¿AL CIELO A VOLAR?

Day 2,420, 02:07 Published in Spain Spain by Borjalakis

El silencio se hizo eterno. Lo que antes era un bullicio de conversaciones inocuas, risas, páginas de periódicos o revistas fueron súbitamente cortadas tras la deflagración.
Hacía días en el que el ambiente estaba tenso. Un grupo de jóvenes leales a unos sentimientos habían decidido dar el paso que casi nadie hubiese querido que diesen. Sólo los seguidores de sus ideales, los mismos que años atrás habían intentado hacer lo mismo, eran los que apoyaban tales actos. Sin embargo, no era el momento de echarse atrás y la fuerza mental y física de sus descendientes lo habían conseguido.
El silencio se hizo eterno. El sol golpeaba implacablemente sobre la cara del chico al que su walkman le había abandonado hacía unos instantes. La maldita tapa de las pilas se había vuelto a caer y las baterías habían quedado al aire. No podía dejarla en el suelo si no quería volver a escuchar a su madre regañándole. La otra vez ésta se había perdido en casa y ella lo encontró. Si vuelvo sin ella, para que pedir más.
La capota del autobús se había desprendido completamente y recordaba a esos autobuses turísticos que siempre se ven dando vueltas por la ciudad pero la claridad no había llegado aún a los asientos. El humo envolvía todo y ese olor a quemado no era familiar.
No quería ir otra vez al super a comprar la leche sin lactosa pero la insistencia de su padre le hizo soltar un “vaaaale” instantes antes de cerrar la puerta.
A medida que pasaban los segundos, el humo se fue disipando. La visión estaba borrosa y el zumbido en los oídos era insoportable. Mareado abrió los ojos pero la luz le cegaba. Parecía que nunca la hubiese visto y decidió mantener los ojos cerrados. Picaban y las lágrimas comenzaban a recorrer sus mejillas.
No había mucho en que pensar. Comprar un pack de 6 cartones de leche y ver si habían traído los chicles de menta de la última vez. Pero ahora con esto que ha pasado, a ver lo que tardaba. La verdad es que su cerebro comenzó a liberarse. Las ideas e imágenes fluían rápidamente a medida que unas voces se intuían en la lejanía. Sin saber quiénes eran, decidió seguir tranquilo y tumbado, dejando el tiempo pasar.
Lo único que le echaba de menos era su música, que había cesado súbitamente. Le extrañaba, su walkman nunca fallaba. Las voces sonaban más cercanas pero seguían siendo incomprensibles.
Un aire caliente le golpeaba la cara. Más lágrimas limpiaban sus ojos. La sirena se oía de fondo.



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