Carta para Los Venezolanos

Day 3,964, 14:32 Published in Venezuela Mexico by Mahireht

En la actualidad la República Bolivariana de Venezuela enfrenta un tsunami de desesperanza en Venezuela, padres huérfanos, amigos separados, hermanos que no se ven hace años… Unos se han ido pero muchos, muchos otros nos quedamos. Como todos sabemos, la mayoría de los que se van son profesionales, venezolanos capaces que buscan una mejor calidad de vida en otros países; pero también hay gente preparada y gente valiosa que ha decidido (por voluntad o por resignación) que es necesario quedarse, que algunos sigan construyendo el país, luchando para que no lo conviertan completamente en ruinas.
Entre los que se han ido están, por ejemplo, los ex-PDVSA. Esos profesionales exitosísimos, brillantes, que la mayor empresa del país decidió despedir vilmente, en cadena nacional después de persecuciones ácidas y ruines. Ahora están en Canadá, Estados Unidos, Dubai… enriqueciendo con su talento y sus capacidades a otros países, porque este no fue capaz de darles el lugar que se merecen. Llueven los “me iría demasiado”, que tienen un buen nivel de vida en Venezuela pero no soportan no poder salir de noche, o lamentablemente la inseguridad les ha robado a una persona que amaban, o les ha marcado la vida con un secuestro.
“No acepto que me quieran
botar de mi propio país“

Además están los estudiantes… ¡oh los estudiantes!… Mentes brillantes becadas para seguir creciendo en otros países, para contribuir con economías emergentes y obtener educación de altura mientras están lejos de casa. Así dan a luz a los padres huérfanos, que tienen todo en Venezuela e irse del país no es una opción, a menos que la patria se convierta en un desierto. Hay muchos otros más.
Pero de lo que se habla poco, es de los que se quedan, los que nos quedamos. Recurrentemente me preguntaban si pensaba irme del país, sobretodo mi papá me presionaba con una insistencia hostil para que buscara una beca y viviera en algún país europeo donde seguro triunfaría con mi récord académico y mis capacidades. A diferencia de mi hermana, yo no me quiero ir. Y si me voy, será empujada. No acepto que me quieran botar de mi propio país, si tu casa tiene un bote de agua o se le daña el piso, la arreglas, no te vas a otro lado escapando.
Esto no quiere decir que esté en contra de los que se van, ojo, creo que cada persona tiene derecho a perseguir sus ideales y a forjarse sus sueños según su criterio le indique, así como creo que en el país no hay cabida para un cierto grupo de personas, que se han ido “botados”. Aplaudo su valentía, su impulso y sus capacidades de sobrellevar las adversidades del día a día en un suelo ajeno, viviendo como extranjeros, sin el calor venezolano con el que se criaron cerquita de la familia, sin duda están haciendo lo mejor y triunfando donde pueden hacerlo.
Aunque abundan los emigrantes, hay mucha gente buena aún en Venezuela, millones de personas que siguen luchando por construir o reconstruir este país. Lo que pasa es que el mal hace más ruido que el bien, y nos acostumbramos a no percibir esos susurros de personas que trabajan por nuestro país sin andar vociferando lo que hacen.
Gente honrada
Afirmar contundentemente que ya no queda nadie honrado en este país, es anularse a uno mismo. Claro, si pagas para que te consigan la cita del pasaporte, le mojas la mano al policía, o pagas a otro para que tus trámites salgan rapidito… está claro que no eres una persona honrada, así quieras darte golpes de pecho y acusar al “sistema” de tu falta de moral. Sin embargo todavía hay muchas, MUCHAS personas que trabajan duro, no se roban un céntimo, no cobran comisión y no andan pendientes de un chanchullo. Aplausos de pie para ustedes.
Ahora bien, si eres de las personas honradas que luchamos en Venezuela, sigue así. La injusticia y la impunidad no prevalecen para siempre. Y con esto no quiero decir que todos son infalibles, porque a veces esa misma impunidad ha llevado a la necesidad de pagar la vacuna, porque muchos funcionarios abusan de su posición de poder y, a veces, las cosas tienen que hacerse. En unos años la justicia hará que caiga quien tenga que caer. Pero si todavía vives la incomodidad de pagarle a un Guardia Nacional para que no te decomisen la mercancía que obtuviste honradamente, seguro tienes la conciencia tranquila, y te da impotencia por no tener mecanismos reales para obtener justicia.
¿Quieres tener más esperanza por Venezuela? Cuenta a las personas que conoces que son gente honrada, date cuenta que no todo es un guiso y que tiene todo el sentido seguir actuando así, aunque los chanchulleros tengan toda la riqueza robada, uno duerme con la conciencia tranquila.
Gente trabajadora
Aunque quieran afirmarlo como una verdad absoluta, el venezolano no es flojo, no la mayoría. Pregúntense por quienes se despiertan a las 4:00 am para agarrar cuatro carritos y estar en su trabajo a las 8:30 am, ¿flojos? Y aquellos que tienen tres trabajos para poder vivir, mantener a la familia y pagar las cuentas. Piensa en quienes le echan pichón de sol a sol para tener comida en la mesa y aún así les da tiempo de revisar que los niños hayan hecho la tarea y que no anden por malos caminos.
Además del “hombre nuevo” que ha formado esta revolución de antivalores por 16 años, al mismo tiempo se han formado jóvenes que hoy están luchando por un presupuesto justo para su Universidad, que prefieren trabajar frente a una computadora que con un arma en la mano. No todo es color de rosa, pero tampoco es todo negro. Como decía, el mal hace más ruido: es necesario empezar a ver con más detalle a quienes trabajan por construir que a quienes viven para destruir.
Defensores de Derechos Humanos en Venezuela
No en vano son mi grupo favorito, después de casi tres años trabajando en organizaciones no gubernamentales (ONGs), gran parte de mi esperanza por este país y mi impulso a luchar por mi patria viene de esas pequeñas escuelas. Generalmente están conformadas por grupos pequeños que trabajan incansablemente para denunciar lo que está mal, exigir el cumplimiento de los derechos, y para enseñar a las personas a no conformarse con lo que tenemos.
“El mas hace mas ruido que el bien"

Hay montones de personas que dedican su día a día a registrar lo que pasa en Venezuela, a llevarlo ante organismos nacionales e internacionales, a enseñar a la gente cómo ejercer y exigir el cumplimiento de los derechos, a no quedarse callados. Puedes preguntarte: y todo esto ¿para qué? Si el sistema de justicia venezolano está amañado, si las instituciones no tienen independencia, si dejaron morir a Franklin Brito (y a muchos otros) y no pasa nada…
Sin defensores y defensoras de DDHH no habría la posibilidad, ni siquiera remota, de hacer justicia en un futuro. Gracias a la documentación de todas las violaciones será posible indemnizar a las víctimas, enjuiciar a los delincuentes de cuello y corbata, y lograr que la historia de Venezuela no quede escrita como lo desea el poder. Y los defensores no somos nada más quienes trabajamos en esto, es también ud. señora, que se queja porque no hay comida; son los familiares de víctimas que cuidadosamente y sin rendirse exigen justicia, son los que denuncian la corrupción, quienes exigen transparencia en la administración de recursos, son los que no permiten la censura y la exponen a la opinión pública: los que no se callan. Recuerda siempre que mientras haya una luz en el medio de la oscuridad, no todo será negro.
Hacen falta más personas que exijan, fuera de Twitter, que los funcionarios cumplan con su trabajo, ellos son los empleados del pueblo, no al revés.
Gente de bien
Hace algunos meses, en hora pico en el Metro de Caracas, una señora iba regresando a casa con sus dos hijos: una de 12 y el otro de 14, según el color de la chemis escolar. Me llamó mucho la atención que los dos estaban impecables, los uniformes del colegio cuidaditos, sin una mancha, zapatos pulcros y ambos peinados. En cambio, se notaba que la mamá le daba todo a sus hijos, muy decente, pero era evidente que prefirió comprarle los zapatos a sus hijos antes de cambiar los suyos.
Captaron mi atención porque en vez de estar pegados a un celular, escuchando música, o cada quien en su mundo, iban compitiendo en un juego de palabras que siempre me ha encantado: decir por turnos una palabra que empiece con la última sílaba del participante anterior (queso, sonrisa, salado, dormir…). ¡Y se veían TAN felices! En una oportunidad la niña se equivocó con la ortografía de un nombre y la mamá le dijo de forma tajante: “eso no se escribe así”, a lo que valientemente y con respeto en su tono la hija le contestó “mami es que los nombres no tienen ortografía”. La mejor respuesta se la dio su mamá: “Eso no se escribe así, esa norma es para justificar que la gente escriba mal, pero digan lo que digan, no lleva h, imagínate…”.
La gente de bien es la que no quiere justificar el mal, la que respeta y cumple las normas sin importar que el de al lado lo esté haciendo mal. Son los que no se colean aunque otros lo hagan, los que respetan a los demás, no mienten para ganarse una comisión; son quienes aún practican e inculcan los valores que tanto se han perdido en el país: ceder el puesto a la tercera edad, embarazadas y personas con movilidad reducida; pedir permiso, dar los buenos días, decir gracias, actuar honestamente, no pisotear al otro para llegar más alto, valorar a la familia, no denigrar a las personas porque su poder adquisitivo o su educación es menor que la propia…

Los que nos quedamos no somos más perfectos, más patriotas ni más valiosos que quienes se van; simplemente apostamos por una realidad distinta, o queremos cosas distintas. Venezuela es un país muy, MUY rico, en geografía, minerales, tierras, petróleo, turismo, GENTE. Es hora de que quienes estamos viviendo en esta tierra haciendo el bien, hagamos más visible que no todo está perdido; es necesario, más aún si crees en Cristo, llevar la esperanza a quienes la están perdiendo, recordar que aún en Venezuela hay gente honrada, buena, trabajadora, que defiende los derechos. No todo está perdido, este país no “se lo llevó quien lo trajo”.

Acaso ¿no puede iluminar una vela todo un cuarto oscuro? Hay que atreverse, seguir luchando por este país que tanto necesita de nosotros. Aunque sea más fácil quejarse, veo necesario poner mi granito de arena haciendo el esfuerzo por resaltar lo bueno, recordar a los otros que si se quejan del mal, es porque defienden el bien; y ahora hay más gente quejándose… así que abundan quienes creemos que es posible una Venezuela mejor. Es momento de seguir construyendo país, rendirse es la última opción.