Join the new world

Por fin he terminado de cargar las pilas. Empecé mi actividad con la mitad de la energía que estos hermosos depósitos son capaces de almacenar. Pensé en las recomendaciones que se suelen dar para las baterías nuevas, el proceso de comenzar descargando completamente y volviendo a recargar al máximo dos o tres veces. Es bien sabido que antes de confiar en una batería ella debe confiar en sí misma, porque no es posible que una batería sin confianza haga la patada de la grulla cuando es menester. Así que no hay mejor manera que forzarla hasta sus límites, para que sepa de sus posibilidades, se envalentone y rinda como una campeona.

No obstante, estas baterías con las que nos equipan no se dejan volver a cargar una vez quedan completamente descargadas. Por lo que he tratado con las mías puedo decir que se parecen un tanto a la flor de “El principito”. Son orgullosas y requieren atención, mimos y cuidados. Así, si te olvidas de ellas y se descargan por completo, las tías acabarán deseándote que te mueras, lo cual equivale en realidad a una sentencia de muerte en firme, puesto que sus deseos siempre se los confían a las estrellas menos fugaces. Sí, también son viscerales, y no hay manera de hacer las paces llegados a ese punto. Sin embargo, nos guste o no, no podemos vivir sin ellas.

Así pues, yo procuro tratar a las mías como reinas. Siempre tengo dispuesta su recarga diaria, su caja de electrobombones y alguna que otra salida en enchufes elegantes. Y más me vale tenerlas contentas, porque si las enojara me cortarían la energía y no podría ni escrib…