El Hombre. El Hambre

Day 2,431, 09:31 Published in Spain Germany by selenios

El sol desaparece entre las montañas, mi mortal enemigo se retira hacia su temporal descanso, las sombras se alargan y se adueñan del mundo. No tardo ni un segundo en emerger de mi hedionda madriguera en busca del preciado alimento, la única idea que se ha materializado en mi mente durante las interminables horas de espera. No es una necesidad superficial, no es un capricho. Es una obsesión, la peor de las adicciones. No soy el dueño de mi voluntad, el “Hambre” controla mi ser.

Ni siquiera soy consciente de que me arrastro a cuatro patas por el barro. Ya no me inmuto al ver los cadáveres de mis padres pudriéndose sobre la hierba, ni siquiera percibo su pestilente olor. Todos mis sentidos están concentrados en un único objetivo.

Mi perro sale a recibirme. Mueve la cola esperando una caricia, ha dejado de temerme, su amor hacia mi persona es mayor que el instinto que le empuja a huir. Es el último compañero de viaje que me queda. Yo lo ignoro… por el momento.
El Hambre es imperiosa, grita en mi cabeza con un millar de voces distintas, todas desagradables. Mis manos tiemblan incontroladamente. Mi estómago arde clamando por el preciado tesoro.

Necesito sangre. La sangre es mi vida. La sangre es la causa de vuestra muerte.
Camino hacia el establo como una fiera, mientras mi boca se llena de saliva ante la proximidad de mi presa. Allí se encuentra mi salvación en forma de rebaño de cabras, el rebaño de mis padres, el mismo que tanto tiempo y esfuerzo les costó formar, el mismo que yo he ido consumiendo poco a poco desde mi transformación.
Al entrar, no percibo movimiento alguno. Ya no queda ningún animal vivo allí dentro, sus cuerpos se amontonan sobre el suelo, todos desangrados, algunos a medio devorar víctimas de las fauces de mi perro.

¡El perro! Mi “hambre” le reclama, él es el único que ahora puede saciarla. Lo busco con la mirada, No me había percatado que me ha acompañado durante todo el trayecto. Me arrodillo ante él. El perro responde tumbándose boca arriba, mostrando total sumisión. Piensa que voy a acariciarlo. ¡Inocente! ¡Será tan fácil arrebatarle la vida! Las cabras mostraron mayor resistencia, al menos al principio. No tardé en aprender a desangrarlas con precisión.

El perro, manso y confiado ante mí, deja que ciña mis puntiagudos colmillos sobre su cuello, no reacciona ante el inminente peligro, su confianza es absoluta e incondicional, no espera ningún mal que provenga de mí, pues nunca lo ha recibido. Y yo voy a matarlo.

Intento aplacar mi conciencia diciéndome que lo necesito, que el hambre me domina y yo solo soy su débil esclavo. Yo no fui el culpable del cambio que he experiemntado. El recuerdo de la transformación de mis padres y su posterior lucha por mi sangre me asalta repentinamente. Bestias y no personas.

Retiro los dientes de su cuello por un momento, miro a mi perro e intento hallar la respuesta en mi interior. Tímidos recuerdos de momentos felices, cercanos en el tiempo pero lejanos en mi memoria, siembran la duda y hacen retroceder al Hambre. Pero el Hambre es demasiado fuerte, así que rápidamente me abalanzo de nuevo y redobló la presión sobre su yugular.

Puedo notar como las venas laten con el paso de la sangre, su ritmo se ha disparado, lo que me excita todavía más. Aún no he traspasado su piel, solo necesito un poco más de presión.

¡Necesito su sangre, necesito su vida!

No me importa perder el alma por ello. Mi alma es un precio muy pequeño con tal de calmar el “Hambre”. Si ahora muerdo, perderé mi última oportunidad de ser Hombre, para convertirme definitivamente en un animal. Esa decisión determinará mi existencia.


¿Seré Hombre o seré Hambre?







Este artículo ha sido subvencionado por:

Y por:


Han aportado la cantidad de 0 golds, pero mucha Hambre