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Una alegría. Eso que Boca buscaba para cambiar la cara, para recuperar la sonrisa perdida, para maquillar este año negro que se va sin títulos y con consecuencias, al fin se la pudo regalar en la mismísima Bombonera. El Coco la buscó con toque, con Mouche de titular, más los Palermo, más los talentosos Gaitán e Insúa, pero la primera vuelta de llave para abrir la tarde la metió Gary Medel.

El chileno, que metió su tercer gol con la azul y oro y ya está mal acostumbrando a los hinchas de Boca, clavó un zapatazo desde afuera que dejó en ridículo el esfuerzo del Gato Sessa, quien se tiró al revés y fue cómplice, y la pelota entró por el palo izquierdo del arquero. A partir del gol, que llegó cuando el partido todavía se estaba armando, Boca soltó palomas. Con Gaitán de director de orquesta, un Insúa más parecido al que hasta el mismo se reclamaba ser y con un Palermo que siempre está, aunque sea para aportar un pase gol, como en el tercero, Boca construyó un goleada lapidaria ante un Gimnasia tibio que bastante tiene con su vida como para encima intentar una hazaña en esa cancha.

En el arranque del segundo, igualmente, el Lobo tuvo una clarísima en los pies de Vizcarra, que definió sin convicción, y Abbondanzieri la mandó al córner. Un buen síntoma de lo que se vendría más tarde, cuando el árbitro pitó un tiro libre al borde del área, y todo el estadio se hizo un murmullo atroz. Pero, esta vez, el Pato le metió los puños al remate y, entonces, el silencio se hizo aplauso como si se tratara de la atajada de un penal. Bueno, a la luz de los últimos hechos, como penales en el Monumental y tiros libres varios, se entiende el porqué...

Después llegó la tijera de Gaitán, un lindo broche para la noche que le dio un respiro a Basile. Boca ganó, entonces, se regaló la sonrisa que le era esquiva y todavía sueña, matemáticamente, porque quedó a 9 cuando faltan 12, con su chance de Copa Libertadores. Algo es algo...