La antigua máquina de escribir

Day 3,722, 11:34 Published in Spain Croatia by ReKeeo C95


Aún recuerdo la primera llamada. Había realizado cientos de entrevistas y, por fin, sonó la voz que me dijo que estaba contratado. No ganaba mucho, ni era un periódico de mucha tirada, pero siempre fue especial. Éramos poco personal, y casi siempre nos pasábamos más tiempo en la redacción que lo que nuestro contrato estipulaba. Cuantas anécdotas, cuantas historias.

Me ha venido a la cabeza porque esta mañana estuve haciendo limpieza en mi antiguo taller. Cuando comencé a hacerme un nombre en esto, conseguí mayor libertad y me permitían escribir mis artículos de opinión desde casa, en mi pequeño y cuco taller. Sencillo, con libros, artículos, recortes y en el centro de todo, mi gran adquisición, la North’s Typewriter de 1892.



La conseguí al poco tiempo de comenzar ahí, mi gran joya. Y aquí está, encerrada en una caja, en el lugar donde más tiempo pasaba hace unos años y del que sólo queda polvo, reconvertido en un trastero improvisado.

Nunca quise dejar de escribir, pero la situación me obligó a ello. En realidad, ellos me obligaron. Primero, a los dos meses de tomar la casa del pueblo, nos “pidieron amablemente” que no escribiesemos acerca de la realidad del golpe, pues sería peor para la sociedad. Un periodista siempre debe informar, pero las represiones eran tan duras que preferimos callar.

Así, desmantelaron las bibliotecas, y preferimos callar. Silenciaron y encerraron a los humoristas, y decidimos callar. Tras ello se aprobó el “decreto para la libertad en la prensa”.



Siempre recordaré el primer punto de esa ley: “Se respetará la prensa en su totalidad, aunque deberá publicar única y exclusivamente los artículos revisados por el nuevo órgano revisor, que velará por una prensa de calidad y objetiva”.

Y nos adaptamos. Los articulistas de opinión nos volvimos a transformar en periodistas. Debíamos ser objetivos, y ahí, no cabíamos. Entonces comenzamos a pasar todos los articulos por ese nuevo órgano. Ninguno pasó la criba. Sólo se pasaban los artículos de un periodista, llamemosle “Rudolf”, por lo que, en la práctica, toda la prensa publicaba lo mismo, una y otra vez. A partir de ahí, todo se convirtió en un juego estético. El lugar de la noticia, y como la montabas, porque el texto, se repetía una y otra vez. Y eso era libertad.

A veces, conseguimos colar artículos dentro del periodico, opiniones. Pero aumentaron los controles, y una tirada mayor no merecía la pena cuando aquellos soldados entraban y teñían las redacciones de rojo. Odio cuando comenzaron a retransmitirlas, por supuesto, desde el único canal oficial, el “Buen canal”, aprobado un mes después del decreto de la prensa.



Asi que, las plantillas se iban reduciendo a pocas personas, encargadas del montaje. Pero no se conformaron con eso. Al poco tiempo, fundaron el ministerio de información y calidad y prohibieron la prensa, acusada de ser mala y contraria al régimen. Este era un paso que no estábamos dispuestos a aceptar, pero cuando quisimos reaccionar ya no tuvimos oportunidad. Habíamos cedido lo suficiente para evitar masacres injustificadas. Nadie nos leía ya. Por supuesto, cerramos.

No bastaba con eso. Si sabíamos escribir, podríamos difundir, aunque no existiese la prensa. Y todo esto terminó con la prohibición de la lectura y el arte de enseñar a hacerlo, así como retiraron todo elemento de impresión y creación de texto. Por ello tuve que esconder mi máquina. Aún no sé porque no la encontraron. Sólo sé que ahora no se publica nada, una vez han eliminado el ministerio de información. Hasta su propia información les sobra.



Pero no estoy dispuesto, voy a volver a escribir, si aún lo recuerdo. Llevo un tiempo investigando acerca de esos hombres, sobretodo del de la corbata verde. Y estoy dispuesto a contarlo todo, aunque no haya nadie que me lea más allá de quienes me quieren eliminar.