[MINAS ITHIL] Una mirada por encima del hombro

Day 1,303, 11:14 Published in Spain Czech Republic by Ithilwen



Estaba perdida hacía ya rato.

La guerra ahora les daba un respiro y podía salir a pelear a territorios ajenos en vez de tener que defender sus propias tierras de las tiranas manos de gUSAnos y Brazucas. Había sido aceptada en las fuerzas armadas y debía someterse diariamente a labores pesadas por un salario mínimo y un duro entrenamiento directamente en los campos de batalla, arriesgando su vida junto a los grandes de antaño.

Desde la llegada de Jesser al poder, los generosos salarios que Sumsura le pagaba ya no contaban dentro de su patrimonio y sus posibilidades de conseguir las drogas que utilizaba a diario disminuía enormemente con cada pequeño cambio que a Plato se le antojaba.



550 puntos de vida podía recuperar ahora... pero a cambio se había quedado sin un solo duro. Siendo la guerra el ámbito con más fuerza, servía el sacrificio, pero de nuevo, a despedirse de Napoleón, de César y del Boot Camp. Estaba sola, entre alambres de púas, con sus botas de soldado.

No había ganas de trabajar. A veces producía raw, otras algunos panes.... algunas armas... pero nada con demasiado entusiasmo.
Ya ni siquiera podía estar en el IRC tan atenta como antes.
Lo único que anhelaba era que llegara la noche para volver a casa, a los brazos de su eAmor, a recuperar la salud perdida en su jornada.



Tampoco había ganas de escribir... lo hacía ya para no dejar un periódico estacionado como si fuese chatarra. La cultura decaía, el nuevo lenguaje estaba tomándolo todo a su paso y cada vez parecía haber más necesidad de recurrir a imágenes llamativas y de interés meramente sexual para lograr la atención a la lectura.

Ese día en el Spa con Lantanique le había hecho bien. No conocía ese tipo de terapias y más allá de resistirse un poco a los tratamientos hidroterapéuticos, los pececillos succionadores habían logrado su objetivo. Salía del Spa, al menos, de buen humor.



Pero fue sólo un día.
El resto era tedioso.
No hacía más que leer los feeds y cada tanto inspirarse y dedicar algún video o una danza a Sumsura, jugando con los sujetos omitidos para estudiar los comentarios que luego le sucedían. Así pasaba las horas, los días, mientras Sumsura trabajaba y se sumergía por completo entre el oleaje del mercado y no estaba a su completa disposición para aliviar esas “ganas de” que solía sentir. Claro que nada se comparaba con la recompensa que luego de la espera se le otorgaba, pero la espera era fatal... a veces era mejor que llegara el fin del eMundo, otras simplemente perdía ese tiempo tonteando por los salones vacíos de su partido político, de la embajada de su país de origen, de las salas oscuras donde algunos intocables tejían los hilos de la eEspaña que se les antojaba.

Tantos planes tirados a la basura por la constante atención que Plato demandaba, todos los días algo nuevo para distraer a los jugadores de sus planes originales. Todos los días algo más que ayudaba al eMundo a volverse inhóspito... aburrido... desmotivante.
El suicidio no era opción... ya lo había intentado en una oportunidad, y Sumsura lo evitó... no solo le había regalado alma y cuerpo, sino también le debía la eVida.
Algo tenía que hacer para que su eVida dejase de ser de ese tono gris plomo, que queda muy bien en satén y sobre un cuerpo desnudo, pero para teñir los días era de lo peor.
El tetalitarismo no estaba funcionando. Fargaz no era la presidente en eParaguay... y había poco que hacer si las chicas no estaban reunidas en el canal, al que ya poco entraba. Tras explicar acaloradamente que no se trataba de una denigración del género ni de un régimen del estilo nazi, como muchos interpretaron, se había cansado de ver glándulas mamarias, tacones de aguja y labiales rouge... nada que hacer para Ithilwen en ese lugar.



Las baby FFAA estaban muy quietas... los grandes defensores de la patria parecían mantener todo en perfecto órden y el pequeño daño que podían hacer los bebés armados se reservaba para momentos más críticos en que todos necesitasen atacar juntos.
Se veían a lo lejos los uniformes LCI codo a codo... o tobillo a codo con las fuerzas armadas, ya que a los tobillos de los intocables apenas llegaban algunos soldados, Ithilwen entre otros.

Las empresas... ¿Qué empresas? Sus empresas, claro! Tenía muchas empresas, sin empleados, sin ganancias, tan abandonadas como estaban cuando tuvo que restaurarlas.
No le faltaban las ganas de dejar salir la incendiaria que, desde bien profundo en su mente, le golpeaba las puertas y ventanas para que le abriese, para que le diera un huequito por el cual asomar el brazo y lanzar, al menos, una molotov.



Jugar con fuego era un vicio, y uno que ya le había salido bastante caro.
Pero esas eran historias de otra vida, que no merece la pena mencionar.