Acto Segundo de El Imperio

Day 816, 09:26 Published in Spain Spain by Eorlin

Y alli estuvo, de pie, observándola hasta que, pasadas unas cuantas horas de incomodo silencio, la muchacha se levantó, dejó el libro sobre la mesa y se encaminó hacia donde Claudio aun estaba observandola, y dijo:
-¿Quién eres, muchacho, que llevas tanto tiempo mirandome inmovil? sal de ahi detras y hablemos tranquilamente
-Siento haberla importunado, señorita, pero la he visto entrar y me he quedado embelesado con su hermosura, y estaba usted tan preciosa ahi leyendo que el tiempo parecia no pasar para mi. Si la he ofendido, le pido disculpas
- No te preocupes. Pareces un soldado, pero éste no es precisamente el lugar donde mas soldados se suelen encontrar. Dime, ¿Como te llamas?
-Claudio es mi nombre, mi señora, y como bien habéis deducido, soy capitan del ejercito de Su Majestad. Mas paso muchas horas aquí, ya que la lectura es la principal de mis aficciones
- No se si lo habrás adivinado ya, Claudio, puesto que me habeis estado observando largo tendido, pero yo soy...
-Vos sois Agalia, hija del Emperador, luz y alegría del Imperio, orgullo del eEspaña.
-Eres muy perspicaz. En efecto, soy la princesa. Esta es Keila, mi fiel criada. Si es cierto que acudes tantas veces aqui como dices, podriamos pasar algun tiempo en compañia. Mi sierva no me da mucha conversacion, y tu pareces culto e interesante.
-Será para mi un placer compartir mis horas, mi tiempo de lectura con usted, Alteza. Ahora, si me disculpa, está anocheciendo y debería volver al Cuarte. Buenas noches, Alteza. - Acto seguido, Claudio se giró y salio por la puerta

La criada, preocupada, se adelantó y le susurro a Agalia al oído
-Mi señora, no em parece buena idea. Mas no tema nada, su padre, el Emperador, nada sabra por mi boca.
-Gracias Keila. Pienso que es un muchacho interesante. Esperemos a ver que nos depara el mañana.
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Pasaron los dias y ambos fueron descubriendo como las pasiones del otro eran compartidas por uno
Cierto dia, quisieron leer un tratado filosófico sobre ética y, al descubrir que solo había uno disponible en la Biblioteca, decidieron leerlo juntos. Ahí empezó todo
Primero fue solo un roce de manos. Cuando el tratado lelgo al tema de la ética del amor, ambos jóvenes se miraron y se sonrojaron.
Claudio se habia enamorado perdidamente de akella rubia joven de ojos verdes, perspicaz, sensible, preocupada que era su señora
Agalia, por su parte, se consumia por dentro por saberse enamorada de aquel joven y ver que su condición de princesa le negaba cualquier posibilidad de felicidad con él
Lo que ambos jóvenes no esperaban es que el Emperador iba a ser informado de su romance y no le iba a gustar.