RELATO: EL HEROE

Day 2,481, 14:19 Published in Spain Chile by Dark Elmo




Por fin! Tras varios meses, hoy voy a hacer una quedada con tres amigos de eR. Estoy algo nervioso pero siempre lo estoy ante una ocasión así. Gente con la que sólo has tenido contacto por el juego o por irc de repente se vuelven reales, les pones caras a personas que antes sólo eran nicks. Como fantasmas que se vuelven visibles de golpe.
Quedamos a media tarde en una terraza céntrica de la ciudad, a la sombra de unos soportales. Hace un calor infernal a pesar de ser septiembre y llego asfixiado y sudoroso a la cita. Como siempre, soy el último en llegar.


Un saludo algo tenso, pido una cerveza y me siento. A los diez minutos ya estamos riéndonos todos a carcajadas, como viejos amigos que se reencuentran. Anécdotas del juego se mezclan con comentarios sobre deporte, series y libros que nos apasionan, y como dicta el tópico, las horas pasan como un suspiro. Empieza a anochecer. No quiero que la reunión termine, así que les invito a cenar en mi casa. Vivo cerca, encargaremos unas pizzas o unos kebaps, les digo, y nos vemos el partido. Quien sabe cuando podremos volver a vernos, ya que P. y T. no son de aquí, y E. se va a la universidad fuera. La noche es joven, nos decimos sonriendo animosos.


Subimos las escaleras de mi piso y les pido que no hagan ruído. Los vecinos de abajo son un matrimonio de cincuentones amargados y quisquillosos y siempre me miran con cara de pocos amigos cuando coincidimos en el portal. Abro la puerta y entramos, con 4 pizzas todavía ardiendo dentro de sus cajas y una docena de cervezas en lata. Pasamos al salón, quito de la mesa todos los cachivaches que tengo encima para poner las pizzas. Las cervezas las meto en la nevera, saco otras ya frías y cojo unos vasos. Pongo la televisión, el partido de basquet ya ha empezado y España va por encima en el marcador. Los serbios van a llevar una paliza, grita E. medio borracho y sonriendo como un idiota.


E. se levanta tambaleándose y me pregunta por el baño. Te acompaño, le digo riendo, antes de que te rompas la crisma contra una pared. El baño está en la otra punta del pasillo, así que le dirijo hacia allí intentando evitar que se tropiece y se caiga, o que tire alguna de las fotos que tengo en las paredes. Entra en el baño a trompicones y yo le sigo. Encima de un pequeño mueble hay unas toallas, busco debajo de ellas el martillo que dejé allí. Lo cojo y golpeo a E. en la sien, un solo golpe seco. Suena un crujido de hueso que me indica que le he roto el cráneo. Evito que caiga de golpe agarrándole y dejando que se deslice hacia el suelo suavemente. Me acerco a la puerta semiabierta del baño y miro, pero los otros no han oído nada. Centrados en el partido, comentan las jugadas con voces sonoras. Vuelvo adentro, E. está sufriendo espasmos. Le coloco una toalla bajo la cabeza y vuelvo a golpear en el mismo sitio, más fuerte. Se queda quieto, ha muerto por fin. La sangre sale a borbotones, por suerte la toalla recogerá la mayor parte y será más fácil limpiar después.


Vuelvo al salón. P. y T. siguen enfrascados en el partido, sin prestar atención a lo que ocurre. Le pido a T. que me ayude a traer unas cosas de la cocina. Le dejo pasar delante, refunfuñando porque se está perdiendo la lección que le estamos dando a los serbios. En cuanto pasa dentro, oculto para el punto de vista desde el salón, saco el cuchillo que siempre llevo encima y le rajo el cuello. Con la mano izquierda le tapo la boca, mientras lanzo una puñalada al corazón. Su vida se apaga mientras la sangre que mana de su cuello gorgotea haciendo un sonido desagradable, pero ya estoy acostumbrado a oirlo. Me he ensuciado con su sangre pero era inevitable. Dejo caer su cuerpo al suelo suavemente y vuelvo al salón. Me arrojo con rapidez contra P., quien solo puede volverse hacia mí alarmado por el súbito movimiento, pero inconsciente de lo que está ocurriendo. Le clavo el cuchillo en un ojo, él lanza un alarido pero logro taparle la boca mientras le corto el cuello también. El sofá se va a poner perdido pero no puedo lamentarlo, un hombre debe hacer lo correcto, cueste lo que cueste.



Me siento a descansar en el sofá y miro el cadáver allí tirado. Es un trabajo ingrato pero debo hacerlo. Llevaré los cuerpos a la bañera donde los trocearé para luego meterlos en bolsas de basura. De madrugada las bajaré y las meteré en el maletero de mi coche. Desaparecerán enterrados en un solar a las afueras, pero eso puede esperar a mañana. Me siento agotado.

Sé que visto desde fuera podría parecer un loco, lo sé. Pero he descubierto la verdad y debo actuar en consecuencia, por muy duro que sea. La primera vez que quedé con un jugador de eR lo noté: no era un ser humano. Su aspecto era humano, sin duda, y nada indicaba lo contrario pero yo tenía una sensación extraña, algo no iba bien. Cuando volví a una segunda quedada, tuve la misma sensación con los otros jugadores. Todos eran extraños para mí, no eran las personas que conocía del irc. La sensación seguía cada vez hasta que no tuve dudas, aquellas personas habían sido suplantadas por cosas. Aunque me sonreían notaba su maldad interior, su odio contra mí. No podía contarlo a nadie porque no tenía ninguna prueba para demostrarlo, además podría poner en aviso a esas cosas. Tomé la única decisión que podía tomar, tenía que hacerlo solo. Quedo con la gente del juego para saber si son ellos o no, y si son cosas las elimino cuidadosamente. Hasta ahora, no he encontrado a ninguno que fuera humano.


Algún día todo saldrá a la luz y me considerarán un héroe.