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El diccionario define humano, como: “perteneciente o relativo al hombre”, y de aquí deduzco que la pregunta se refiere a que los chilenos tengamos características más humanas. He transformado el título en “Qué es lo que se requiere hoy para crear un Chile más ANIMAL? Usted, querido lector creerá que me he vuelto loco, pero… júzgueme:
No he visto animales que acumulen bienes y riquezas por el gusto de poseerlas y sentirse superiores a los demás; solo especies como las abejas, las hormigas y otras, acumulan alimentos para su suficiente subsistencia durante el invierno. ¡Ah! y a propósito de las abejas, no son acaso un ejemplo de una organización en comunidad en que cada uno está conforme con cumplir la tarea que le asignaron y nadie quiere llegar a ser “Reina” y todos trabajan para un bien común. Los zánganos no se les pasa por la mente, organizarse para ser elegidos para la corte o el reinado, y menos confabulan para desestabilizar la colmena, les basta con alimentarse gratuitamente. No le he preguntado a una abeja si es feliz, pero me imagino que su respuesta es positiva, y en el colmenar no hay polémicas acerca de la definición de la felicidad, ellos son felices per se. No he sabido de suicidios en colmenares y mucho menos de asesinatos múltiples. Tampoco de miembros del colmenar que anden en busca de drogas para evadirse de la realidad en una volada.
Observo a los perros y gatos a falta de una selva dónde observar a otras especies, ellos no abusan sexualmente de cachorros, cachorras o gatitas y gatitos y solo, se permiten aproximarse sexualmente a sus congéneres una vez que la hembra o el macho es apto y en las oportunidades que la naturaleza les indica que es el acto de procreación. Si bien es cierto que el peuco está presto a zamparse un gatito o un cachorrito cuando se descuida la madre, está cumpliendo con la naturaleza, y no lo hace por maldad o solo para comerse una delicatesen de la víctima.
Los pajaritos forman parejas de macho y hembra, ambos construyen el nido, la hembra pone sus huevos fecundados, el macho alimenta y defiende a la hembra mientras empolla por largo tiempo, una vez nacidos los polluelos, ambos los alimentan, los educan y los preparan para la vida. Los gallinazos no piden que la sociedad les de educación gratuita, saben que su creador les dio los medios para defenderse y deben trabajar para lograr volar alto. No he visto hembras o machos abandonados por el otro mientras crían, o parejas en trámite de separación, dejando los polluelos a la buena (a la mala) de la sociedad, o dos machos o dos hembras haciendo un nido. En el patio de mi casa, los veo a todos contentos, cantan y llaman caritativamente a otros a comer las semillas que les dejamos en un comedero. Hay unos negros más grandes que los chincoles y gorriones que se sirven primero, pero una vez satisfechos dejan comer, sin apoderarse de la fuente.
No he visto convenciones de animales para preguntarse sobre la vida después de la muerte para desafiar a su creador, tienen la sabiduría de aceptar la muerte como se acepta el nacimiento.
Los animales de la selva y aún menos los domésticos, no se roban entre sí, ni los más poderosos a los más débiles, ni estos con violencia a los otros. Pareciera que se atienen a las leyes de la naturaleza que guarda el justo equilibrio. El Gringo, mi perro, entierra huesos en el jardín para los tiempos malos, pero no lo he visto tratando de comercializarlos con usura a los otros perros del barrio.
Bueno, para que decir que a los animales no se les ha ocurrido vestirse con lujos para presumir ante los otros de la misma especie, y sentirse superiores en belleza o fortuna. Tampoco han construido mansiones buscando ser más que el vecino, para ellos, los animales, la cueva, el nido, la madriguera, les has sido suficiente.
Y así podríamos llenar páginas y páginas de comparaciones de acciones de humanos y animales. No me encuentra usted un poco de razón que el título sería mejor: ¿Qué es lo que se requiere hoy para crear un Chile más animal?