Los Multis de Camarotex

Day 2,083, 09:55 Published in Spain Spain by Piratax Tax



Aquella brisa marina era realmente agradable… El olor del Mar Rojo siempre era diferente. Me recordaba a cuando mi madre, desconocida para mi (nota preguntar a Aleju, my father, quién era) me cocinaba aquellos pececitos de colores tan monos. A ella le encantaba surcar el Rojo (de ahí se me debió pegar).

La tensión de la última semana se había apoderado de mis cervicales y necesitaba salir. Los vocablos de aquella eCantabria me habían estresado sobremanera y yo no estaba dispuesta que aquel eMundo invadiera la vida que yo siempre había llevado.
A mi me encantaba navegar con mi ePerla Negra y ya iba siendo hora de que la rozaran otras aguas.



-Camarotex, dije a mi inseparable y tullido loro, es hora de zarpar!

Él revoloteó por encima de mi cabeza y estuvo a punto de caerme encima un pequeñín excremento que se le escapó, fruto de la emoción. – Ten cuidado viejo loro!
Me miró mal y me dio un mal presagio.

Decidimos adentrarnos en las aguas. Había que dar un poco de vuelta hasta llegar a aquellos pececines, pero mejor, podría apurar alguna botella de Ron que estaba a punto de caducarme.
Por fin llegamos a Sharm el Sheik, puerto pijo por excelencia. Me pareció buena idea parar y saludar a los colegas IFeros que estaban allí desplazados y ver qué tal les iba a los catagipcis.

Ví algún problemilla con Etchner y como no sabía bien de qué iba el tema cogí a Camarotex de un ala y estiré de él. “crrrrruuuaaaaagggg” , se quejó. “Por qué me tratas tan mal?!”
“Vamos viejo loro, que no podemos estar aquí eternamente! Tengo votaciones en el Congreso que atender!”

Paseamos por el pueblo y …. Aaaaaaaaaaaagggggggggggggg….. me escandalicé. Pude ver a alguien con un parecido razonable a Camarotex!!!



Le miré increpándole. “Pero tú cuándo has procreado en estos lares??” Me miró y me replicó ofendido: “No es mío, no es mío! Yo no soy ese ni es de mi familia!”.
Le creí. Y seguimos paseando mientras saludaba a corsarios que hacía tiempo que no veía. “Fran, que le ha pasado a ese ojo tuyo!” , me burle “Ya te dije que no apostaras con tu cuerpo cuando jugaras al poker!”
Tras unas rondas de un fuerte aguardiente con antiguos piratas me sentí un poco mareada. Pensé que la paz de eCantabria no me sentaba nada bien. Grrrrrr…. Estaba perdiendo facultades y se dieron cuenta, así que tuve que aceptar los retos de aguante!

Salí de aquella taberna maloliente y me dirigía hacia la ePerla. Pero… pero….. “Aaaaaaaaaaaggggg, Camarotex!!!! Me dirás que esta cosa tampoco es tuya!!!”. El tulliloro me miró… “Piratax, estás borracha y eso te hace ver lo que no es!!!!”



Quizá llevaba razón el viejo loro. Yo siempre había tumbado a todos aquellos malolientes surcadores de aguas colorás y ahora me veía algo desubicada. “Por qué tuve que caer en aquel ePaís???” Lo maldije mientras tropecé y caí de bruces ensuciándome mi bonita blusa blanca.
Seguí caminando. Me paró Mary, una gran amiga, pirata como yo, y no pudimos por más que compartir otros tragos de un añejo que llevaba bajo la falda. Nos sentamos allí mismo, en un bonito parque y ya no pude levantarme.
Camarotex estiraba de mi chaqueta, pero yo ira incapaz de moverme.
Le miré con odio y…. “Otra vez tú y tus dobles!!!! Eres un Multiloroooooooo!!!! Te odio!!!! Piérdete por ahí viejoooooooo!!!” Se enfadó conmigo y se fue. Me dejó allí tirada y me sentí engañada. Camarotex se había cuadrupiclado sin darme explicaciones!



Este loro maldito era un Multiloro!!! Nada menos que 4 copias!!! “Maldito, maldito, maldito, maldito” Lo repetí hasta 4 veces, una por cada duplicado.

Mary calló rendida y yo también.

No recuerdo cuándo desperté. Estaba en capulus, con todo mi alrededor lleno de tazas de café vacías. Camarotex estaba dulcemente durmiendo a mi lado, como siempre lo hacía. Le miré con cierta desconfianza, pero en seguida me di cuenta que era mi viejo y tullido loro de siempre: gruñón pero sincero y único. No había multiloros. No había cuadruplicados y no estuve en eEgipto.

“Tengo que prepararme un viaje para visitar a Mary” , me dije. “Sí!!”

Volví a recostarme sobre la aquella interminable máquina de café hasta la hora de las votaciones.