Historias de hoy: un día en el Tribunal

Day 969, 05:34 Published in Spain Spain by Pechorin
Con los tiempos que corren y que no haya sido capaz de conseguir un puesto en una embajada o como secretario de algún ministro, pensaba el Juez mientras se secaba el sudor de la frente. Días como este le hacían desear haberse dedicado a trabajar de Gurú* Harvester.

Que pasen los acusados, gritó para hacerse oír por encima del jaleo de la sala.

En estos tiempos Vdosianos la autoridad se esfuerza tanto en deslegitimarse que no se respeta ni a los tribunales. Tanto cambio para llegar a esto, reflexionaba el Juez mientras entraban los acusados.

Eran tres ciudadanos, alguno anónimo, alguno conocido, pero todos sin nombre frente al tribunal.

El primero entró con paso firme, vestido con un traje anticuado, con charreteras doradas, y jugando con un gran manojo de llaves de todos tipos y tamaños. El segundo entró tranquilo, con la mirada del que domina bien las multitudes, el discurso fácil y conoce los entresijos de la burocracia. El tercero entró aún cubierto por líquido amniótico, con unos billetes para México en una mano y un cheque arrugado en la otra.

¿Saben porque está aquí?, pregunto el Juez.

Si, contestó escuetamente el primero

Por supuesto, contestó el segundo con cierta arrogancia

¿Dónde estoy?, contestó el tercero con sobresalto.

Se les acusa de evadir impuestos, continuó el Juez.

Todos somos culpables de ese delito así que no me considero un acusado ya que lo hago por el bien de la economía, dijo el primero alzando la voz

Yo no evado impuestos, lo único que hago es aquello que todos hacen, ni más ni menos, me comporto de acuerdo a lo que es correcto y aceptado; contestó el segundo con los pulgares en los tirantes.

¿De qué me está hablando? ¿Qué impuestos pago yo? ¿Alguien me quiere decir como he llegado aquí? Se suponía que iba de camino a México, gritaba el tercero sin que nadie le prestara atención.

La ley no puede hacer nada contra las evasiones pero deberían sentirse avergonzados, les señaló el Juez.

Es cierto, el estado necesita más oro para mantener las guerras que mueven m… nuestra economía, afirmó sonriente el primero.

Es responsabilidad de todos mantener el presupuesto estatal, debemos pagar impuestos, dejar de evadir, continuar como hasta ahora e intentar cambiar las cosas; añadió el segundo con mucha flema.

¿Pero es que no me oye nadie? ¿Cómo narices se evade impuestos? ¿Cuántos impuestos pagamos? ¿Para qué se usa ese dinero?, preguntaba el tercero sin lograr respuesta.

El estado necesita algún chivo expiatorio, alguien que siga pagando impuestos aunque sea por todos, inquirió el Juez.

El estado es sabio, sabrá buscar entre la mayoría, de la que no formo parte, concluyó el primero.

Todos somos ciudadanos, todos somos iguales, algunos somos más iguales que otros, algunos no tenemos que ver con este tema aunque formemos para del todo, no se debe tratar mal a todos y mucho menos a algunos; reflexionó el segundo.

No entiendo nada, ¿me van a contestar o no? Voy a perder el vuelo por culpa de esta mamarrachada, añadió el tercero.

Está bien claro quién pagará cualquier subida de impuestos, concluyó el Juez.

Todos quedaron conformes con la sabiduría del Tribunal. Al tercero no se le volvió a ver, pero los demás parecieron no echarlo de menos.