EL ÁRBOL DE MANZANAS

Day 1,976, 09:45 Published in Colombia Mexico by GianPortillo


Este era un enorme árbol de manzanas al
cual un niño amaba mucho. Todos los días
jugaba a su alrededor, trepaba hasta el tope,
comía sus frutos y tomaba la siesta bajo su
sombra. El árbol también lo quería mucho.
Pasó el tiempo, el niño creció y no volvió a
jugar alrededor del árbol. Un día regresó y
escuchó que este le decía con cierta tristeza:
—¿Vienes a jugar conmigo?
Pero el muchacho contestó:
—Ya no soy el niño de antes que juega alrededor
de los árboles. Ahora quiero tener juguetes,
y necesito dinero para comprarlos.
—Lo siento —dijo el árbol—. No tengo dinero,
pero te sugiero que tomes todas mis
manzanas y las vendas; así podrás comprar tus
juguetes.



El muchacho tomó las manzanas, obtuvo el
dinero y se sintió feliz. También el árbol fue
feliz, pero el muchacho no volvió. Tiempo
después, cuando regresó, el árbol le preguntó:
—¿Vienes a jugar conmigo?
—No tengo tiempo para jugar; debo trabajar
para mi familia y necesito una casa para mi
esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?
—Lo siento —repuso el árbol—. No tengo
una casa, pero puedes cortar mis ramas y construir
tu casa.
El hombre cortó todas las ramas del árbol,
que se sintió feliz, y no volvió. Cierto día de un
cálido verano, regresó. El árbol estaba encantado.
—¿Vienes a jugar conmigo? —le preguntó.
—Me siento triste, estoy volviéndome viejo.
Quiero un bote para navegar y descansar,
¿puedes dármelo?
El árbol contestó:
—Usa mi tronco para construir uno; así
podrás navegar y serás feliz.
El hombre cortó el tronco, construyó su bote
y se fue a navegar por un largo tiempo.



Regresó después de muchos años y el árbol le
dijo:
—Lo siento mucho, pero ya no tengo nada
que darte, ni siquiera manzanas.
El hombre replicó:
—No tengo dientes para morder ni fuerzas
para escalar, ya estoy viejo.
Entonces el árbol, llorando, le dijo:
—Realmente no puedo darte nada. Lo único
que me queda son mis raíces muertas.
Y el hombre contestó:
—No necesito mucho ahora, sólo un lugar
para reposar. Estoy cansado después de tantos
años...
—Bueno —dijo el árbol—, las viejas raíces
de un árbol son el mejor lugar para recostarse y
descansar. Ven, siéntate conmigo y descansa.
El hombre se sentó junto al árbol y este,
alegre y risueño, dejó caer algunas lágrimas.




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Esta es la historia de cada uno de
nosotros: el árbol son nuestros padres. De
niños, los amamos y jugamos con ellos.
Cuando crecemos los dejamos solos;
regresamos a ellos cuando los necesitamos,
o cuando estamos en problemas. No importa
lo que sea, siempre están allí pura darnos
todo lo que puedan y hacernos felices. Usted
puede pensar que el muchacho es cruel con el
árbol, pero ¿no es así como tratamos a veces a
nuestros padres.


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* Contribución de Andrés Bernal, Lima.