Wallonia en llamas III [Relato bélico]

Day 833, 05:05 Published in Spain Spain by El Bombero de la Manguera
Parte 3 y última del relato: Wallonia en Llamas. Para leer la primera parte y segunda parte, estos son los links:

http://www.erepublik.com/en/article/wallonia-en-llamas-i-relato-b-lico--1183894/1/20

http://www.erepublik.com/en/article/wallonia-en-llamas-parte-ii--1187021/1/20

Se recomienda encarecidamente leer la primera parte antes que la segunda. Voten si les gusta y suscríbanse si les mola 😃



Unos cuantos disparos se escucharon a lo lejos, y después el ruido de un obús de mortero al impactar contra una casa, que crujió y se partió, cayendo un muro sobre el pavimento, con un ruido estruendoso, incluso cuando el impacto no había sucedido cerca.

Señor, ¿qué hacemos?- preguntó uno de los soldados. Su superior lo miró con mala cara y dijo:
Disparad a matar, tomaremos la casa a la carrera. Quiero tener esto terminado para tomar un café belga cuanto antes.- acto seguido se giró y comenzó a otear por una de las ventanas, moviéndose a otra.

Sus subalternos parecieron nerviosos y sólo uno de ellos se atrevió a carraspear antes de decir:

Señor, considero que deberíamos solicitar fuego de mortero, señor.- El sargento se giró, malcarado, obviamente dispuesto a reprender al soldado por dudar de sus órdenes, pero sin darle tiempo el otro continuó.- Eso haría picadillo al tipo de ahí dentro, y ni siquiera tendríamos que rellenar el parte por fuego amigo si resulta ser español, señor.

Tras un segundo de silencio, en el que todavía no había conseguido asimilar la tranquilidad con la que aquel pelotón hablaba sobre fuego amigo, el sargento respiró con profundidad y asintió con un "me gusta como piensas, Cabo, da las órdenes". En seguida Robertakus subió las escaleras en busca del cacharro de telecomunicaciones que portaba el otro soldado, y luego bajó con ella, tras lo que se pasó varios minutos discutiendo con un suboficial que insistía en que no podía disparar con su mortero sin riesgo en la zona. Finalmente, cuando pensé que ya no iba a pasar nada y que tendríamos que esperar a que llegasen refuerzos un silbido lejano delató lo que iba a suceder a continuación. Una nube de humo marcó la posición de la casa en la que se ocultaba la ametralladora pesada y quién sabe si más gente. En los siguientes segundos los proyectiles de mortero impactaron la casa en tres ocasiones: la primera en el tejado y las dos segundas cayeron casi a la vez, una en un lateral y otra en la chimenea de la casa, haciéndola saltar en forma de lluvia de cascotes.

El sargento nos miró y dio la orden de cargar, supongo que esperando que no nos viesen desde el interior por el humo y el caos de las explosiones. Mientras nos dirigíamos a la puerta o saltábamos por la ventana del primer piso al exterior uno de los soldados solicitó por radio: &quot😉etengan el fuego artillero, vamos a entrar, repito...". El resto de la frase me fue imposible de oirlo, porque otro último proyectil de mortero impactó en el techo, produciendo que se hundiese parcialmente. De la casa salía humo y era posible que echase a arder. Cruzamos la plaza a toda velocidad, corriendo por encima de los cadáveres franceses, y nos metimos en ella, temiendo cada segundo una ráfaga de disparos que no llegó.




Entrando daba a una escalera, y tomamos posiciones para cubrir la zona, cuando oimos pasos que bajaban apresurados, entre la humareda, y toses. El sargento dio un par de disparos de advertencia y les exigió tirar las armas, los soldados solicitaron clemencia a quien creían su enemigo francés. Cuando bajaron las escaleras y vieron que los que les atacaban eran españoles sus ojos se abrieron como platos, pero no por mucho tiempo, porque entonces llegó el culatazo del sargento en el estómago, que derribó al primero de ellos, mientras les gritaba hecho una furia que qué habían estado pensando y que se enfrentarían a un tribunal militar en cuanto acabase la misión.

- Identifíquense- solicitó el cabo, que era con seguridad el hombre más tranquilo del grupito.

No recuerdo el nombre del segundo de ellos, pero el primero resultó ser Patxioca. Saldría en las noticias al día siguiente, y si hubiese sido una guerra contra un enemigo casi se le habría considerado un héroe en el bando contrario. Sin embargo, ahí estaba luchando contra los intereses de su país y casi volándome la cabeza con una ametralladora pesada a pesar de que estaba en su bando. Tomamos posiciones en el edificio, pero estaba muy dañado y finalmente lo abandonamos.



Cuando salíamos a la plaza vi un blindado español y lo señalé con alegría. El sargento ordenó retirarnos a descansar y cuando los carros pasaron nos sentamos.

- Con la caballería aquí, esto va a ser coser y cantar- Robertakus sonrió bajo las cicatrices de su rostro. El sargento se encogió de hombros y respondió:
- Como tú digas, solo procura que no te metan un tiro mientras cantas y coses, Heidi.

Me reí, y también otros, aunque no muy fuerte, porque ninguno queríamos convertirnos en el blanco de la siguiente broma.



Continuamos avanzando, y aquella tarde habíamos abatido a tres franceses más y capturado a dos, pero la acción decayó, y fue obvio que el enemigo se estaba retirando. Cuando leí el parte de guerra me asombró descubrir que buena parte de las bajas se habían debido a fuego amigo, ese era el problema de armar a hombres inexperimentados y mandarlos a la guerra casi sin entrenamiento y sin formación ni unidad jerárquica definida.