Reflexiones metafísicas. El problema de la justicia.

Day 1,525, 16:17 Published in Spain Spain by Tito Bellico
Dedicatoria y disculpa

Antes de abrir una reflexión sobre el tema que nos ocupa, quisiera disculparme por mi prolongada ausencia esta semana pasada y presente. Sé que dije que me comprometería más con el juego, sin embargo, también era consciente de que me esperaban unos examenes bastante importantes durante estos últimos días de mes. Este primer párrafo es una disculpa a mis compañeros de partido y a la gente de SEPURS, espero, que la siguiente reflexión sirva para resarcirles de mi ausencia y mi falla a la promesa que les hice. Dicho esto, empecemos.


El problema de la justicia


Durante el último mes, desde el SEPURS se ha venido haciendo una encuesta, un censo, si lo preferís así. En este censo se vienen preguntando cuestiones de toda índole, desde datos del jugador hasta sus preferencias, y fue en una de esas preferencias la que ha suscitado la presente linea de pensamiento, y es que ¿deberíamos tener justicia out-game?

Primeramente deberíamos señalar que el juego se divide en dos esferas muy diferenciadas, que normalmente se enmarcan por las denominaciones in-game y out-game. Estos dominios, son, en su significado ámplio, la realidad per se del juego. Hemos de señalar varias características que se encuentran por separado y en conjunto a ambos ámbitos del juego, primeramente, el sentido estricto del juego se encuentra en ese ámbito llamado in-game, es allí donde la función de un ciudadano se da porque ha de darse, dado que si no se diese no habría juego. Es dentro del ámbito in-game, que ha de ser a todas luces necesario (dado que si no existiese no habría juego), donde se puede originar el ámbito out-game, al que podríamos definir como el producto de las diferentes relaciones intersociales de los jugadores, siendo este mundo enteramente contingente, y es contingente porque el juego en sí existiría igualmente si no se diese este ámbito out-game. Este ámbito existe, pues, por la propia interacción entre los jugadores y podría considerarse, a parte de una contingencia, del todo accidental.

Dentro del ámbito in-game, podemos distinguir varios a partes y es, uno de estos apartes, el que nos ocupa hoy, pues, la justicia en el juego está representada en la figura de los administradores, y regulada por un sistema normativo cerrado que coarta nuestras libertades de forma negativa, es decir, no porque en sí el concepto sea negativo o peyorativo en si, sino que nos restringe de una forma no arbitraria de hacer lo que queramos. Poco más se puede decir, en el ambito in-game, sobre la justicia pues, no puedes protestarla y si bien puedes sugerir algunas mejoras o señalar algunas reservas en tanto al modo de actuaciónd e los administradores o la manera en la que se han aplicado o podrían aplicarse las normas del juego, no puedes tampoco racionalizarlas ni mejorarlas o interactuar de cualquier modo que no sea unidireccional.

Si nos referimos al ámbito out-game la cuestión toma otros matices. Podemos sacar en consecuencia que, per se, no existe un tipo de justicia en este ámbito, porque tampoco existe ninguna institución por sí misma, sino que son, por así decirlo, impuestas, ya sea por consenso ciudadano, frutos de un contrato social (IAN, SEPURS, eRadio, FFAA, etc) como por relación in-game/out-game (Congreso, y demás organos que tengan una relación directa en el juego. Con respecto a los anteriores, IAN, SEPURS, FFAA... existen pero podrían no existir y no se alteraría el juego para nada, sin embargo, no podemos imaginar un juego out-game sin congreso, pues, in-game existe como órgano tal) De esta manera no existe, propiamente dicha, una justicia out-game, ni se ha procurado por consenso o contrato social ni hay una relación con el ámbito in-game del juego.

No obstante, podríamos pensar, no sin engaño, que podría haber una correlación con la justicia normativa del juego y algún tipo de justicia out-game. Esta linea de pensamiento es a todas luces errónea, pues, en todo caso, lo que se buscaría con una justicia out-game no sería castigar a los infractores de las normas prácticas del juego, sino a aquellos que traicionen el consenso social que se crea en la base directa de los ciudadanos y sus relaciones sociales. Así por ejemplo, un personaje con multicuentas, si bien podría estár mal visto socialmente, no infringe de ningún modo una norma de convivencia, sin embargo infringe una normativa del juego, y es por tanto, castigado por los administradores. Sin embargo un presidente corrupto o, si avanzamos hacia un caso más controvertido, un congresista que no haga lo que debe hacer, o un mando de las FFAA que prevarica, al no ser competencias per se del propio ámbito ingame quedarían sin un castigo si nos remitiésemos, simplemente, a la aceptación de una justicia que manase desde la misma normativa del juego.

Al encaminarnos por este pensamiento aducimos otros errores lógicos que nos hacen apartarnos de él, pues, en nuestro significado natural de justicia esta está representada en base a unas libertades, libertades que el juego no ofrece, por eso mismo, comportarnos en base out-game a la normativa del juego no nos ofrecería una justicia propiamente dicha sino un escueto código legal para remitirnos a instancias in-game, lo cual, out-game, es a todas luces, inaplicable.

Despejada esta primera incógnita centrémonos en la cuestión propiamente dicha. Dado que no existe una justicia propiamente dicha in-game que cree una relación de igual modo out-game (no hay un módulo de justicia, no hay jueces, o al menos por ahora, en esta versión, no los hay) y dado a que el consenso social no se ha preocupado tampoco por crear un sistema de justicia (parece poco importante cuando en el juego en sí no se pueden cometer delitos a no ser que nos refiramos a atentados contra la propiedad privada o cargos públicos) ¿deberíamos crear un órgano jurídico y un código legal?

Parecería obvio que apuntadas las anteriores objeciones, la inexistencia de un organo jurídico o un código de leyes tampoco afecta en demasía al buen desarrollo del juego, sin embargo, podemos ir más allá y darle más matices al juego si creamos este tipo de órgano, no obstante, el crearlo generaría problemáticas de difícil solución y aceptación.

Fijemonos ahora en las diferentes opciones que propone el SEPURS para la creación de un sistema legal en su censo :

1 Si, con un código legal que marque que es delito y jurado popular
2 Si, con un código legal y jueces elegido
3 Si, sin código legal con jueces elegidos
4 No, es inaplicable
5 No, es una estupidez


Estas opciones proponen varios supuestos, que, sin duda, darían un mayor índice de participación al jugador, haciéndole salir de ese quiste de aburrimiento y desazón en el cual el player medio se ve sumido tan a menudo. De hecho, estas opciones (algunas de ellas) darían un toque especiado al juego volviéndole más atractivo a la par que interesante. Pero analicemos la otra cara de la moneda.

Si nos fijamos en la primera opción, la preparación de un código legal y su aplicación por un jurado popular no puedo más que remitirme a pensar en la vieja Atenas, en el juício a Sócrates que Platón y Jenofonte plasmaron magníficamente. El problema de que exista un jurado popular y las disquisiciones se admitan por mayoría sería precisamente el admitir que, el ciudadano medio, no es alguien especializado en el uso de la ley y mucho menos en las mediaciones éticas necesarias para aplicar de un modo efectivo y ecuánime el código jurídico. En el caso de Sócrates fue juzgado porque los poderosos le vieron como una amenaza, al fin y al cabo, su misión era velar por la virtud. Si aceptamos que haya un jurado popular, aceptamos también el riesgo intrínseco a que los demagogos y oligarca asalten al jurado.

En cuanto a la segunda opción, el admitir unos jueces electos, desembocaría en dos casos diferentes. Por un lado y según lo entiendo, se elegiría de entre toda la población un juez, que no sería más que un ciudadano. Esto no sería para nada justo y, o bien podría desembocar en el caso anterior o bien podría dar el poder de elección a alguien que en sí mismo carece de virtud y por tanto carece de capacidad para aplicar la justicia. En este caso debemos hacer caso de Aristóteles al comprender que NO todos los hombres poseen en sí mismos la naturaleza de la justicia, y que, pese a que muchas veces las normas morales y racionales hacen comportarse a los no racionales en tanto que racionales; también existen individuos cuya naturaleza tiende al vicio y a la injusticia, por tanto, el elegir a un juez público plantearía el problema de que una de estas personas pudiese ocupar el lugar de las leyes. Por otro lado, si elegimos jueces temporales o vitalicios estaríamos fometando la creación de una oligarquía que se encuentre más allá del ciudadano. De este modo desaparecería toda igualdad y por tanto no habría justicia.

En tanto al tercer supuesto no hay nada que no haya dicho ya, sólo que, sin código de leyes, además de crear o bien una tiranía de los hombres injustos o una oligarquía judicial, les daríamos alas para que actuasen, de todas todas, sin arreglo a ningún compromiso ni legalidad, por tanto, en sí, no habría justicia.

Con respecto a las últimas opciones no hay mucho que señalar, no es ni inaplicable, ni es una estupidez, es una faceta a investigar que podría dar buenos resultados si, al hacerse, se hace de un modo correcto y no sirve tan sólo para darle poder a aquellos que ansían poder.

En mi opinión personal, creo, que la opción más justa sería en sí la primera, pese a los riesgos señalados. Si se lleva a cabo de un forma responsable y recta podríamos presumir de poseer justica out-game. Las cartas, sinceramente, están sobre la mesa y creo, que en mi análisis no he dejado ningún palo sin tocar, si bien puedo haber tenido algún fallo al razonar las cosas de este modo creo no haberlo cometido ni haber errado, no obstante, y teniendo muy en mente el hecho irrefutable de que soy humano espero comprendais que todo juicio puede ser errado y todo error puede ser, asímismo, solventado y mejorado.

Un saludo. Tito Bellico.