El Congreso Outgame (3/3): Opinión

Day 1,965, 15:06 Published in Spain Spain by eclank


Sería una necedad pretender que el pueblo no puede cometer errores políticos. Puede cometerlos, y graves. El pueblo lo sabe y paga las consecuencias; pero comparados con los errores que han sido cometidos por cualquier género de autocracia, estos otros carecen de importancia. John Calvin Coolidge



Primera parte: Participación
Segunda parte: Votos y leyes

Por tercera y última vez, me pongo delante del teclado para hablar del Congreso Outgame. Pero esta vez, se acabaron los gráficos de colorines, los porcentajes y las estadísticas. Este artículo no pretende ser más que la opinión de una persona que ha pasado demasiado tiempo participando y en parte controlando el Congreso.

¿Qué es el Congreso Outgame?, se preguntaran algunos. Básicamente, no es más que un foro donde los 40 Congresista elegidos en el juego se entretienen mensualmente proponiendo leyes, controlando al gobierno y tirándose los trastos a la cabeza. Quizá la pregunta del millón es: ¿Es realmente necesario el Congreso Outgame? ¿Puede sobrevivir eEspaña sin Congreso?

Sí y no. Hay una parte del Congreso Outgame imprescindible, que es la Comisión de Inmigración. En parte gracias a ella no somos otra USA toveada por extranjeros. Quizá también la parte de control al gobierno y las FFAA sea necesaria, desde cierto punto de vista. Pero no nos engañemos, todo lo demás es completamente prescindible. eEspaña puede vivir sin ley de Transparencia Económica, o sin Debate de Estado de la Nación, o incluso sin interpelaciones al gobierno. eEspaña puede vivir sin Congreso Outgame.

Y este escenario no es precisamente algo indeseado por algunas personas. No pocas veces me he encontrado a lo largo de mi estancia en el Congreso con comentarios, especialmente (pero no únicamente) de gente del gobierno, insinuando que el Congreso sólo hace estorbar. Impedir que el gobierno haga correctamente su labor, que el pueblo ingame se exprese, que cada uno haga y desaga según lo que le parezca más conveniente. Que el Congreso sólo hace modificaciones de leyes internas que a nadie le importa.



Como dije antes el Congreso Outgame no es algo imprescindible para el país. Aumentarían los NE trolls ingame, el número de kebabs y la política sería un poco más aburrida. Entonces, ¿qué problema hay? ¿Por qué existe, si no es necesario? Mirad a vuestro alrededor, ¿que sería de eRepublik si sólo hiciésemos lo necesario? ¿Es necesario un foro para un partido político? ¿Son necesarios los canales IRC? ¿Es necesaria la existencia del Foro Unificado?

El juego no se basa en lo que es necesario y lo que no. Nos basamos en el roleo, en querer ser un gran soldado, un gran periodista o un gran político, aunque en la VR no nos parezcamos ni por asomo a nuestro alter ego virtual. Y ahí cobra sentido el Congreso Outgame. Como lugar de encuentro de los más aficionados a la política eRepublikana, un patio de recreo donde unos pocos juegan a ser representantes del pueblo mientras otro muchos miran desde la distancia, se divierten con sus ocurrencias y piden sus cabezas por sus fallos.

Justificada la existencia del Congreso Outgame como roleo, lo lógico sería que, como en todo buen juego de rol, la gente se sienta realmente en su personaje. No obstante, no siempre funciona esa caracterización tan bien, y nos encontramos con dos clases de jugadores a cada cual peor. Por un lado están los que se meten demasiado en su personaje y no distinguen realidad de ficción. La clase de jugador que está detrás tuya, vigilándote, criticando cada paso en falso que des y pidiendo la cabeza de todo el que falle. El que se cree que el destino del país depende de que denuncie a ese pobre diablo que recibió por error 3 tanques del IAN siendo del ministerio. El que piensa que te pagan por ser Mesa del Congreso o Congresista y por tanto tienes que estar a sus servicio 24/7 llueva o nieve, y siempre tienes que tener una conducta intachable dentro, fuera del Congreso y hasta en tu VR para ser digno de ese puesto. El que te exige una ejemplaridad que ni un político de la VR y, sobre todo, ni el mismo, sería capaz de mostrar.



Luego también está el otro extremo, el que pasa del roleo e impone el suyo particular. Algunos se autodefinen a sí mismos como trolls, defensores de la lulz, salvadores de un Congreso impopular dominado por los momios. Muchos no estarán de acuerdo conmigo en esto pero, ¿qué gracia tiene convertir al Congreso en un lugar más de trolleo? Algunos dirán que tiene que haber espacio para el humor y el divertimento también pero, ¿si ni vosotros mismos os tomáis en serio vuestro papel en el Congreso, creéis que alguien lo hará? Si a la ciudadanía ya de por sí le da igual en general lo que haga el Congreso, ¿acaso será un lugar más popular si se pasa el día debatiendo sobre cebollas y barcos? Para mí el verdadero sentido del Congreso es el roleo de Imagina ser Político, de otra forma sólo sería otro subforo endogámico donde unos pocos hacen bromas que sólo a ellos les parecen graciosas.



Quizás sea injusto por mi parte criticar a los trolls y no a lo que hay al otro lado de la balanza, los momios. Básicamente el jugador momio es aquel que conoce todos los recovecos del Congreso y se siente tanto en su salsa que es capaz de escribir una Constitución de 10 páginas o un Código Penal, a sabiendas de que con toda probabilidad sea derogada sin que ni la mitad del Congreso se la haya leído. Pero siendo sincero, no me molestan los momios. Siempre que quede claro que es sólo un juego y no se salga del rol de político, no seré yo quien critique a alguien que dedica tanto tiempo a mejorar (o eso cree él) este mundo.

Aunque hablando de tiempo dedicado, es hora de hablar de otro punto caliente del Congreso. Caliente y a veces cremoso. El café.



¿Es realmente, digamos, lícito exigir una participación en el Congreso? Bien, algunos dirán que al ser algo voluntario, cada uno debería tener el derecho de participar en el grado que le apetezca. Mi visión es la contraria: Precisamente por ser voluntario, algo en lo que tú has pedido entrar, debes participar todo lo posible. Leerte las propuestas, discutir con otros congresistas y empaparte del ambiente. Si vas al Congreso a ganar la medallita, no hacer nada estúpido para no perjudicar a tu partido y fichar en cada votación votando lo que la mayoría o el tan socorrido voto En Blanco. ¿Para qué te presentas? ¿Merece la pena ocupar la plaza de alguien que quizás sí se interesa por el juego, que quizás se lea las propuestas y quizás no vote En Blanco a todo lo que implique mojarse sólo por la medallita?

Aunque más de un gobierno pensará que el Congreso es demasiado participativo ya de por sí. Le obliga a votar decisiones presupuestarias, alianzas urgentísimas (aunque luego tarden casi una semana en lanzar el MPP) y demás asuntos que requieren de la mayor brevedad. Además, les obliga a cumplir leyes a cada cual más pesada y contestar a las interpelaciones de los Congresistas. Y en parte tiene razón, muchas veces el Congreso se pasa de frenada y exige más responsabilidad al gobierno de la que es capaz de manejar. Pero por otro lado, muchas veces al gobierno le va la marcha y se hace caso omiso a los avisos por las buenas, hasta forzar si hace falta la moción de censura. Porque saben que entre gente de su partido que defenderán lo indefendible y la típica masa que defiende que la ley es demasiado dura o que como hace año y medio al ministro X no se le lanzó impeach por eso, al de ahora no se le puede lanzar. El Congreso es demasiado duro con el día a día del gobierno pero demasiado blando a la hora de la verdad. Como dije una vez, debería sonar de fondo cierta canción cada vez que un Congresista y un miembro del Gobierno hablan en el Congreso.



Eso de los castigos al gobierno está muy bien, ¿pero y los castigos a los congresistas? ¿Para qué expulsar a alguien que concede una ciudadanía ilegal o lanza votación ilegal si ingame es intocable? Esta pregunta, que trae de cabeza a unos cuantos, es fácil de explicar si vemos el Congreso como dije antes. Esto es un juego y las reglas son estas, si te interesan quédate; si no, te echamos. Si alguien no respeta las reglas de nuestro particular juego de rol, ¿por qué dejarle seguir jugando? Ciertamente, ingame seguirá siendo intocable, pero nada que el límite de propuestas y ciudadanías ingame no pueda contrarrestar.

Otro tema a tratar sería el tema Democracia Directa, pero no me voy a extender mucho con ello. No me gusta, considero que sería quitar poder al Congreso, que con sus más y sus menos está medianamente capacitado para elegir lo mejor para el país, para dárselo a una masa de jugadores a los que por lo general la política le da lo mismo y votarán lo más populista o lo que tenga más lucecitas de colores. Pero bueno, quizás el pueblo deba ser libre para equivocarse y aprender de sus errores. Ojalá el equivocado sea yo.

Para finalizar las divagaciones de un aburrido una noche de domingo, quiero cerrar el artículo con una reflexión. ¿Tan difícil es pensar que al otro lado de la pantalla, el Congresista que te atosiga, el Gobernante que hace cosas que no te gustan o la Mesa que te sanciona por hacer tonterías no es más que otra persona jugando al mismo juego de rol que tú? ¿Es imposible intentar arreglar las cosas por las buenas? ¿Respetar el trabajo ajeno y poner la parte que te corresponde? ¿Cumplir las reglas de un juego al que tú, voluntariamente, has querido unirte? Y sobre todo, ¿es tan difícil recordar que esto es sólo un juego?