Si hay algo peor que tener una vida ahogada en la rutina es tener dos

Day 1,339, 11:23 Published in Spain Spain by dsfsfe
Nota: No tengo la costumbre de escribir relatos, me temo, o sea, que el artículo que usted está ahora mismo vislumbrando quizá es una mierda. En ese caso, entenderé que no quiera leerlo y le invitaré a que se dirija amablemente a la cruz que cierra la ventana.

Pip-pip, pip-pip, pip… Me despierto, como cada mañana, con el mismo espantoso sonido, ese diabólico ruido, el colmo de la repetición, que te destroza la cabeza a golpes de decibelio; como si te despertaran a patadas en los cojines. Suerte tiene de ser mi único móvil, pues tengo que resistirme y comerme el odio que siento una vez más para no lanzarlo contra la pared y quedarme a gusto viendo como se destroza en más de mil pedazos que salen volando en todas las direcciones acabando, así, con el pájaro que me picotea de mala manera el tímpano mañana sí, mañana también.

      

Por suerte, hoy ya tengo el artículo que me interesa publicar listo y sólo deberé acercarme al Centro de Publicación. Tengo todo el día libre. Casi nadie va al C.P. para publicar sus escritos por las mañanas. Es cierto que hubo un tiempo que algunos locos, unos iluminados, empezaron a hacerlo porque creían que era cool. Fue una moda pasajera. Normalmente, la gente se acerca al Centro alrededor de las diez de la noche y ahí se monta el pollo con colas kilométricas intentando cada individuo ser el último sin tener nadie detrás; algo verdaderamente complicado.

Como veis, me gano –si es que gano algo- la vida escribiendo cuatro payasadas en un mal llamado periódico como lo hacen miles de personas en este Nuevo Mundo. Para nada bien remunerado este oficio, pero bueno, si no sirves para nada, te haces un periódico –aunque no sirvas tampoco para ello-.

Empiezo otro día de mi evida, haciendo los clicks rutinarios de siempre; aquellos que, por el tiempo que llevas, ya los haces inconscientemente: Ducharse, vestirse, desayunar para recuperar energía, limpiarse los dientes, etc. Mi vida no es gran cosa, tampoco llevo demasiado tiempo jugando y encima estoy de vacaciones. O sea, que después de comprobar que tengo el buzón vacío –sin mensajes privados- y de hacer mis clicks, ya puedo desconectarme y dedicarme totalmente a disfrutar de mi evida durante el resto de la jornada. Disfrutar de mi evida… si hay algo peor que tener una vida ahogada en una rutina hastiosa es tener dos.

En eEspaña te levantas por la mañana y ya tienes gente al lado de la casa gritando sin parar: Que si http//, que si Lucha a favor, que si Suscríbete y vota… Cada día lo mismo. En esta gran nación abres la puerta de tu casa –si tienes- y, como en las películas americanas, te tiran no uno sino decenas de periódicos encima. Con tanta letra, tochacos y pics de tetas de gran tamaño (Las megas de la imagen, digo) que caes al suelo. Personalmente, a mí, leer artículos por la mañana me cansa bastante porque me levanto con dolor de cabeza. Pero es mi deber hacerlo si el día anterior me fui pronto a la cama y algunos se pasaron publicando a las tantas de la madrugada.

      

Cojo el primero… pole, cojo el segundo… capullo, cojo el tercero y, así como con los siguientes, leo, comento y, si me acuerdo de volver al principio del artículo, lo voto.

Con mi taza de café en una mano y el periódico en la otra, todavía en el portal de mi casa, rodeado de artículos, levanto la vista al frente y observo el mismo barrio de cada día: los mismos vecinos, los mismos gritones, los mismos quejicas... Por suerte, Ellos intentan que no me canse e interrumpen esta rutina cambiando los botones de mi jersey.

Decido volver a mi morada y refugiarme de las multitudes mañaneras –o nolifers que no se fueron a dormir- viendo en la tele el programa estrella, para todos los periodistas, de los últimos tiempos: El Adivino. eTelebasura que enriquece la eCadena contando mentiras que atraen la atención de todos los televidentes metiendo anuncios del Voters club por el medio. La mierda con la mierda, dicen.

El Adivino es un programa muy tonto –esto no quita que lo mire- que se dedica a adivinar los temas que buscarán los lectores eRepublikanos cada día. Hay gente que se lo cree y por eso un día te encuentras turbas descontroladas deambulando por las calles gritando Hail ONE, EDEN o lo que sea. En realidad no adivina nada, simplemente, se dedica a dotar de popularidad estos temas y por eso consiguen tantos votos los artículos que los tratan. Conspiraciones y eso…

Decido apagar la tele, la publicidad me cansa y el programa aún más. Escucho un ruido muy fuerte en la calle y decido salir a ver qué está pasando. Cincuenta paletos están corriendo detrás de un pobre novato; lo rodean mientras gritan y ríen. Decido acercarme a la curiosa aglomeración humana. ¿Qué veo? Están rodeando a un pobre chiquillo. Entre todos los gritos de viejos arrugados e individuos de mediana edad que babean con una barba de tres días, dejados, sin cuidar su aspecto personal desde hace ya un buen tiempo, veo al jovenzuelo y le escucho balbucear una tontería: adwkdkwQuiero ser político. Y otra vez, la multitud echa a reírse sin parar animando al chico a que lo repita. Inocente no lo repitas… Pero ahora se cree admirado, se siente importante entre aquellos que lo rodean y vuelve a balbucearlo ahora gritando: ¡sdkadjakwQuiero ser político! Y empieza otra vez el show del humor.

      

Ya no hay más que ver, me retiro otra vez hacia mi hogar dejando en las manos del destino el futuro de ese novato crecido y orgulloso de sus balbuceos. Descanso. Pasado un tiempo, me acerco a la ventana y, retirando un poco la cortina, entreveo el chico que, aunque ahora rodeado de menos gente, sigue con el mismo cuento. La masa se ha diluido. Pasan unos minutos más y la acampada se ha deshecho del todo. Me acerco al novato, pues quizá puedo ofrecerle un poco de ayuda, consejos gratis (It’s free, eh? ). Llego y me lo encuentro derrumbado, con los hombros tocando al suelo, desanimado y con una u al revés dibujada en su cara. –No deberías haber… -saasjaskdsdQuiero ser político- vuelve a gritarme; deja ya esta tontería, por favor… -Bete a la mierrdaa!- Y empieza a increparme. Me invade un sentimiento de pena, doy media vuelta, y pasando del muchacho, entro en mi casa y me tumbo en el sofá… Subnormal.

      

Ya está atardeciendo, a penas entra luz por la ventana y mi habitación se tiñe de un bonito naranja hasta que termina por desaparecer del todo pasados unos minutos. Ya se acerca el momento para publicar. Todavía sentado en el sofá, después de gritar varias cosas sin sentido, decido levantarme e ir a buscar mi artículo para marchar ya hacia el Centro y publicarlo. En el cajón de mi mesa, busco la carpeta correcta y la abro para coger el folio que debo llevar a publicar. Monto en mi bici, pues no tengo coche, y emprendo mi viaje esperando, en pocos minutos, llegar a mi destino.

Con el repetitivo movimiento de las piernas que necesito para poder avanzar no puedo evitar, dentro de una burbuja de tranquilidad, pensar en el día que ya ha pasado. Un día igual que el de ayer, y el anterior y, seguramente, igual que un futuro mañana cualquiera. Recuerdo varias cosas, entre ellas, jugando ahora también al vpipulis, la uveuno. La tan soñada ahora uveuno. Y recuerdo aquellos días en que, ahogados en la rutina uveunonera pedíamos, implorábamos al cielo un cambio para seguir en este mundo. Lástima que ese cambio que les rogábamos nos lo dieron en forma de piedras; nos lapidaron y nos lapidan. Maldita rutina…

         

Llego a mi destino. Dejo la bici en mi bolsillo y me dirijo tranquilamente a la cola correspondiente. Entro en el establecimiento. Gris, el colmo de lo soso, el Centro, sigue igual que todos los días. Como ya pensaba, como siempre, lleno de gente ya a estas horas. Empiezo a observar la gente que me rodea ya que es imposible no hacerlo cuando esperas quieto en un mismo sitio. Veo iletrados gritando, parte del gobierno enseñando una tarjeta para pasar y publicar. A ellos no les interesa publicar últimos, simplemente, les interesa publicar e irse a casa a descansar. También veo los intelectuales, una ingente cantidad de guiris cargados también de folios, profesores con sus guías y novatos balbuceando con una servilleta escrita por ambos lados sin orden alguno en mano. La cola va avanzando y miro atrás con mala cara porque se ha acumulado bastante gente y pienso: Mi artículo no va a durar una mierda en el latest.

Ya casi me toca, ya por fin podré publicar cuando escucho unos gritos que nunca había escuchado por aquí. Todo el mundo se gira asustado, sorprendido, estupefacto, todo el mundo está atónito con lo que ve. ¿Qué cojines es…?

Allí, al lado de las kilométricas colas, veo un puesto de pulpo a la vinagreta rodeado de locos con pancartas gritando sobre algo que tiene patas y no sé qué de una tinta rara. Empiezan a recitar profecías, versículos y el nombre de un extravagante profeta. Pero yo debo seguir adelante, debo publicar mi artículo y terminar otro día en esta evida.

      

Debo… despertar, salir al patio, leer los artículos que me pegan en la cara como cada mañana, descansar, ver un novato hacer el tonto aplaudido por los diez borregos de siempre que no tienen nada mejor a hacer, intentar ayudar, que se resista creyéndose un dios e irme a dormir para mañana hacer lo mismo… debo… escuchar los mismos gritos día sí día también, el mismo panorama… debo.

Me quedo observando esa secta rara que cada vez atrae a más gente durante unos minutos hasta que ya me toca publicar a mí. Es mi turno y dirijo mi mirada a la chica de la ventanilla: Buenas noches, señor, ¿Qué categoría será hoy? Siempre publico en social y no sé qué palabro anglosajón más. Le doy el folio con el artículo que debe publicar y me despido. Tenga usted suerte con los votos… Siempre se despiden con esta tontería, les sería más fácil grabarlo directamente.

      

Publicado ya mi artículo, me dirijo a casa cuando vuelvo a fijarme en ese tenderete de mala muerte, rodeado por esos individuos gritando aún con toda su energía. Fumados…

Hasta otra. o/