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Las historias más extrañas no suelen ser sueños si no las más trágicas verdades- Verdades que a veces van de boca en boca y trascienden aquello de lo público y lo privado para convertirse en escarnio popular. A mi me pasó algo parecido.

Mediados de los ochenta, Madrid, su movida, el ruido, la revolución de las artes tras la opresión férrea de Franco. Yo a penas había cumplido los veinte años, salía de la sala Caracol, una sala de moda en la movida como podía ser la Heineken o la Acqualum, había tocado Fangoria y la sempiterna adolescente Alaska. Yo iba... un poco... mamado podría decirse, qué demonios, iba completamente borracho y eso es poco para como iba. Como pude salí tambaleándome del local y acabé en un callejón oscuro tras este, vomité hasta lo invomitable, y un poco más incluso, a punto de desmayarme alguien me acogió entre sus brazos. Parecía ser una mujer bajada del cielo, para lo que yo pude ver, así lo era.

Al día siguiente me desperté, cual sería mi sorpresa que estaba enterrado en hielo, de pies a pecho en una bañera, había oído historias de que ciertas personas te quitaban un riñón mientras se acostaban contigo pero siempre las creí patrañas hasta que vi aquél poss-tip sobre mi pecho que lo explicaba todo. ''Gracias a ti, mi hermano ahora podrá vivir. Siento haber sido tan brusca, será mejor que llames a Urgencias''. Me dejó helado la frialdad y la concepción de la realidad, por suerte, esta chica, había dejado el teléfono de la habitación en una banqueta cerca de aquélla bañera cochambrosa y ortopédica.

Gracias a eso ahora puedes conocer mi motivo para recuperar mi riñón, muchas gracias y no se te olvide llamar a urgencias.

Me aburría. Atentamente. El Ciudadano Kane