[Nº 2] Una política de Defensa Nacional para eChile

Day 1,799, 16:52 Published in Chile United Kingdom by Sathana


Tras dos meses de una estabilidad relativa, comienzan a aparecer las primeras muestras de políticas públicas que logran darle existencia concreta a nuestro Estado y cohesionarnos bajo una idea de nación. Pero un objetivo clave para el desarrollo estratégico de nuestro e-país aún está pendiente: el diseño e implementación de una política de Defensa Nacional.


(Para comenzar a leer este artículo, sugiero escuchar una música de fondo).

Las comunidades nacionales de eRepublik se caracterizan por un rasgo peculiar: tod@s sus integrantes sin excepción son militares, ya sea con actividad diaria o esporádica.

Si tuviéramos que asimilar nuestra condición de e-sociedad militarizada con algún ejemplo de la realidad, observaríamos que hay ciertos países en el mundo en los cuales, las Fuerzas Armadas participan activamente de la construcción de su identidad nacional.

En Corea del Norte, por ejemplo, el Ejército del Pueblo (Chosŏn inmin'gun) posee 1,17 millón de efectivos, con una reserva estimada en alrededor de cinco millones, siendo la quinta mayor fuerza militar en el mundo.

Su estructura se basó en el modelo de organización soviético, y consta de un servicio militar masculino que dura entre tres a diez años, dependiendo de la rama en la cual se efectúe. No obstante, los ciudadanos son entrenados durante una cierta cantidad de horas anuales, dependiendo de su edad; para tales efectos, han dispuesto de una serie de cuerpos paramilitares donde reciben adoctrinamiento e instrucción coherentes con el tipo de labores que ejecutan.

En Irán, el Ejército de la República Islámica (Artesh) cuenta con 400.000 efectivos profesionales y cerca de 350.000 reservistas. El servicio militar se cumple entre los 18 y 50 años, con un periodo de extensión de dos años.

Además, poseen otros cuerpos paramilitares encargados de la seguridad interna del país, siendo el mayor de ellos el Ejército de los Guardianes de la Revolución Islámica (Sepāh-e Pāsdārān-e Enqelāb-e Eslāmi), que posee una fuerza de 125.000 efectivos.

En el caso de Israel, mujeres y hombres deben efectuar el servicio militar entre los 17 y 50 años, con una extensión de dos años para las primeras y de tres años para los segundos. Las Fuerzas de Defensa (Tzva Hahagana LeYisra'el) cuentan con alrededor de 175.000 efectivos y 600.000 reservistas, lo que representa cerca de un 10% de su población total.

Además del respaldo norteamericano, Israel dispone de tecnología militar de punta, lo cual le ha permitido enfrentar seis guerras con sus vecinos árabes, desde su formación como Estado, en 1948. Aunque lo más adecuado sería decir que ha permanecido en situación de guerra desde su origen.

En estos tres países, se han generado poderosos vínculos entre las Fuerzas Armadas y la sociedad civil, por lo cual, es difícil distinguir donde termina una y comienzan las otras.

Motivaciones políticas, religiosas e ideológicas explican tal grado de militarización de la sociedad, en un contexto de fuertes presiones externas y bajo la bandera de un nacionalismo integrista, como mecanismo de resolución de los conflictos internos generados por un estado prebélico constante.

Obviamente, eRepublik es un juego y acá no estamos expuestos a tales niveles de estrés. Pero hay cierta mecánica que se replica, en tanto es un comportamiento humano asimilable por un software que presume simular la realidad.



En el artículo anterior, revisamos de forma somera el modo como una comunidad elabora la idea de Nación, a partir de un cúmulo de experiencias y significados colectivos.

En dicho contexto, el Estado asume un rol preponderante en la construcción de lo nacional, entre otras razones, porque permite objetivizar ciertos significados, mediante su procesamiento y fijación como contenidos oficiales.

No obstante, Estado y Nación no son lo mismo. Max Weber lo expuso con claridad en su mayor (y monumental) obra, pero para evitarnos su invocación, citaré a Carlos Cousiño en su nombre:

“Weber diferencia claramente entre Estado y nación, pero establece también una conexión entre ambos. La nación pertenece a las formas de agrupación comprendidas en el tipo ‘comunidad’, caracterizado por nexos subjetivos de pertenencia. El Estado, por su parte, pertenece al tipo ‘sociedad’, caracterizado por la asociación consciente para fines específicos. Más aún, la nación pertenece al ámbito de la cultura, y es sostenida principalmente por los estratos intelectuales; el Estado, por su parte, se sitúa en la esfera del poder, y su idea se encarna en la burocracia y el ejército.” (pp. 127-12😎.

En su momento, Mario Góngora planteó que la guerra fue un factor determinante en la conformación de un imaginario nacional durante el siglo XIX. Góngora reflexiona: “En el siglo XIX la guerra pasa a ser también un factor histórico capital: cada generación, podemos decir, vive una guerra. (…) El siglo pasado está pues marcado por la guerra, y el símbolo patriótico por excelencia es Arturo Prat, un marino caído en un combate perdido. Todavía en la primera década de este siglo subsiste en el exterior la imagen de Chile como país guerrero. Miguel de Unamuno le escribía a un admirador (…) hablando de Chile como ‘un país de cartagineses, organizado para el botín de guerra, y al cual el salitre ha corrompido’. (…) Mas desde el fin de siglo el rasgo guerrero comienza a palidecer y se esfuma en el transcurso del siglo XX.” (pp. 32-33).

René Girard propone que el rito de la guerra intenta clausurar la violencia recíproca, orientándola contra una víctima sacrificial apta para toda la sociedad, un "chivo expiatorio”, que permite sanar temporalmente al cuerpo social.

Cuando se logran perpetrar sacrificios exitosos, el orden se estabiliza y simbólicamente retorna a sus inicios míticos, exaltando la ritualidad e iconografía nacional que asisten a dicha ficción. En cambio, los actos sacrificiales fallidos intoxican al cuerpo social con afanes de venganza (pp. 9-43 et passim).

En el contexto histórico de Chile del siglo XIX, la relación entre el Estado y su mayor Instituto, el ejército, llega a ser tan significativa que se puede afirmar que ambos se construyeron mutuamente, ante los constantes escenarios de guerra interna/externa y la necesidad de generar una burocracia capaz de administrar las empresas bélicas.

Esta relación se replicó con menor intensidad durante el siglo XX, cuando las Fuerzas Armadas fueron utilizadas para contener y reprimir a los movimientos sociales, lo cual abrió grandes brechas de significación y valoración de su rol, que persisten hasta hoy

No obstante, la historiografía y la educación pública mantuvieron vivo el esplendor de la gesta fundacional de Chile, lo cual explica el por qué aún conmemoramos las “Glorias del Ejército” chileno como una de las festividades patrias.

Aunque para que ello suceda, debemos olvidar el horror y recordar solamente las luces de lo épico.



(¡Música por favor, maestro!).

A partir del siglo XXI, el Ejército de Chile comenzó un proceso de modernización de su estructura orgánica, que puede resumirse en un concepto clave: la polivalencia.

Constituir una fuerza terrestre polivalente, permite asumir las necesidades estratégicas de la defensa de nuestro país, incrementando la capacidad real de disuasión del Instituto armado.

Este es un tema de cierta complejidad para tratar en un escrito con estos fines. No obstante, para quienes pueda interesarles, sugiero la lectura de la segunda, tercera y cuarta parte del "Libro de la Defensa Nacional de Chile 2010".

En lo medular, este conjunto de transformaciones considera la reorganización de la fuerza para concentrarla, mejorando la administración de los recursos disponibles y pudiendo así provocar un efecto mayor que en un escenario de dispersión y duplicación de funciones.

Un paso clave para generar una respuesta rápida, eficiente y eficaz.



(Sones marciales para continuar la lectura).

Siguiendo esta misma lógica y al amparo de los antecedentes revisados, me permito plantear cinco dudas sistemáticas:

- ¿De qué manera nos beneficia como e-país el contar con 29 Unidades Militares (28 de ellas privadas y una estatal)?.

- ¿Cuál fue la ganancia obtenida al jibarizar el Ejército de eChile, priorizando la acción de las Unidades Militares privadas en su reemplazo?.

- ¿En qué grado han sido capaces las Unidades Militares privadas de retener y fidelizar a los nuevos jugadores?.

- ¿En quién recae la responsabilidad mayor de formar a las nuevas generaciones de combatientes?.

- ¿Se distribuye con un adecuado orden táctico el daño de cada División?.

Ciertamente que se han intentado múltiples formas de organizar las fuerzas de combate a lo largo de la existencia de eChile. Cada generación de jugadores ha buscado sus propias respuestas, y es probable que para los más veteranos, esta clase de análisis no reporten ni la menor utilidad.

No obstante, aún a riesgo de intentar redescubrir la pólvora con mil años de retraso, debo señalar que el sistema de Defensa actual presenta los siguientes defectos:

1. Dispersión de recursos escasos.
2. Inadecuada gestión de la capacidad de daño disponible.
3. Baja capacidad de retención de jugadores.
4. Fragmentación de los discursos, priorizándose los del grupo de pertenencia (unidad militar) por sobre los comunitarios (nacionales).
5. Fomento de la respuesta individual por sobre la colectiva, en un juego donde sabemos que NADIE puede ganarlo por sí sólo. Ni siquiera los caudillos.

He excluido de estos factores, la influencia que ejercen los Partidos Políticos sobre las Unidades Militares; dos módulos que a mi juicio, debieran permanecer totalmente independientes uno del otro.



Como una forma de aportar a la discusión, planteo la necesidad de establecer tres ejes articulares, sobre los cuales fundar una Política de Defensa para eChile. Tales ideas están desarrolladas en un documento de trabajo, que será parcialmente publicado en Nekyia en los próximos días.

A modo de síntesis, debo señalar que dichos ejes son los siguientes:

I. Reorganización del Ejército de eChile, como la entidad encargada de la formación de los nuevos jugadores pertenecientes a la División 1, en un sistema que emula al servicio militar.

II. Creación e implementación de la Academia de Guerra, encargada de la formación de los nuevos (y antiguos) jugadores en todas las materias de eRepublik relacionadas exclusivamente con el módulo militar.

III. Reorganización de las Unidades Militares privadas en torno a un sistema que determine un número acotado para escalafón, élite, mercenarias y autónomas.

Este es un sistema mixto de gestión de la Defensa, en donde el Estado adquiere la obligación de formar a las nuevas generaciones de combatientes, los cuales deben recibir una instrucción homogénea en contenidos y procedimientos, además de una red de apoyo que permitirá retener y proyectar a un número mayor de jugadores.

Por su parte, las Unidades Militares privadas recibirán jugadores con la instrucción militar básica concluida, ahorrándose los costos de emprender dicha labor por iniciativa propia, pudiendo a la vez capacitar y darle experiencia a sus propios mandos en dicho proceso. Esto, junto con la potenciación de su capacidad de daño, pues se reduce su número y especializa a algunas como cuerpos de élite.

Para iniciar esta discusión e-ciudadana, sugiero la conformación de una mesa de trabajo transversal al mayor número de Unidades Militares posibles, para analizar la realidad y destino de nuestras milicias, con la finalidad de elaborar una política de Defensa para el mediano y largo plazo.

En dicha mesa, es conveniente efectuar análisis de casos como los de eSerbia, eBulgaria, eMacedonia (y por qué no decirlo, de eArgentina), para comprender las razones que les permitieron constituirse en potencias bélicas, y de paso, intentar adaptar y replicar los modelos exitosos de gestión.

Ahora bien, es bastante probable que estas ideas no tengan mayor acogida en los escenarios de Poder actuales. Pero, el propósito de plantearlas tiene un especial énfasis para la generación BB de junio de 2012 y fechas cercanas, pues constituimos el último gran motor que ha venido a inyectar dinamismo y posibilidades reales de crecimiento a esta nación.

Somos los llamados a generar los acuerdos básicos de gobernabilidad y el marco de una Política de Defensa para nuestro e-país en un futuro mediato. Entonces, debemos prepararnos desde ya para asumir nuestra responsabilidad histórica con eChile.



Estas ideas van en la dirección de lograr que eChile crezca en población, aumentando en número a las Divisiones mayores, recupere sus territorios originarios (o la mayor parte de ellos) y desarrolle los medios suficientes para disuadir ataques de otras potencias.

Eso nos permitirá incluso un día, negociar la paz con eArgentina, siempre y cuando podamos resguardarla con una capacidad bélica equivalente.

En palabras de Vegetius: “Igitur qui desiderat pacem, praeparet bellum; qui uictoriam cupit, milites inbuat diligenter; qui secundos optat euentus, dimicet arte, non casu.”.

Cuya traducción es: “El que desee la paz, así pues, ha de prepararse para la guerra. Quien aspire a la victoria, no reparará esfuerzos en entrenar a sus soldados. Y quien espere el éxito luchará según reglas, no según la fortuna.”.



Debo agradecer la generosa recepción y comentarios que han tenido mis artículos hasta la fecha. Son ellos el mayor aliciente para reservar tiempo escaso para escribirlos.

Si le han hecho sentido algunas de estas ideas, viralícelas, pues es la mejor forma de compartirlas con otras personas de intereses congruentes a los suyos, o a los míos.

¡Salud y Libertad, compañer@s!.