En el pecho de un soldado

Day 1,912, 03:56 Published in Spain Portugal by Personahumana

En el pecho de un soldado, ilusión y nervios: el deseo de unirse a la lucha por tu país, inflamado el corazón de orgullo patrio, la emoción de la aventura a emprender, un mundo nuevo abierto ante ti, todo él por descubrir. Nuevos horizontes, nuevas metas, nuevos compañeros. Y nervios por el no saber, el qué deparará el futuro. Desconcierto ante los cambios, ilusión ante una nueva vida, un nuevo tiempo.

En el pecho de un soldado, lágrimas y besos: lágrimas de madres que dicen "adiós", de padres orgullosos y resignados, que ceden al Dios de la Guerra lo mejor de sus vidas, sacrificio eterno de generaciones, el futuro de un país arriesgado al azar del Destino más cruel, el del filo de la espada. Y besos de amantes, de promesas en el aire, suspiros de placer y hastío, de despedidas cálidas entre brazos ardientes y pieles sudorosas, la miel mezclada con la hiel de la despedida, de los " te espero" entre lágrimas (más lágrimas), deseos desatados y vueltos a encerrar hasta una incierta vuelta.

En el pecho de un soldado, miedo y valor: miedo ante lo desconocido, ante el enemigo oculto que agazapado espera sellar tu destino. Corazón desbocado, dientes apretados, manos agarrotadas, la espera antes de la tormenta, la peor de las torturas: la incertidumbre. Y valor en el choque, las fuerzas enfrentadas, los gritos, las arengas, el hombro de tu compañero en la batalla, su esfuerzo unido al tuyo, la entrega por dominar tu destino. Enfrentarte a la adversidad a la adversidad con coraje y salir victorioso.

En el pecho del soldado, medallas y pena: medallas que premian el arrojo, que ornamentan un presente cubierto de sonrisas y felicitaciones. El respaldo al héroe, al loco o al superviviente (o a los tres a la vez), luz guía en la batalla, el brillo del oro bruñido cegando otras miradas, las dirigidas a los espacios vacíos que guardan la ausencia de los hermanos caídos en la lucha; y por ellos es la pena, el vacío en el corazón; puños cerrados, rabia contenida, recuerdos y brindis, alcool como remedio para borrar el indeleble recuerdo de los que no volverán.

En el pecho de un soldado, dolor y muerte: dolor por las heridas en el campo de batalla, laceraciones de metralla, la quemazón del plomo ardiente arrancando la piel otrora acariciada; la muerte en la hoja de una bayoneta, segando la vida en un suspiro, el último resuello entre vómitos de sangre y estertores, el hálito que se escurre despacio, tan lentamente que casi duele más el verse escapar la vida que las propias llagas; impotencia por no poder evitar lo inevitable, por perder la esperanza; la luz que se apaga. La parca te reclama, soldado.

En el pecho de un soldado, más lágrimas y más medallas: el último adiós, palabras cálidas que no llegan pues el viaje definitivo comenzó hace tiempo para ti y no estás ahí para oír las despedidas, sentir el dolor, el desconsuelo, el corazón roto de los tuyos. Más medallas para decorar un pecho inerte, innecesario oropel, estúpido consuelo para quienes perdieron parte de sí mismos. Oro manchado de sangre que no cura ni sana de verdad.


"Tristes guerras si no es amor la empresa. Tristes, tristes.
Tristes armas si no son las palabras.Tristes, tristes.
Tristes hombres si no mueren de amores.Tristes, tristes."

Miguel Hernández