Carta de un gaucho a Ernesto_Guevara

Day 1,030, 11:55 Published in Argentina Argentina by Cipriano el mudo

Señor Ernesto_Guevara:

Vengo asistiendo, estupefacto, al triste espectáculo circense que se genera alrededor de su figura.

Ya hace casi un año que quedé atrapado en este jueguito.

Y debo confesar que en mis primeros pasos, y desprevenido, Ud. me resultaba una figura notablemente carismática, atractiva y enriquecedora.

Mis convicciones ideológicas, muy lejanas a las suyas, no me impedían valorar sus virtudes intelectuales.

En aquel momento, con mi inocencia a cuestas, lo veía combativo y provocador, con cierta formación académica y política, tal vez revolucionario, picante, con muy buen manejo de la ironía y astuto e inteligente para argumentar y refutar.

Suponía que todo ello, sumado a su evidente compulsión por eR (que lo hace volcar una monumental cantidad de tiempo aquí), eran solo algunos de los ingredientes del cóctel que lo había llevado a ser una especie de celebridad en este mundillo.

Y cuando aún era una especie de niño aquí dentro, sus provocadores planteos políticos y filosóficos me resultaban un atractivo desafío. Incluso (Ud. seguramente no lo recordará puesto que no soy un personaje relevante en este juego), tengo bastante claro en mi memoria haberme arriesgado a cruzarme un par de veces con Ud. en el foro de ALA.

Pero, al igual que en la RL, también envejecí en este jueguito. Y un año aquí dentro es mucho tiempo.

Mucho tiempo en el que vengo observando, cada vez con mayor amargura y tristeza, sus comentarios, sus reacciones, sus argumentos y sus opiniones.

Y hace rato que Ud. ha dejado de entretenerme y divertirme para pasar a generarme una silenciosa, oscura y vertiginosa sensación de rechazo.

Debo decirle que de los cientos de personajes que he conocido aquí dentro, es Ud., por lejos, el que con mayor vehemencia logra desnudar las más míseras y degradantes conductas humanas.

Las más despreciables e hirientes reacciones que uno pueda imaginar, son agua de su molino.

Todos arrastramos nuestros fantasmas, nuestras miserias, nuestras pasiones, nuestras frustraciones.

Tal vez, e incluso, todos llevamos dentro una perversa y auto-destructiva criatura.

Un monstruo masoquista y aterrador que nos engaña. Que nos vende veneno por agua bendita. Y que se retroalimenta morbidamente.

Claro que este bicho, al igual que el cáncer, parece actuar con mayor vigor en los más jóvenes.

Y es que el romanticismo nos hace bellos pero vulnerables.

Supongo que, si bien algunos lograran combatir este costado oscuro de nuestra naturaleza con mayor éxito que otros, el escepticismo y la resignación que nos impone la veteranía y el paso del tiempo nos hace más feos, pero más resistentes.

Pero, para ser más fuertes, el envejecimiento de nuestra piel no es suficiente.

Porque, si es que existe la sabiduría, ella solo se deja acompañar de un lento y dificultoso crecimiento interno y de una pausada madurez intelectual.

Y si ello no sucede, como parece ser su caso, pues todas las virtudes serán en vano.

Me despido de Ud. rogándole que no mal interprete mis palabras.

Créame que en esta carta no hay rencor. Solo me mueve la tristeza y la angustia.

Y, tal vez, una pequeña luz de esperanza para que Ud. nos permita seguir divirtiéndonos.