antesala escucharon una voz profunda que gritaba desde afuera: "Multis, todos son multis", al tiempo que daba otro fuerte golpe a la puerta. Guarara se asustó al ver la expresión de miedo en el rostro de Kurupi. Los dos se quedaron quietos, y Kurupi le dijo: "Nos encontró de vuelta, el ogro que nos atacó en la EMP nos encontró!"


Kurupi pidió a Guarara que avise a Joel y preparen a los soldados para escapar de la casa y partir rumbo al destacamento que mencionó antes mientras él trataba de demorar al monstruo. Después de avisar a Joel, que también había escuchado los golpes, éste le indicó que subirían todos a un bus que estaba en la parte trasera del terreno y que vuelva junto a Kurupi para avisarle que los esperarían unos minutos antes de partir.

Al volver a la sala, vio la puerta partida a la mitad y a Kurupi con una lanza en la mano luchando contra un ogro enorme de dos cabezas que seguía gritando: "Son todos multis, tienen que morir, aaaaaaaarwrrrrrrrr!!".

Se decía que el ogro fue una persona normal alguna vez, que había enloquecido en su frenética lucha contra los multiclones en la primera guerra del eParaguay. Recorrió lugares tan tóxicos en su cruzada que su cuerpo se deformó lentamente a través de los años, ese lento espiral de decadencia lo llevó a desarrollar una segunda personalidad, que se materializó en la segunda cabeza que poseía. Las cabezas se hacían llamar Zeta y Peyaes.


Guarara tomó uno de los pedazos de madera desprendidos de la puerta rota y se lo lanzó al ogro, éste se dio vuelta al sentir el golpe y Kurupi aprovechó la distracción para clavar la lanza en una de las piernas del monstruo, que gritando de dolor cayó de rodillas. Kurupi volvió a intentar un ataque, pero esta vez el ogro reaccionó, tomó la lanza y la partió en dos antes de recibir herida alguna.

Guarara tomó a Kurupi de los hombros, lo levantó y comenzaron a correr hacia la parte trasera de la casa. Cuando llegaron al lugar, algunos embriones seguían subiendo al bus. Pidieron a Joel que se apresurara, pero el ogro ya se estaba acercando demasiado.


Kurupi corrió hacia él y volvió a enfrentarlo, lucharon unos segundos hasta que una certera patada impactó en el cuerpo de Kurupi, que salió volando y fue a estrellarse contra un pilar de la casa.

El cielo comenzaba a nublarse sobre ellos, el ogro corrió frenético hacia el bus, Guarara se interpuso entre él y los cinco embriones que faltaban subir al bus. El ogro lo apartó de un manotazo, agarró a uno de los soldaditos y se lo tragó entero ante la aterrorizada mirada de los demás. "AM AM AM, rico multi..!!". Un relámpago atravesó el cielo nublado en ese mismo instante.


Cuando iba a agarrar a otro de los pequeños, Joel saltó sobre su brazo y lo evitó, el ogro se sacudió y arrojó a Joel contra el costado del bus. Zeta y Peyaes se relamían y babeaban ante el festín de multis que se iban a dar con los pequeños que se encontraban indefensos en el bus.


Continuará...


guaragato