Una travesía no empaquetada

Day 4,024, 20:34 Published in Chile Italy by albo91

Eran las 22:43...
Domingo 19 de Noviembre...

Los rumores acerca de un evento de aniversario acompañado de nuevas skins para los jugadores envolvía el ambiente.
Se especulaba sobre los posibles premios: ¿Serían iguales a los del año anterior? ¿Habrían barras? ¿Qué tan difícil será obtener las skins?

Sentado en la barra de la taberna Awesome Hits, mientras disfrutaba de un delicioso Whisky en las rocas, podía ver a todos los visas riéndose mientras celebraban por adelantado los aviones nuevos que tendrían en sus hangares. Celebraban también quienes, pese a no tener visa, tenían packs que habían comprado con cc. Había muchos tipos de jugadores celebrando de maneras distintas, pero todos parecían coincidir en algo: Para quienes no tenemos packs, por mucho esfuerzo que se le ponga, no podríamos conseguirlo.

Pasado un rato uno de ellos se acercó a la barra a pedir otra ronda para sus amigos, me miró y preguntó si estaba listo con los packs.
-No tengo packs.- Respondí.
-Ja! Cosita. Bueno wachín, te recomiendo tratar de juntar unas barras... ¡Y no te olvides de repartir el pan!- Sentenció mientras se alejaba riendo a carcajadas.

Obviamente esto no se iba a quedar así. Debía acabar con la discriminación hacia los humildes. Debía demostrarles que podemos ser tan poderosos como ellos. Debía demostrarles que el esfuerzo no le falla a nadie...

Empezó la semana, me levanté con el sol para no quedarme atrás. El primer premio, un centro de energía bestial, ya daba algún indicio de la magnitud del evento. Los jugadores con Power Pack empezaban a tomar ventaja y, como no, aquellos con Maverick aprovechaban las épicas para ponerse a la cabeza.

El segundo día llegó con un bono en la recarga de energía igual de impresionante al centro del día primero. Este bono no hizo más que ampliar la brecha entre los humildes y los empaquetados.
Los precios subieron más que el numero de multis en época de elecciones, lo cual complicaba sobremanera la adquisición de comida y armas para luchar.

Con ya pocos morlacos en el bolsillo, contemplé atónito el inicio del tercer día, que traía consigo un bono que duplicaba los beneficios de todas las casas... Cómo no, otro bono que favorecía a los burgueses y a los empaquetados. Yo solo había conseguido desgarrar mi chequera para conseguir tres de ellas, pero no por eso iba a quedarme atrás.

El suministro especial del cuarto día era un cargamento de misiles aéreos, nada muy significativo, solo aumentaría masivamente el daño necesario para una SH, pero no afectaba directamente al progreso en el reto semanal.
A estas alturas ya había empaquetados que pilotaban sus aviones nuevos y los presumían en el campo de batalla. Era un recordatorio de que debía seguir esforzándome. Mi actividad bélica era lenta pero constante, acababa con los enemigos que mi energía me permitía, veía a mis compañeros de regimiento hacer volar todo por los aires delante mío y no pensaba quedarme mirando.

Al inicio del quinto día el ajetreo por el viernes negro había terminado y la inconformidad de las personas se hacía notar. No podían creer que luego de las ofertas hayan entregado oro sólido -regalo que parecía más bien una burla a los que no pudieron mejorar sus empresas hasta el punto que deseaban-, sin duda una jugada interesante. Yo había conseguido financiar un poco mi consumo de panes con la adquisición de varias fábricas de caucho, pero aún así mis gastos sobrepasaban con creces a mis ingresos y mis arcas se estaban vaciando... Tenía que conseguir alimento en algún lugar, las armas ya no eran prioridad, mi cuchillo y yo podíamos acabar con un ejército entero con un poco de trabajo duro y concentración.
Uno de los líderes de mi unidad, Mario, salió de entre el humo de la batalla con una enorme sonrisa: había conseguido pan. Con la generosidad que nos caracteriza, se apresuró a repartirlo a los miembros que lo necesitasen. Esto fue una inyección de potencia para seguir adelante.

Al sexto día otro rayo de luz llegó a mí: habían entregado calabazas. Aunque no había recibido el premio completo, servía mucho para mis fines, pero no debía apresurarme a utilizarlos, debía ser paciente. Me encontraba en mis últimos días dentro de la tercera división, no había visto mucha epicidad por estos lares y realmente me preocupaba el ascender a la cuarta división, en ella me resultaría casi imposible el llegar a ser un héroe de batalla. Pero no era momento de lloriquear, debía seguir luchando.
Mi cuchillo había perdido gran parte de su filo, habíamos dado nuestro mayor esfuerzo hasta ese momento. Vi a unos croatas salir de lo que parecía ser una armería clandestina, entré a ella y, sin que me detectaran, afilé a mi compañero con la piedra que allí tenían. Era momento de seguir adelante.

Al amanecer del séptimo día los nervios empezaban a aparecer: se me acababa el tiempo. Con unos potenciadores poco útiles empecé a dudar si realmente lo lograría. Muchos de nosotros seguíamos en el camino de conseguir el tan ansiado avión. Nuestro segundo comandante, Jhonatan, nos animó con una nueva ración de pan. Yo había pasado ya a formar parte de la cuarta división y las épicas, afortunadamente, abundaban aquí. Los líderes de la unidad habían adquirido ya sus aviones y desde el aire nos guiaban en nuestra travesía. Entré al campo de batalla con ansias de sangre... Uno, dos, tres, ochenta y tres... Las cabezas de mis enemigos volaban por los aires. Estaba realmente enajenado, parecía que mi cuchillo se movía solo. Croatas y colombianos bombardeaban el campo de batalla y las explosiones no hacían sino aumentar mi adrenalina... Estaba ya cerca... Muy cerca...
Un gran estruendo me hizo perder el conocimiento y, para cuando desperté, la batalla había acabado, los tipos raros con bigote y los "G0N0RRE4 parce" se habían esfumado y mis ideas con ellos. No sabía ya qué hacer para llegar hasta el avión.
Un viejo extraño con sombrero de paja apareció de repente, preguntando si alguien necesitaba todavía tenía el reto incompleto. Pensé que podía ser de utilidad, pero su aparición fue tan fugaz como las aficiones de las únicas y detergentes.
Llegada la noche una oferta de recompensa por parte de Parcero, el comandante, me devolvió la motivación que casi había perdido.
Al cabo de un rato finalmente lo había conseguido, el avión era mío, pero mi casa se estaba cayendo a pedazos, así que debí acudir a Joseph, quien, sin dudarlo, me proveyó de un nuevo techo. Estaba ya agotado, así que entré en la vivienda y me tiré al sofá junto con las llaves del ER-11 Skycutter.

Los empaquetados dicen que aunque la jaula sea de oro, sigue siendo jaula.
Pero ahora estaba listo para surcar los cielos y defender a mi patria.
Y sobre todo, estaba preparado para cerrarles la boca las veces que hiciera falta... De un balazo.



Awesome Hits