GIGANTES ANTIDILUVIANOS QUE HABITARON LA TIERRA.

Day 2,430, 12:53 Published in Argentina Romania by A R C A N G E L

La configuración de la tierra antes del diluvio era muy diferente de lo que es ahora. Por ejemplo, la Tierra Santa no estaba tan llena de cuevas, hendiduras y valles como al presente. Las llanuras eran mucho más extensas y las montañas con laderas muy suaves y fáciles de subir.
El Huerto de los Olivos era sólo una pequeña altura. La gruta de Belén estaba ya, como cueva natural, pero los alrededores eran muy diferentes de lo que son ahora. Los hombres eran de mayor altura que ahora, pero nada deformes. Los veríamos ahora con admiración, sin miedo o desagrado.



Eran más perfectos en su contextura corporal. Entre algunas estatuas de mármol que veo en abundancia yacer en abundancia en lugares subterráneos, encuentro esos ejemplares. Caín llevó a sus hijos y a los hijos de sus hijos hacia la región que se le había destinado y desde allí volvieron a dividirse y a separarse en otras regiones.
Sobre Caín no he visto luego nada reprensible; su castigo consistía en que debía fatigarse mucho y nada le salía bien. Lo he visto poco estimado de sus mismos hijos y de los hijos de sus hijos; a veces despreciado, nunca bien tratado. No obstante esto, le obedecían como a jefe y conductor, pero como a uno maldecido por Dios.

He sabido que Caín no está condenado; sólo fue severamente castigado5. Uno de los descendientes de Caín fue Tubalcaín; de éste proceden varias industrias y también de él proceden los gigantes. He visto muchas veces que en la caída de los ángeles, cierto número de ellos tuvo un momento de arrepentimiento6, o de duda, y que no cayeron tan profundamente como los demás.
Estos ángeles recibieron morada en una montaña solitaria, alta e inaccesible, que en el diluvio universal quedó deshecha y se convirtió en un mar de aguas, creo el Mar Muerto. Estos ángeles tenían facultad de obrar sobre los hombres, en cuanto éstos se apartaban de Dios. Después del diluvio desaparecieron de ese lugar y fueron dispersados por el ámbito de los aires.

Recién en el juicio final serán arrojados al infierno. He visto a los descendientes de Caín volverse cada vez más impíos y sensuales. Se dirigieron siempre más a esos lugares, y los ángeles caídos se posesionaron de muchas de esas malas mujeres y las dirigían, enseñándoles toda suerte de industrias y seducciones. Los hijos de estas mezclas eran de grande estatura; estaban llenos de toda clase de mañas y artificios y se hicieron instrumentos de los espíritus y ángeles caídos.
De este modo se formó en esa montaña y a su alrededor una raza de gente que por la fuerza y la seducción trató de pervertir a los descendientes del justo Set. Fue entonces cuando Dios anunció a Noé el diluvio, y el patriarca tuvo mucho que sufrir por causa de este pueblo impío y perverso. He visto muchas cosas de este pueblo de gigantes. Con suma facilidad llevaban enormes piedras a las altas montañas; se volvían más atrevidos, y hacían obras enteramente maravillosas.

Los he visto subir derecho por los troncos de los árboles y por las paredes de los edificios, tal como hacen hoy los poseídos por el demonio. Lo podían todo, aún las cosas que parecían más extraordinarias; pero lo más eran fantasmagorías y artificios que hacían por arte diabólica. Por esto he concebido gran aversión a todos los juegos de magia, de prestigio y de adivinación. Hacían toda clase de figuras y trabajos de metal y de piedra. De la ciencia de Dios no tenían y rastro alguno y se hacían toda clase de ídolos para adorarlos. He visto que de pronto hacían de una piedra cualquiera una imagen perfecta, y la adoraban, o algún animal espantoso u otro objeto de abyección. Lo sabían todo; lo veían todo; preparaban venenos; ejercían la magia, y se entregaban a toda clase de pecados. Las mujeres inventaron la música.
Las he visto ir de un lado a otro para seducir a las mejores razas y llevarlas a los desórdenes que ellas practicaban. No edificaban casas como las nuestras, sino que hacían torres redondas, muy gruesas, de piedras relucientes, en cuyas bases se apoyaban pequeñas viviendas, que llevaban a extensas cuevas, donde se entregaban a sus horrendos desórdenes y pecados.

Sobre los techos de estos edificios se podía caminar en derredor. Subían a las torres y miraban a través de ciertos telescopios a muy grande distancia; pero no por la perfección de estos instrumentos, sino por arte satánica. Veían donde había otros pueblos y ciudades; iban allá, y los vencían, e introducían sus costumbres de libertinaje: en todas partes introducían esta falsa libertad. Los he visto ofrecer sacrificios de niños, a los cuales enterraban vivos. Dios hundió esta montaña con sus moradores profundamente en el diluvio universal. Henoch, antepasado de Noé, predicaba contra este pueblo perverso. También ha escrito mucho; era un hombre sumamente bueno y muy agradecido a Dios.

En muchos lugares de los campos alzaba altares de piedra, y donde el suelo producían frutos, ofrecía sacrificios a Dios, y agradecía los beneficios recibidos. Así conservó la religión en la familia de Noé. Fue trasladado al Paraíso terrenal y descansó junto a la portada de salida, y con el él otro más (Elías). De ese lugar del Paraíso ha de volver a la tierra antes del juicio final. Los hijos de Cam y sus descendientes también tuvieron, después del diluvio, relaciones con espíritus malignos; y por eso hubo entre ellos tantos poseídos, tantos entregados a la magia, y poderosos según el mundo, e igualmente hombres grandes, audaces y desenfrenados.

Semíramis provenía de la unión de estos influenciados por los espíritus malignos. Ella lo podía todo; sólo ignoraba el arte de salvarse eternamente. De estos gigantes salieron también hombres potentes, tenidos más tarde por dioses en los pueblos paganos. Las primeras mujeres que se dejaron poseer por estos demonios sabían lo que hacían; las demás no lo sabían, pero lo tenían ya metido en la carne y la sangre como otra culpa de origen.