El lado CHOTO de la vida.

Day 2,115, 18:42 Published in Argentina Chile by GATO PuNK


Un día cualquiera en el lejano oeste del Gran Buenos Aires vas por la calle y se te acerca un auto verde, no es un Falcon, este es Francés; arriba no van 3 tipos, éstos son 2. Los mirás medio asustado y el auto te cierra el paso, el tipo que maneja tiene cara de simpático, la sonrisa se le sale de la boca, es de esos que uno quiere tener de amigo, el otro no tanto, luce entradas en la frente, también ríe pero parece no tener muy en claro de dónde es, cuál es su barrio, parece un tipo a la deriva con la esperanza de volver algún día quien sabe adonde. Los conozco de algún lado, debo haberlos visto alguna vez por Palomar o tal vez sean unos de esos paisanos de Hurlingham, quien sabe.



Los tipos hablan, solicitan, casi que advierten, vociferan una fecha, un lugar, una hora (que uno supone que entre estos tipos la hora debe ser lo de menos)

Y llega el día y allá vas, intrigado a cumplir casi con un ritual que vaya a saber que designio del destino puso en tu calendario. Manejas hacia el sur, te perdés, malinterpretas las instrucciones,te dejas llevar por tu prejuicio y olvidas el camino a medida que lo vas transitando, es como en esas películas clase B de ovnis donde todo transcurre en un tiempo y un espacio imposible de precisar.


Por allá encontrás un teléfono en algún machete, llamás, pedis información, te orientan así a secas como ayudándote sin ayudarte y llegas, por fin llegas, está el enigmático auto verde, el barrio es lindo y no coincide con lo que esperabas, mucho glamour para esos 2 tipos, la casa es linda, escuchas voces, tratás de percibir el mas allá de esa reja, de ese cerco, de esos muros. Por fin te animás, silbas fuerte avisando que estás y de allá al fondo te contestan el silbido, los segundos son horas, la tensión crece, alguien se acerca a la puerta... te abren.


El tipo parece el anfitrión, sonrie, grandote, bonachón, aunque sus gafas oscuras tapan sus ojos lo imaginás oriental (chino o japones; nunca uruguayo), el grandote te abraza, afectuoso, se burla de tu extravío y mientras intentás justificar tu torpeza te hace pasar, la casa no coincide con el grandote y la ansiedad aumenta, te presenta al paso a 2 personas mayores amables y te invita a pasar "pal fondo"; ahí es cuando ves pasar tu vida en un segundo, intuís que está por develarse el misterio de la vida, todo cobrará sentido cuando pases esa puerta... y allá vas.



La escena es fuerte pero ya la viste otras veces, en alguna película de Scorsese, o de Almodóvar, da igual; afuera allá sentados en círculo como en un ritual están todos; los 2 del auto; otro grandote canoso con pinta de haber festejado mucha tristeza de otros pero pocas alegrías propias, uno mas de anteojos negros (posiblemente otro chino pensas para vos), un barbudo sonriente con pinta de intelectual o de socialista desencantado y un pibito... ese pibito... volvés la mirada sobre aquel grandote canoso, sobre los otros 2 del auto, el otro chino y el anfitrión... vos ya los viste... te vienen a la mente imágenes pero no los podés enfocar... un edificio, calles cortas y curvadas allá por el Oeste, o los cruzaste en algún tugurio de Palermo algún día, pero el pibito, ¿de dónde salió?... ¿se peleó con Feinmann un día en C5N?, ¿era él? ¿o era igual?... ¿y el de barba? Pinta de rojo tiene, o de radical o de gorila... bah da igual, el barbudo sonríe y también te abraza... empezas a entender. Todos son amables, amistosos y rien... y beben.


Pensás, "puta... ni una mina"; la charla corre, el Chelsea, la Yegua, la Corpo, el fóbal, Argen y Tina, hablan de un juego, planifican algo sobre el juego pero se dan cuenta que su plan es justamente no tener plan. Por allá alguno le tira al que viste en el auto algo asi como "¿de que barrio sos?" y el tipo no sabe que decir, o sabe pero son tantos barrios que no se acuerda de todos, entonces la charla se va y vuelve y hablan de fútbol y de minas, de minas que no están, o capaz que están, pero no se ven, lo único que remite a femenino son varios cadáveres de algunas Stellas y unas empanadas seguramente hechas bajo la atenta mirada o instrucciones de una fémina.
Por fin el anfitrión saca a escena el motivo del ritual y lo ofrece, generoso, consagrado a la voracidad de esos homínidos carnívoros que se satisfacen entre risotadas, chicanas y comentarios.


Al rato el chiquito, ese enigmático pibito se levanta, busca una misteriosa bolsita y desaparece de la reunión para volver luego para cumplir con otro ritual, dulce ritual, con un sabor que me recordó a otra vida, allá en Ciudad Jardín aquella noche, distinta receta, el mismo efecto embriagador, convincente, ese es el fruto prohibido pensé, por eso echó Yavé a Adán y Eva del Paraíso, la tentación pura, por eso las guerras, las pestes, la envidia, el engaño y la traición.


Ese pibito y sus pócimas son la clave de estos tipos, te ofrecen eso, te quiebran, te convencen, seguramente te hipnotizan, se apoderan de tu voluntad y te llevan a una vida CHOTA, desde ahí no tienes retorno, adoras el CHOTO, te sientes CHOTO, y ya no hay mas vuelta que esa larga vuelta hacia el lejano Oeste.-