El Deseo del Vicio

Day 2,195, 19:18 Published in Argentina Spain by corchuela


Llevo rato mirando la pantalla. No me quedan barritas, pero quiero ser el que más grande la tiene en mi MU. 5 minutos interminables, 5 minutos de ansiedad, 5 minutos que me dan para pensar en cada golpe…



En ese intervalo de tiempo, que en realidad son quince minutos o una hora puesto que cada golpe que doy es de forma automática y mecánica, pienso en mi vida eRepublikana, sobre todo en mis escritos. ¿Cómo he podido cambiar mi estilo erótico festivo por un estilo oficialista y carca?.

Busco culpables: la oligarquía ambiciosa, los viejunos repipis, los eCongresistas aniñados y afeminados, los guardias de la noche trameros, los commies desubicados, los pulpos manipuladores, los gnomos obsesos , los verduleros tertulianos, mis queridos argentinos, los cortijeros unificados, el dibujante montajista pagafantas…..



En ese momento en el que mi estado hipnótico me hace pensar, escucho una voz:
- Cariño ¿vienes?, o también hoy te duele la cabeza.

Esa voz se mete en mi oído, clavándose en mi cerebro… este manda señales de rabia a todo mi cuerpo, haciendo sudar mis manos, mover mis piernas a rito vertiginoso, ensangrentar mis ojos, hinchar mi vena que sube hasta mi cabeza, y dar un grito, que más que un grito, es un alarido:
- Tú…… tu y solo tú tienes la culpa!!!

No me estaba volviendo loco. No, tú, mujer infiel, mataste mis plantas. Pero no podrás con un ratón colorado, porque tengo amigos agricultores.

Me levanto de un salto, sudoroso, pero con la boca resecada. Meto la mano en el bolsillo del pantalón, notando el tacto de esa bolsa rugosa; la saco, dejando un olor que ni Coco Chanel se resistiría. Te amo, bolsa de la inspiración.

Entre chupada y chupada, deseo escribir; pero temo a mis deseos, porque a veces se descontrolan y yo me pierdo. Pero todos deseamos alguna cosa, incluso los que no desean nada, desean la muerte.



Mi deseo es un motor que se acelera pues está conducido por el vicio. El vicio actúa en mi como un deseo descontrolado, un caballo desbocado, una voluntad aparte. En estos momentos, no sé si estoy deseando el vicio o si estoy viciando el deseo. Pero lo que si tengo claro, entre chupada y chupada, tecla y tecla, que es un vicio desear, aunque peque de perverso, y prefiero el deseo de viciar que el de emorir por los restos.

Deseo escribir, pero aparecen millones de imágenes por mi retina del subconsciente. No sé si escribir sobre “Guarras de la Noche”, que presumen de que les gustan todos, en su publicidad y spameo vertiginoso. No sé si envidiarlos o no. A mí no me gustan todos, me gustan algunos. Dicen que la hipocresía hace un mundo más llevadero, por lo que me imagino que ese llevadero es como un vomitar sin lagrimar o como una tubería que lleva sólo mierda. Decididamente, mi deseo no es escribir sobre ellos.




Me noto cansado mentalmente, odio este maldito juego, no quiero escribir de ti; me arrastras al abismo, porque eso es lo que eres, el puto abismo.

Y yo soy el abismo de ella. Que me está esperando.

Soy para ella lo que eRepublik es para mi; medicación y droga, castigo y cáncer. Sé que soy lo peor ¿Qué se le perdería a ella entre sus piernas?. No soy cariñoso, pero se lo hago bien. No sé si me quiere o le doy pena. No, no me quiere, solo quiere que duerma con ella. Y que limpie los restos de yerba de la mesilla. Ella se hará el café de las mañanas, el que yo tomo en eRepublik. Si, es cierto, no es sano.



El abismo corre por mis venas. El abismo es lo que me la pone dura. No es fácil que yo muera, y eso es difícil de entender. Ella se enamora de lo abyecto y oscuro de mi ser. Y se desenamora por las mañanas.

Ella me odia, como yo odio a eRepublik…. Hasta que me vuelve a ver. Maldito soy, a pesar de ser humano, soy un monstruo.



No, ella no tiene la culpa…. La culpa es el deseo de mi vicio.

Allí está ella, adormilada, con las sábanas dibujando montañas, mientras me acerco para adentrarme en su valle, deslizando mis manos sobre sus piernas…. En fin... No quiero rayaros más. Mañana os cuento cómo sigue la cosa. Un abrazo, si es que todavía tengo lectores. Os quiero.