Sermón de Adviento

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Antonio Montesino (1475-1540) fue un misionero y fraile dominico español. Ingresó en la Orden de Predicadores en el Convento de San Esteban de la ciudad de Salamanca (España), donde hizo sus estudios en filosofía y teología. Tras concluir un año de noviciado, realizó su profesión como religioso dominico el 1 de julio de 1502.

En 1509, después de terminar sus estudios de teología y haber sido ordenado sacerdote, fue asignado al Real Convento de Santo Tomás de Ávila, en compañía de los frailes Pedro de Córdoba, Bernardo de Santo Domingo, Tomás de Fuentes y Domingo Velásquez. En septiembre de 1510 formó parte del primer grupo de misioneros dominicos que arribó al puerto de Ozama (Santo Domingo), en la Isla La Española.

Ejerció una férrea defensa contra el abuso, explotación y el trato inhumano al que eran sometidos los indígenas por parte de los colonizadores en La Española, y cuya lucha provocó la conversión de fray Bartolomé de las Casas a la protección de los indios.

El domingo 21 de diciembre de 1511, cuarto domingo de Adviento, cuando se lee el pasaje del Evangelio de San Juan, donde dice: “Yo soy una voz que clama en el desierto”, fray Antonio Montesino subió al púlpito, por encargo de su comunidad religiosa y pronunció su famoso “Sermón de Adviento”. Esta filípica fue la primera protesta de justicia que se escuchó en el Nuevo Mundo, por boca de un fraile dominico. Como consecuencia de este sermón se les prohibió a los frailes dominicos continuar predicando sobre estos temas. En 1982 se erigió una estatua en su honor en el malecón de Santo Domingo.







El "Sermón de Adviento"


"Decid, ¿con qué derecho
y con qué justicia tenéis
en tan cruel y horrible
servidumbre aquestos indios?
¿Con qué auctoridad
habéis hecho tan detestables
guerras a estas gentes que estaban
en sus tierras mansas y pacíficas,
donde tan infinitas dellas, con muerte
y estragos nunca oídos habéis consumido?
¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados,
sin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades
en que, de los excesivos trabajos que les dais,
incurren y se os mueren y, por mejor decir,
los matáis por sacar y adquirir oro cada día?
¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine
y cognozcan a su Dios y criador,
sean baptizados, oigan misa,
guarden las fiestas y domingos?
¿Éstos, no son hombres?
¿No tienen ánimas racionales?
¿No sois obligados a amallos
como a vosotros mismos?
¿Esto no entendéis?
¿Esto no sentís?
¿Cómo estáis en tanta profundidad
de sueño tan letárgico dormidos?"



Fr. Antón Montesino, O.P.
Isla de La Española
Cuarto domingo de Adviento
21 de diciembre de 1511