La gente que no sabía usar los espejos. Parte III

Day 1,885, 12:15 Published in Spain Spain by ataskado2


Si alguien quiere aun leer las partes I y II (que NO están directamente relacionadas), lo invito a buscar en el periódico de Leogar, conocido en los bajos fondos como el pulpo, legolas, o geLaro, por quienes abrazamos el random hasta en los nombres.

He reordenado el texto de modo que alguien no familiarizado con la belleza del caos pueda seguirlo, sin embargo hago un llamado desde este punto, o desde cualquier otro, que quienes sean capaces de hacerlo salten libremente por el texto y las imágenes; se trata de extractos escogidos para clarificar los hechos.

Sin más preámbulos, aquí os envío mis jugos gástricos y mi mejor extracto de duramadre y hummus; que pueden acompañar con buena música, mi recomendación particular:

http://www.youtube.com/watch?v=IG4nPM9uxwg
http://www.youtube.com/watch?v=7-qEZ9zeIJw
http://www.youtube.com/watch?v=XpZHUVjQydI


Capítulo 3.4: De mi infancia

Mi padre era pintor, pintaba fachadas; mi madre era costurera, me cosía la ropa al salir para que no la removiera, como hacían con Tom Sawyer. Me escapaba de la escuela para ver a mi padre pintar, algunas veces, cuando había algo de dinero extra en casa, él compraba pintura y se escabullía para pintar fachadas, algunas de casas en ruinas, otras de fachadas solas.





Capítulo 8.1: Del contexto

La situación económica no es la mejor; pero con la ley seca, es decir, prohibición absoluta de producir, transportar o vender alcohol; a mayores de edad inclusive, ha hecho florecer los clubes nocturnos; las mujeres de ocupaciones cuestionables, el dinero fácil, el jazz,el charleston, las intervenciones artísticas, el desnudo y sobre todo pequeños bares clandestinos, para dar cabida al vicio y la cultura por igual.

La iluminación pública es un desastre, un par de farolas por barrio, casi siempre descompuesta; siempre acompañadas de un suave hedor a orines madrugadores.



Capítulo 3.5: De mi ocupación

Como soy hombre de cuerpo fornido, los trajes de tela no se me ajustan bien y gusto de escuchar mala música en malos lugares, la ocupación natural, con la que soñé toda mi niñez, era ser guardia de un club nocturno.Despuéss de licenciarme en Literatura Inglesa y en Matemática aplicada, para complacer a mis padres, pude dedicarme a mi vocación, y como la situación lo ameritaba, y mis pocas ganas de dormir me acompañaban, entre a trabajar en la seguridad de dos bares, uno muy pequeño y otro en franca expansión.



Capítulo 7.2 y 17.-2; De los bares




Capítulo 5.1 y 12.7; más de los bares, y de su encuentro

Ninguno de los bares tenía espejos, ni los dos en los que trabajaba, ni los cientos que había en las callejuelas que los separaban, y ninguno hasta el borde de los suburbios.



Un día mis mundos particulados se encontraron. Era de noche, trabajando en el bar, a lo lejos creí ver la silueta de Leogar recortada entre las sombras, cuando estuvo cerca lo pude comprobar por el tatuaje de un kraken en su brazo; llevaba una grabadora en la mano, y me pareció distinguir un arma en su cinto. No me reconoció de inmediato; miró un poco y se fue, para volver un par de horas después; me vió y supo quien era, me dijo que en media hora fuera a la oficina de Cid, que me debería un favor; yo la verdad ya le debía mucho vino, asi que asentí discretamente, no sospechaba él que yo trabajaba ahí.

Entró Leogar y escuché “Ahí esté el periodista que solo dice la verdad a medias”, y luego la inconfundible voz de Cid diciendo “Yo le quitaría una palabra”. Habiéndose cumplido una hora entré al lugar, pasé al baño para no levantar sospechas, y de salida me asomé a la oficina de Cid; me respondió de inmediato “Sal pacíficamente”; yo me retiré de inmediato, comentando que si era algo privado deberían poner la cerradura; al salir el jefe de seguridad me miró con desconfianza, yo seguí caminando, y me puse en mi lugar junto a la puerta.



Leogar salió unas horas después, no se volteó a verme, nunca hablamos de esta extraña situación.


Capítulo 13.8 Sobre el Mitín

Era casi de madrugada, mi turno terminaba y me preparaba a dormir unas horas antes de ir a la casa del pulpo; cuando por una de las calles aparece un grupo enorme de gente, venía Leogar al centro, cargando un pequeño gnomo entre sus brazos; era una escena surrealista: iba un gnomo a la cabeza, sostenido por Leogar, una llama, unos otaku, algunos con hoz y martillo, otros sosteniendo jarras de cerveza, un tipo disfrazado de pato, un unicornio que gritaba cosas en coreano, y otra fauna que no pude distinguir. Me aparté de inmediato, sabía que la cosa no venía bien. Del bar salieron más personas de las que podría haber contado antes dentro, todos bien armados, con Cid a la cabeza, vestido con ropas idénticas a las de la pintura de su oficina. La lucha fue feroz, yo me quede pasmado, como un espectador de una película pero sin butaca, a mi lado otro hombre observaba, dijo que su nombre era José Luis Cantero Rada, pero que podía llamarlo el Fary.



Capítlo 1.1: Sobre los espejos

Cuando pude volver a pestañear y mover mis pies, me fui directo a la oficina interior, ahi vi parados a Leogar y Cid, frente a frente, el espacio donde antes estaba la Pintura se veía descascarado, como si el tiempo envejeciera más rápido allí. A lo lejos se escuchaba un balido triste, y un grito de gnomo que no puedo describir sino como la felicidad que provoca la posesión de un objeto que se cree valioso. Los dos hombres en la oficina no se movían, tenían sus miradas clavadas en el piso; el asombro podía intuirse en sus caras, veían sus rostros reflejados en un charco de sangre que cubría el barrio entero, y no entendían lo que veían, eran la gente que no sabía usar los espejos.