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Huelo SANGRE enemiga… Tus armas hacen que esta sangre sea irresistible para mí…

Salto por encima de la trinchera y me dirijo con mi tanque hacia la frontera enemiga. En una mano, un bazoka, en la otra, el botón rojo que acciona el cohete. Disparo ráfagas cortas de metralleta a unos mercenarios que se habían quedado atrapados en el fuego cruzado y tiro una granada al puesto de mando de la trinchera toallera…

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Solo ha sido un sueño. Me he quedado dormido frente al ordenador mientras escribo el periódico de los Guardias de la Noche… Solo me falta un candidato para poner… Me levanto y me sirvo un café. Mientras se hace, veo la hora. “04:56”. Casi las cinco de la madrugada. Se nota que incluso KueRVo se ha ido a su casa a dormir, por que la única luz que alumbra la arboleda de delante del edificio es la de mi despacho… Y… ¿Por qué me siento tan mal? ¿Por qué creo que he hecho algo malo? Ya te has vuelto a meter en mi cabeza. Yo no me siento normalmente así. Aunque creo que pusiste algo en el conducto de ventilación del almacén. Aquel almacén que me regalaste como castigo . En aquel almacén había algo más que unas simples armas… Suena la cafetera. Mi cappuccino está listo. Mis piernas, al contrario, no quieren responder. Dejo el café en la mesa y me tumbo en el sofá que hice poner para estos casos.

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Tres horas más tarde…

— ¿Otra vez aquí? Ya te he dicho que no te voy a pagar horas extras… — Me riñe KueRVo con una sonrisa en la cara.
— Estaba terminando el BOP y me he dormido, pero tranquilo, que esto va por mi cuenta.
— Pues va levántate y vete a casa a terminar de dormir.
Cojo el ordenador y me dirijo al aparcamiento donde tengo mi recién estrenado coche. Lo único que se oye son mis pisadas… Lo único que siento es no poder ir ahora a la LUCHA con Jervaj y el resto… Es posible que antes no sintiera esto y que de verdad me estés volviendo LOCO… Es posible que no quieras que me rebele, por eso, siempre me dejas libre en el último momento, pero algún día harás algún error y lo pagarás caro.

— ¡LO PAGARÁS MUY CARO!

Treinta segundos más tarde

El panorama es abrumador… Tengo un coche encima del mío… Y estoy… Bueno, estoy atrapado entre varias hileras de metal y pintura y madera y platico y… Oigo las sirenas de los bomberos. Va, te desafío a que me dejes morir. Hazlo… Déjame aquí… Creo que soy el único que está en estado grave, por ahora, pero ordénales que atiendan a los otros… Si tanto me quieres… Déjame LIBRE… Pero no. No lo vas a hacer. Necesitas hacerme sufrir… Bueno, a mí y a los que me rodean…

— Tranquilo. Vamos a salvarte. No te muevas… — Dice un bombero desde fuera.
El chirrido del metal aplastado es tu risa delante de mi tortura. Siento el olor de mis propia SANGRE… Un olor que sé que a ti te gusta… Te encanta…
Pero estoy tranquilo… Sé que no voy a morir hoy… Aún me quedan suficientes armas guardadas… Y… Mientras Los Juegos del Hambre sigan, tu me darás armas a mí… Para que no muera de hambre, ni de dolor, ni de angustia, ni…