ENTREVISTA CON EL MALIGNO (4ta. Parte)

Day 2,425, 15:59 Published in Argentina Romania by A R C A N G E L

(Continuación)
“Eso es lo que tú sueñas. Pero entre nosotros y tú, sobre el vértice de tu abismo infernal está Cristo Crucifi cado. Contigo tendrás sólo a aquellos que obstinadamente quieran permanecer a tu lado. Todos los demás, también los pecadores, también los pobres infi eles, te serán arrancados como presa que no te pertenece, porque no son tuyos, Él los ha pagado con el precio de Su Sangre y son suyos.
¡Me niego a creer que fi nalmente tengas tú más que Él!” Hubo una pausa más bien larga. Tuve la sensación de que el demonio quisiera agredirme con un discursazo, y en efecto, pasó inmediatamente al ataque. -“¿Dices que Él tendrá más que yo? ¿Pero es que no ves, ciego y estúpido como eres, que hoy estoy movilizando todo para vuestra ruina? ¿No ves que su reino se desmorona y que el mío se agranda de día en día sobre las ruinas del suyo? Prueba a hacer un balance entre sus seguidores y los míos, entre aquellos que creen en sus verdades y los que siguen mis doctrinas, entre los que observan su ley y los que abrazan la mía. ¡Piensa solamente al progreso que estoy haciendo por medio del materialismo ateo y militante, que es el rechazo total de Él! Aún un poco más de tiempo y todo el mundo caerá en adoración ante mí.

El mundo será completamente mío. Piensa en las devastaciones que estoy haciendo en medio de vosotros, sirviéndome principalmente de sus ministros. He desencadenado en su rebaño un espíritu de confusión y de rebelión que jamás hasta hoy había logrado obtener. Tenéis a vuestro guardián de ovejas, vestido de blanco, que todos los días habla, grita, charla inútilmente. ¿Quién lo escucha? Puedo hacerlo callar inmediatamente apenas quiera; en un momento puedo eliminarlo; basta que arme la mano de un emisario mío. Todo el mundo escucha mis mensajes, los aplaude y los sigue. Todo está de mi parte. Tengo las cátedras con las que he puesto en jaque a vuestra fi losofía. Tengo conmigo la política que os disgrega.
Tengo el odio de clases que os hiere. Tengo los intereses terrenos, el ideal de un paraíso en la tierra que os enfrenta a unos con otros. Os he metido en el cuerpo una sed de dinero y de placeres que os hace enloquecer y que os está reduciendo a ser un tropel de asesinos” continuaba diciendo Satanás. “He desencadenado en medio de vosotros una sexualidad que está haciendo de vosotros un grupo exterminado de puercos. Tengo la droga que pronto os convertirá en una masa de miserables larvas de locos y moribundos. Os he llevado a adoptar el divorcio para reducir a fragmentos vuestras familias.
Os he llevado a practicar el aborto con el que causo matanzas de hombres, antes de que nazcan. ¡Todos, si nacieran, serían ángeles destinados al cielo! ¡Pero te parece poco haber convertido a las mujeres, a las madres en peores que las bestias! ¡las he inducido a matar a sus hijos, cosa que ni las bestias hacen! Todo lo que puede destruiros lo intento, y obtengo lo que quiero: injusticias a todos los niveles para teneros en un continuo estado de desesperación; guerras en cadena que destruyen todo y os llevan al sacrifi cio como a las ovejas; y junto a esto la desesperación de no saber liberaros de las calamidades con las que voy a llevaros a la destrucción. Conozco hasta dónde llega la estupidez de vosotros los hombres y la aprovecho completamente.
La redención de aquel que se hizo matar por vosotros, bestias, yo la he sustituido por la de los gobernantes asesinos y vosotros os arrojáis en su seguimiento como ovejas estupidísimas. Con las promesas de bien que os he hecho y que no obtendréis nunca, he logrado cegaros, haceros perder la cabeza, hasta llevaros fácilmente a donde quiero. Recuerda que yo os odio infi nitamente, como le odio a Él que os ha creado. ¡Sí, vaya favor os ha hecho, enviando a su Hijo a desperdiciar su Sangre por la dichosa Redención!¡Yo os odio, os desprecio! ¿Y ahora? ¿Qué quieres decir? ¿No es sufi ciente? Puedo continuar, si quieres” -“¿Con todo esto crees poder cantar victoria contra Dios? -le dije- ¿Tú serías el gran vencedor y Dios el gran derrotado? No niego que estás trabajando quizás como nunca, que ahora vas obteniendo seguidores más que en el pasado, pero en tus diseños eres un habilísimo infl ador de globos. Te he dicho ya que tu historia concluirá como ha comenzado.
Nuestra atención va hacia el fi nal de todo esto. Entonces, tuviste en un instante muchísimos seguidores. Pero ¿cómo terminó tu gesto de rebelión? ¿Arrojaste a Dios del trono de su gloria?” continué con fi rmeza. -“¿Aún te engañas? ¿No has comprendido nada de lo que te he mostrado?” me interrumpió. Sin dejarme amedrentar continué: -“¡Tú eres el iluso! Todas estas fanfarronadas tuyas pueden impresionar a un hombre de poca fe, no a quien cree fi rmemente que Dios es Dios y tú eres un miserable rebelde, una criatura suya, que Él podría destruir con un soplo, en un solo instante, pero que no lo hará jamás. Has podido engañar a millones de hombres para que no crean en Dios, pero tú sabes que Él existe, que Él es el Omnipotente, que tiene en su mano el destino de los hombres y de la historia. Has querido entablar la guerra contra Él y te está dejando obtener algunos resultados, incluso momentáneamente espectaculares.
Pero sabes bien que su poder está condicionado a su omnipotencia y ¡la victoria fi nal será sólo de Él!” -“¡Al contrario, será mía!” -“Mentiroso, ni tú mismo te lo crees, porque sabes bien con quién te has metido. Recuerda la lección del Viernes Santo. Trabajaste bien ese día. Por medio de tus seguidores te apoderaste de Jesús y lograste hacerlo matar. Pero, en la ceguera de tu odio, no te diste cuenta que aquella muerte fue victoria de Él al quererla y tú fuiste un instrumento sometido.
Creíste haberlo liquidado para siempre. Sin embargo, el vencido fuiste tú. Él resucitó al tercer día, vencedor de la muerte y del pecado. ¡Vencedor sobre ti y sobre todo tu infi erno!. El misterio pascual te ha vencido de una vez para siempre. Sin embargo, se renueva, a lo largo de los siglos en la vida de la Iglesia y de las almas, en un enfrentamiento ininterrumpido de luchas, de muerte y de resurrección. Pero el triunfo del Reino de Dios aquí no se anuncia con las fanfarronadas, se anuncia y progresa y resiste a los ataques con el misterio divino del silencio”. -“Los acostumbrados viejos discursos de oratoria…” respondió. -“Sabes que esto no es oratoria.
En la mañana que resucitó, Jesús no tuvo ninguna preocupación por vengarse de sus enemigos, de sus malhechores. No tuvo ningún deseo de humillarles, como Él habría podido hacer y como alguno podría haber esperado. Con una demostración espectacular y fulgurante de su triunfo sobre la muerte, hubiera podido aparecer ante el Sanedrín, ante Pilatos, ante Herodes, ante cuantos le humillaron y le dieron muerte... No fue a gritarles a la cara: “¡He aquí vuestra victoria!” Por el contrario, Su Majestad infi nita está muy por encima de ese tipo de satisfacción triunfalista: no le preocuparon sus enemigos.
No pensó en rehabilitar su reputación ante ellos. Él inauguraba un estilo Suyo propio. Daba ejemplo de cómo se realiza su triunfo en esta tierra, de cómo procede su Iglesia en medio de los hombres y a lo largo de los tiempos: un camino extenuante, duro, sin estrépito. Ella va adelante en el silencio, cubierta continuamente de heridas, rodeada de mártires que son sus testigos incomparables, obligada demasiadas veces a refugiarse en las catacumbas; pero todo esto ya se le había anunciado y eso es lo que la hace más semejante a su Jefe, Cristo”. Continuará