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NOTA: Esta historia ya esta concluida, de hace bastante... Simplemente estoy re-publicando las partes nunca mostradas en eR para quien quiera leerla. Si quieres leer el principio, justo debajo del banner puedes clickar en la jornada pasada que quieras leer. Si quieres leerlo todo, en este artículo encontrarás un link de descarga.




El camino que siguieron todos denotaba que llevaba años sin usarse, pese a parecer que en el pasado era muy importante para la población. Pese a tener las losas levantadas por las raíces de los árboles que bordeaban el camino y las hierbas que crecían entre ellas, el camino era visible hasta prácticamente el final del mismo. Allí les esperaba Luwin, delante de la entrada de una cueva.

- Veo que estáis todos juntos. ¿Estáis bien? ¿Algún herido entre vosotros?
- Tranquilo, jefe, estamos bien. La pregunta es… ¿Lo estás tú? Nos tenías preocupados a todos cuando no aparecías…
- Estoy bien chicos… Gracias por preocuparos. En fin, siento traeros hasta aquí, pero seguramente necesite vuestra ayuda. Habéis notado los terremotos, ¿cierto? La causa de ellos está dentro de esta cueva, y para pararlos debemos entrar en ella. No os quiero engañar: No sé si nos encontraremos una desagradable sorpresa ahí dentro, o tan siquiera si saldremos vivos. Sí alguno quiere irse, es el momento… -Nadie hizo señal de dar marcha atrás y deshacer el camino- Bien, gracias… Adelante, pues.

Todos se adentraron a la cueva, con sus armas en la mano listas para ser usadas en cualquier momento. Pasaron un buen rato caminando, y pese a recorrer una distancia sin antorchas ni ninguna fuente de luz alguna, la cueva tenía una extraña iluminación que les permitía ver tranquilamente.
Pese a ello, siguieron caminando, adentrándose cada vez más en la cueva. Los temblores fueron cada vez más frecuentes y más potentes, pese que dentro de la cueva sólo notaban los temblores y no sufrieron ningún desprendimiento. De repente, los temblores cesaron.
La sensación de que era demasiado extraño no dejaba de crecer a medida que pasaban los minutos. Todos sabían que los temblores eran un mal presagio, pero que estos parasen de golpe cuando cada vez eran más potentes era peor presagio aún. Al girar en un rescoldo, la sorpresa fue mayor en todo el grupo.

- La… La… ¿Lava? No puede ser…
- No puede ser… Pero la estamos viendo ahora mismo…
- Chicos… ¿Qué es eso de ahí?

Al final del camino, unas figuras humanoides parecían mantenerse de pie, impidiendo el paso de cualquiera que se tomara las molestias de adentrarse tanto en la cueva. En un momento dado, empezaron a caminar y a cada paso que daban mostraban más detalles.

- Bueno… Creo que aquí tenemos a nuestros adorables aborígenes que no vinieron a visitarnos…- Luwin no fue capaz de hacer sonar bien la broma que intentaba hacer.

Cuando estaban a pocos pasos del grupo, sus rostros fueron visibles para todos. Un escalofrío recorrió a la mayoría, pues sus rostros no expresaban signo alguno de vida. Eran caras secas, sin ojos e inexpresivas. Rápidamente, todos empezaron a atacarlos mientras se defendían de los lentos pero potentes movimientos que hacían con la espada que mantenían en sus manos.
Cuando acabaron con los pocos que vinieron, comenzaron a avanzar por el pasillo hasta llegar a la siguiente cámara. Ahí, les esperó una visión que a cualquier otra persona le provocaría una desolación y un sentimiento de perdición imposible. Se encontraban en una cámara circular, con un anillo exterior y un centro separados por un río de lava y conectados por un pequeño puente. Pero, lo peor, era el resto de gente que se encontraba ahí.

- Esto, Luwin… Creo que aquí está el resto del pueblo, por lo que parece…
- Sí, y en el centro el mal de todos los males de esta isla… Y de mi pueblo.