Historia del Octopaulismo: El profeta Mojo y el Gran Leogar.

Day 1,847, 08:06 Published in Spain Spain by JacoboMola


Los más jóvenes no sabréis nada del gran Cefalópodo, ni del profeta Mojo, ni del Gran Leogar. Es una historia que merece la pena ser contada, y aunque no soy digno de tal encargo, los designios de Paul quisieron resucitarme hace dos días para relatarla a grandes rasgos.

Había una vez, en un emundo maravilloso lleno de buenos periodistas, vivía un tal Mojo Jojo23 . Mojo era considerado como uno de los mejores en lo suyo, hacía artículos diferentes, interesantes, e incluso entrevistaba a celebridades, y era muy respetado y aclamado por la crítica. Pero un día al gran periodista, ya cansado del repetitivo emundo en el que vivía, se le apareció Paul. Y a partir de ahí nada volvió a ser igual.



Por aquellos tiempos el emundo y en particular la prensa pasaba por una época muy oscura, y fue gracias a los tentáculos de Paul que conseguimos salir de ella. El profeta Mojo encabezó el movimiento Octopaulista, liderados por el gran Pulpo y con el random por bandera, se reunieron grandes prosistas de nuestro país para darle vidilla al tan maltratado módulo. Sr. Moran, Miguel Bakunin, ataskado2, Leogar o Askatasuna son unos pocos de los muchos que siguieron al profeta Mojo, y fueron evangelizando allá por donde iban.

En este auge de la escritura creativa se creó la Iglesia de la Pulpologia , que desembocó incluso en el Ejército de los Ocho Brazos . Una forma distinta de evivir que gracias a grandes oradores se abrió paso. Por aquel entonces y a diferencia de ahora (j3 j3) el juego estaba total y casi exclusivamente enfocado en luchar, en la guerra, en gastar el ansiado Gold, y estos jovenzuelos dieron una alternativa al mundo.

Guiados por el random, por la maravillosa monedita, el Ejército de los Ocho Brazos luchaba aquí y allá. No teníamos ninguna patria, solo seguíamos los designios de Paul. ¿Qué sentido tenia seguir las órdenes de los mismos políticos corruptos de siempre, mes tras mes, mientras el juego cambiaba sin ton ni son, dejándonos al amparo de las maquiavélicas ideas de nuestros queridos Admins? Con buena tinta, nos revelamos contra todo.



Con una gran multitud de adeptos convertidos a su religión, el profeta Mojo, empezó a tontear con la locura. Su avanzada edad unida a los muchos ehijos que había tenido fueron apagando poco a poco su vitalidad hasta que finalmente, se reunión con el gran Cefalópodo, y ahora mismo se encuentra junto a él, guiándonos. Sin embargo, mientras el profeta iba encaminándose hacia su fin, fue apareciendo otra figura en nuestra religión: El Gran Leogar. Silenciosamente se hizo cargo de guiar a todos los pulpólogos, siguió a rajatabla los designios de Paul, y es considerado actualmente el segundo padre del Octopaulismo.

Pero nada dura eternamente, y el Gran Leogar se fue en un viaje espiritual para acercarse aún más a Paul, dejando tras de si una gran colección de escritos sobre el random, y ahora se haya en paradero desconocido. Tuve la suerte de pasar un tiempo junto a él antes de mi muerte, y antes de su partida, por lo que pude aprender algo de esta gran religión, convirtiéndome en uno de los Pulpólogos más tardíos. En el tiempo que estuve con él vi que Leogar es el periodista más infravalorado de la historia de este país.

Puede que en la actualidad ninguno de estos dos grandes personajes se encuentre entre nosotros, pero el Octopaulismo nunca morirá mientras quede tinta para defender sus ideales.



“No es casualidad que su signo matemático sea un ocho yacente, adjetivo que al hacerse verbo (infinitivo yacer) remite a la cópula y por tanto a la multiplicación ¿Y que otra cosa es el random sino un principio de multiplicidad? De ahí que se equivoquen quienes osan a contrariar al Pulpo Paul diciendo que sus fieles deberían agruparse bajo un sólo nombre."
Mojo Jojo23.

“La guerra de las ideas se esta perdiendo, y es la única en la que merece la pena derramar sangre y tinta.”
Leogar.

Aquí el Mausoleo de la Tinta II, donde se recogen muchos de los escritos más importantes, con todos sus autores.



Queda mucho por contar, pues la tinta del gran Cefalópodo es infinita.



"Toda tinta es tinta de su tinta y no será derramada en vano".