Wallonia en llamas I (Relato bélico)

Day 806, 14:38 Published in Spain Spain by El Bombero de la Manguera

Me había alistado cuando la eNación había solicitado que todo hombre capaz de luchar se pusiese al lado del ejército en la ofensiva final que acabaría con nuestro mayor enemigo y opresor, eFrancia. Prometían que una vez acabada la guerra, estaríamos de nuevo seguros con la amenaza eliminada de raíz, y al fin podríamos descansar. Pero veía que cada vez se alejaba esa lejana meta más y más. Cada día, había un nuevo enemigo.

Soy un simple soldado, pero ni siquiera pertenezco a las fuerzas armadas o a ningún grupo organizado. Algunos denominan a este tipo de hombres desde freelancers a perros de la guerra. A mi me da igual como me llamen, mientras consiga salir de aquí de una pieza y pueda volver a dormir sin el miedo a que la guerra comience de nuevo. No me malinterpretéis, no odio la guerra en todos sus aspectos, pues la camaradería que forja entre aquellos que luchan juntos es algo transcendente y único, pero vivir con el miedo a sufrir el impacto fatal de una bala, desde luego no es para nada agradable.

Y aquí estoy, en las inmediaciones de Wallonia, siguiendo a un grupo de milicianos, que parecen más o menos organizados, creo reconocer que son de las FAF, a juzgar por sus uniformes. Avanzan cubriendose por los edificios y los cascotes, y están a punto de entrar en la zona de los suburbios. Solo son un pequeño grupo, parece que se han dispersado y su fuerza mayor quizá esté cerca. Rezo porque sea así, y sobre todo, rezo porque no se metan en una emboscada, mientras observo en derredor tratando de cubrirles las espaldas mientras ellos se aproximan a un camino. Observo como se ocultan junto a la elevación del terreno sobre el cual está el camino que lleva a la cercana ciudad belga.



Organizadamente, avanzan y por fortuna no hay enemigo esperando al otro lado, por lo que avanzando lentamente alcanzan unas primeras casas. Yo, con el sudor corriéndome por la espalda tomo unas cuantas instantáneas y luego los sigo, con el fusil preparado.


En teoría, todo debería ser sencillo, sólo vamos a liberar la zona y entregársela a nuestros aliados belgas, pero debemos asegurarnos de que no hay ningún destacamento de Phoenix listo para asaltar a nuestros aliados. Una emboscada sería algo terrible, especialmente si los franceses fingían ser españoles, pues podría dañar la relación entre ambas naciones, y el Gobierno no podía permitirse algo así. Por ello, DanielitoFC había dado luz verde a las milicias para intervenir, e incluso había mandado una división de tanques, al mando del Coronel Weyder.



Y entonces, de manera absolutamente repentina, comienza el caos. Aviones sobrevuelan las posiciones exteriores de la urbe, dejando caer una nube de destrucción sobre los soldados que avanzan. Los hombres de la zona, que solo son milicianos y no estan armados correctamente para la lucha antiaerea buscan refugio entre los cascotes y las casas y comenzaron a escucharse tiroteos. Las casas comienzan a arder y admito que siento pánico y simplemente salgo corriendo, rezando porque si había un tirador fallase simplemente porque me movía errática y rápidamente.



Así, es como llego hasta un portal calle arriba, bajo el que me guarecí con el pulso acelerado. Pasan unos minutos que se me hacen largos como horas, y me siento simplemente incapaz de moverme hasta que veo que alguien se acerca. Le apunto con mi arma, pero enseguida veo, para mi tranquilidad, que se trata de uno de los nuestros, aparto el arma justo en el momento en que sus ojos se posan en mi, y alzo una mano como saludo. El soldado, desde el otro lado de la calle, me hace varios gestos, indicándome que detrás vienen refuerzos. Le respondo con gestos, preguntando si era el ejército, y me responde que sí, que venía la artillería pesada y casi se me sale el corazón del pecho de la aelgría. Entonces, el soldado me pregunta si había visto al enemigo. Niego con la cabeza y pienso para mi que espero que eso siga así. Me pregunta si estoy herido, y niego con la cabeza de nuevo, con la misma idea anterior. Veo que el tipo lleva una pesada mochila y me entonces me pide que le cubra y se coloca tras un coche destrozado, tras lo cual saca una radio y comienza a transmitir. Espero pacientemente y saco mi vieja cámara para tomar un par de instantáneas, una de la calle devastada y en llamas más abajo y otra del hombre operando por radio.

De pronto, veo a alguien en una casa. Apunta hacia el hombre de la radio, pero gracias a Dios no tiene un ángulo de disparo claro, al igual que yo tampoco lo tengo de él, solo su cabeza y su arma asoman tras la ventana y es una suerte que le haya visto moverse, porque sino no le habría percibido. Alzando el fusil rapidamente disparo tres veces en sucesión, haciendo que se retire lejos de la ventana. Miro por el rabillo del ojo que mi compañero se da inmediatamente cuenta de lo que sucede y se arroja al suelo, para luego mirar en mi dirección y decidir que es mejor correr a buscar mejor cobertura. Disparo cuatro veces más, para asegurarme que nadie tenía la posibilidad de dispararle mientras estaba al descubierto. Acto seguido, dejo caer el cargador, me oculto en el portal y saco un nuevo cargador, que enseguida y automáticamente cargo en mi fusil mientras respiro profundamente, con la adrenalina recorriéndome todo el organismo.