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LOS ALTOS DE LA SIERRA

Pleno Agosto, y ni siquiera los altos pinares de la Sierra de Guadarrama podían hacer frente al calor tórrido. Como dicen los castellanos, "nueve meses de invierno y tres de infierno", y la expedición de la Columna Internacional ya lo estaba sufriendo en carnes propias. Parecíamos excursionistas; pantalones y camisa remangadas hasta limites insospechados, las botas, colgadas en las mochilas mientras nuestros pies calzaban alpargatas. Solo Zeix, nuestro comandante, parecía imperturbable ante el castigo de Helios, ni suiquiera se había quitado el casco. Bueno, Zeix, y nuestras armas dispuestas revelaban nuestra condición de Milicianos.



Ya hacía tres horas que habíamos dejado atrás el puesto de Navacerrada y pese a las recomendaciones de los milicianos ahí apostados, decidimos seguir adelante. La nuestra no era una misión trascendental, pero todas las municiones que podamos conseguir son bienvenidas por todos...y nuestro contacto en territorio ocupado había prometido buenas cantidades...

Interrumpiendo mis cavilaciones, Zeix mando parar y hacer un alto en el linde del camino...aunque hacía siglos que avanzabamos campo a través "por seguridad". Bueno, daba igual, debíamos parar para hacer planes; el punto de reunión no estaba lejos y debíamos aproximarnos con cautela. Desconocíamos el alcance del espionaje enemigo y si habían logrado interceptar nuestras comunicaciones con la Resistencia, nuestro reducido grupo podría verse en serios aprietos. Asi, mientras el resto de la expedición se reunía en torno al mapa de Zeix y Artdeis montaba guardia con su kalashnikov encalada...yo me retire un poco del grupo, tenía la sensación de que pronto me llamarían.

Fuí preparando las armas; la bayoneta, siempre colgada del cinturon, junto a mi preciado "Dragunov"; jamás sabré como pudo arreglarselas Skiros para conseguir tan preciada joya de fusil de precisión. Dudé, pero me decidí a abrir mi mochila y sacar un viejo regalo...antes era solo un adorno que colgaba de la pared de mi la buardilla, pero afilada, la falcata era un arma corta mortífera. No pude evitar sonreir...

-Dije que solo lo necesario Ignaki - la voz de Zeix parecía sacada de un monologo de Clint Eastwood. -¿Para que quieres esa cosa?-.



-Venga Comandante, y si aparece un gabacho por detras qué ¿le doy amor?- Mi sonrisa ya no podría ser más grande. Aún así, la mirada de Zeix seguía imperturbable, asi que cojí el mapa que sostenía entre sus manos y me puse en marcha al punto indicado para mi posición.

Mi instinto no se había equivocado...yo era la jodida avanzadilla, el encargado de vigilar desde una buena posición el punto de encuentro. Una posición desde la que cubrir a mis camaradas: Zeix, Chesko, Artdeis, Victorself...

Solo espero no perderme la diversión aunque jamás me gusto la caza..

CONTINUARA......

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