Corazon Artificial (No es mio)

Day 1,735, 23:07 Published in Mexico Brazil by encoree

Hoy navegando por internet me he encontrado con un cuento que me pareció bastante bueno.. aclaro que no es mio.



— Papá…

— Si hijo.

— Hoy vi en el parque a una pequeña niña…

— ¿Y qué pasó hijo?

— Ella caminaba con un algodón de azúcar en su mano. Sonreía con su carita llena de aquella nube rosa. Luego avanzó a los claros llenos de arboles en el parque. Ahí estuvo viendo a un árbol y del árbol bajó una ardilla. Ella empezó a correr asustada, pero luego volvió y tanto la ardilla como ella se miraban con desconfianza. Al final ella le compartió de su algodón y la ardilla dejó que la acariciara…

— ¡Oh!, por lo visto te entretuviste viendo a la niña y al animal.

— Si papá. Oye, ¡quiero un corazón!

— Pero hijo, tú sabes… me encantaría darte uno… pero…

El pequeño abrazó a su padre y se fue caminando a su alcoba, sus facciones eran vacías, pedían sus palabras llenar aquella hondonada. El hombre se despedazaba, toda la noche veló por su hijo que descansaba en su alcoba. Los ojos del pequeño permanecían cerrados, sus manos sobre su cuerpo y su respiración inerte.

Le acarició la cabeza pasando sus dedos entre el cabello artificial del pequeño, se sentía suave y lleno de esperanzas. Cerró con cuidado la puerta de la alcoba, dejándola entre abierta para se filtrara la luz del corredor, el pequeño no sabía que era el miedo, pero eso no le impidió al padre cuidarlo de él.

El hombre llegó al ático de su hogar, sobre una mesa llena de papeles con formulas indescifrables había un artefacto muy peculiar. Brillaba en un zafiro radiante y llevaba conectado tres hileras de cables pegados a la superficie del mismo. Cada hilera tenía cinco cables. Cada cable una pequeña descripción muy meticulosamente escrita.

La primer hilera tenía una cinta roja, decía “sentimientos”, cada cable de esa ristra tenía un sentimiento, al combinarse los sentimientos de dos cuerdas daban a luz un nuevo sentimiento, las posibilidades eran finitas, pero aún así muchas.

De la segunda hilera colgaba una cinta azul, llevaba una inscripción “emociones”, las cuerdas de la hilera se entrelazaban como los cabellos en una cola de caballo. Cuando una cuerda tocaba a la otra se mezclaba con dicho cable. Los colores de las líneas se encendían e iluminaban la estructura externa del artilugio.

La última hilera tenía un cordón negro, con letras doradas tenía enmarcado “drenar”, conectaba los cinco cables a las otras dos hileras, evitando así que se tocaran. Con delicadeza el hombre usaba dos conectores, uno plateado otro carmesí, eso separaba a las emociones de los sentimientos, así no se tocarían jamás.

El problema era ¿cómo encender al corazón artificial? Enviaba una corriente eléctrica, con eso lo lograba, pero la batería era muy grande, no imaginaba a su hijo con una batería de ese tamaño en su cuerpo. Toda la noche se sentó en su silla, repasaba sus apuntes e intentaba nuevas teorías y se llenaba de una mayor frustración.

Pronto su hijo moriría y él quería verlo sonreír. Por eso su corazón no llevaría emociones dañinas, ni sentimientos caídos. Solo lo mejor de ser un humano.

Cayó rendido sobre su mesa. Una lágrima, sentimiento puro de humano, rodó por su cara, desaparecía su rastro, quería llegar intacta a su meta. Sobre el corazón de zafiro aquella lágrima se dejó caer. El movimiento de la lágrima por toda la superficie redonda movió sólo lo exacto a la hilera de cables para que se auto alimentara sin necesidad de energía.

Empezó a latir sobre la mesa, él hombre despertó por el movimiento. Lo agarró entre sus manos y buscó el cable que lo alimentaba con corriente, no estaba. Se dibujó la sonrisa más honesta y real en su rostro y corrió al cuarto de su hijo.

El corazón brillaba en tono zafiro, pero por dentro los cables de las emociones y sentimientos daban todo tipo de tonos irreales, los cables de la tercera hilera drenaban los colores que se asentaban y los volvía a mandar al centro del artefacto con más lividez y mejor tonalidad.

El hombre entró a la habitación, el niño dormía. Con cuidado jaló la sabana dejando el pecho del niño descubierto. Con un desarmador quitó unos tornillos y abrió una pequeña compuerta bien tallada. Ahí había un espacio vacío, que hoy rellenaría. Con cuidado descendió el corazón que latía en sus manos, quedó a la perfección, la pieza faltante de aquella hermosa creación.

Selló de nuevo su pecho y retrocedió un poco. El cuerpo del niño brilló en muchos colores y luego los colores volvieron a entrar en él. El niño arrugó su rostro sintético y soltó una sonrisa.

— Te amo papá.

— Y yo a ti hijo

Piensa libremente, sin censuras ni prohibiciones, todo esta fijado al cuestionamiento y critica.