El último recurso

Day 2,759, 14:58 Published in Argentina Argentina by Malencarado


Tenía que soltar la bomba.

Sólo quedaba aquella bomba como último recurso. Era mi única opción. La más obscura de mis horas acabaría, en instantes, terminado sin gloria, y un jardín de penas. No podía pensar más. No podía cargar más el peso de la culpa por no haberme retirado a tiempo. Si tan solo me hubiese hecho caso...

Y seguía cavilando mientras el tiempo comenzaba a estirarse y comprimirse en una extraña curva exponencial. Cada minuto más cerca del final se iba haciendo infinitamente más largo que el anterior.

Si tan sólo hubiese... atendido a mi propia voz, repitiéndome una y otra vez que ya era momento de retirarme; que al final sólo habría dos perdedores en el frente, porque ambos, estando del mismo lado del terreno, luchando contra nosotros mismos, habríamos dejado todo en el campo. Todos los recursos desechados, lanzados, tirados, perdidos. Tantas armas descartadas por desgaste, toneladas de municiones, galones de aquél extraño brebaje verde que parecía tener la facultad de devolvernos la energía perdida, drenada, gastada. Gastados nosotros mismos, de tanta necesidad por salir con la victoria. Sólo uno alcanzaría el máximo honor, pero ambos habríamos gastado hasta el último valioso recurso en el intento.





Ya lo había perdido todo tiempo atrás. Ya sabía lo que era encontrarse sólo en medio del campo, con las manos vacías, cargadas y cansadas por el peso de la sangre tras el paso una y otra vez del poder de fuego de mis armas por decenas de enemigos; y aún así, sin haber podido saborear la gloria, sin haber podido recibir el ansiado laurel, que parecía reservado sólo a los más fuertes, los más vivos, a los poderosos.

Pero esta vez iba a ser diferente. Tenía que serlo. El tiempo para detenerme y resguardar lo poco que podía quedarme, había pasado veinte enemigos atrás, diez morteros atrás, un centenar de municiones atrás. ¡Sólo podía continuar!





Y entonces sucedió. De pronto todo quedó en silencio. mi corazón llegó a palpitar al tope de su propia capacidad por la agitación del tiempo inconmesurable que transcurría en ese último segundo. Mis pulmones tuvieron tiempo de inhalar una última bocanada de aire fresco antes del fin, y aún tuve tiempo de ver el marcador. Tuve la corazonada de que mi contendor también intentaría lo que fuera en ese último segundo por sumar, al margen mismísimo del borde del tiempo, sus últimos números.

Así que tuve que hacer lo único que había estado pasando por mi mente todo ese tiempo. En la última fracción de segundo decidí soltar la bomba. La más grande, la más fuerte de las bombas impactó contra la primera trinchera que encontró, y desató el infierno en ese último segundo, liberando todo su poder contra el verdadero enemigo, el del otro frente, pero librándome definitivamente de la angustiosa cercanía de aquél ávido cazador que estuvo tras de mí, al acecho todo el tiempo, dispuesto a no dejarme ganar.



Y cuando ya no podía contener más el aliento, pude verlo entonces.

Si tan sólo me hubiese escuchado a mí mismo tratando de convencerme de que desistiera, si tan sólo me hubiese contenido de soltar esa última bomba, al mismo tiempo que aquél cazador, en ese intento desesperado por lograr el máximo daño posible... todos los recursos invertidos habrían sido en vano, y no habría podido conseguir finalmente ganarme el lauro anhelado, la gloria tan ansiada, el más grande logro en el campo...

¡ Era mi primera medalla como Héroe de batalla !.