6º Relato de Guerra "Caballeros y Espadachines"

Day 1,778, 06:07 Published in Spain Spain by Alberto97

"Ambos caballeros agarraban con firmeza las empuñaduras de sus espadas. Las manos de los seres que los transportaban los soltaron a tan sólo unos centímetros del suelo y se alejaron de allí con la misma rapidez con la que habían llegado, dejándoles caer en la fría piedra de los adarves.
Instantes después de posar los pies sobre la imponente muralla Jacke escuchó el salto de Alan junto a él. Los centinelas que se hallaban por allí les salieron al paso un tanto asombrados. Él no esperó a saber más, se puso en actitud defensiva y tras asestar un par de mandobles a la par de su amigo salió corriendo de allí dando ágiles saltos por las escaleras hasta llegar abajo.
Estuvo tentado de envainar su arma de nuevo pero prefirió mantener el acero desnudo por el bien de su pellejo. «Aquello tenía que salir bien, y no disponían de todo el tiempo del mundo…».
Se giró hacia atrás justo antes de ver como un soldado espada en mano se acercaba veloz a las espaldas de Alan, que iba tras él. No tuvo tiempo de avisarle, oyó un gemido apagado…Su compañero se había parado en seco y a apenas unas cuartas de distancia el desgraciado de atrás se había visto con un palmo de acero en el pecho. Aún pudo tener el áspero sabor de la sangre en su boca antes de morir.
Entre los dos tiraron del cadáver y lo escondieron en una especie de callejón sin salida para impedir que se corriera la voz de alarma.
Hecho esto se dirigieron una mirada de complicidad y echaron de nuevo a correr hacia el interior de la ciudad aunque sin perder de vista la muralla, en pos de lo que buscaban.
En el camino volvieron a cruzarse con varios soldados pero al igual que anteriormente y aunque con mayor dificultad se los quitaron de en medio y continuaron su incursión en el territorio enemigo.
Alan notó como un fino hilo de líquido rojizo discurría desde su frente y le llegaba al labio superior. El olor y el sabor de la sangre tibia, aún a sabiendas de que no era suya le erizó el bello de la nuca, pero no por ello se detuvo.
Escuchaba la respiración agitada de Jacke junto a él. Una vez más se veían unidos en algo aunque en esa ocasión no sería tan fácil salir inmunes…Todo dependía de si lograban que funcionase el factor sorpresa, la última esperanza de la compañía…
Sus dedos apretaron fuertemente el pomo de su espada al divisar a un guerrero al final de la calle. Con suerte aún no se había percatado de su presencia. De un fuerte tirón asió a su amigo del hombro y lo acercó a la pared, al igual que él.
Una vez pasado el peligro Jacke y Alan salieron de su escondrijo y continuaron su misión: intentar llegar a la puerta de entrada lo antes posible y conseguir encontrar aquello que la abría para lograr así que el fiero ejército que esperaba en el bosque penetrase en la ciudad.
Cuando sus ojos alcanzaron a distinguir su destino fueron conscientes de que sería bastante complicado. Por lógica, la mayor parte de la vigilancia estaba puesta en aquel lugar.
Respiraron hondo y se lanzaron hacia allí dispuestos a arriesgarse para lograr su fin y acabar de una vez por todas con todo aquello. Espalda contra espalda abatieron a los tres primeros, quienes antes de desfallecer ya se habían encargado de alertar a los demás, lo que atrajo a los soldados cercanos. Jacke sonrió para sí «lo único bueno es que les quitamos un peso a los otros, como las hormigas que van todas a un mismo grano de pan…, se dijo, ¿qué mejor adiós a la vida que éste? ».
Alan se agachó y giró para esquivar una cruel y fiera estocada, lo que le alejó de Jacke. Acto seguido planeó un contraataque que resultó fugazmente mortífero a su adversario, saliendo ileso del combate. «Esto no durará mucho más…», pensó angustiado enzarzándose en un nuevo duelo y sin cesar de agudizar los oídos.
A Jacke se le encogió el alma y se le revolvieron las entrañas al sentir junto a su propio cuello el calor inigualable que desprendía la espada ígnea que habían estado buscando. La tensión y el sonido de la respiración de su contrincante junto a sus oídos no impidieron que una vez más sus pensamientos hallaran una escapatoria. Sin apenas mover un ápice de todo su cuerpo buscó al tacto el mango de la daga que guardaba en el cinto, la extrajo y con envidiable agilidad echó el brazo hacia atrás y la hundió en la garganta de su agresor. Después le quitó el arma y gritando el nombre de su amigo para alertarlo se la arrojó por el aire. Éste saltó y tras agarrarla con presteza la introdujo en el eje de la gran polea tras él, produciendo un crujido metálico.
Comenzó a girarla mientras Jacke le guardaba las espaldas, pero un solo hombre no era capaz de abrir la enorme e inquebrantable puerta de la fortaleza. En cambio no se rindió sintiendo el dolor en sus dedos, vio por el rabillo del ojo a una figura que se acercaba a él corriendo «aquí acaba todo», pensó. Pero aquel guerrero no era ni más ni menos que Mads, quien apoyó sus puños en el artefacto y con su característica brutalidad la hizo girar, sembrando en el rostro de Alan la esperanza y dejándoles entrever el contorno de los robustos árboles del bosque, por donde emergieron centenares de caballeros dispuestos a blandir sus armas defendiendo su honor."