El compromiso de ser congresista.

Day 1,014, 10:11 Published in Spain Spain by Silvade


Todos los meses, cuando llega el día quince los partidos movilizan a sus afiliados para repartir votos y sacar el mayor número de congresistas. Todos los grupos se felicitan a si mismos auto palmeándose la espalda y congratulándose de los resultados. Que buenos somos, hemos aumentado, o nos hemos mantenido. Algunos otros se lamentan de no haber cumplido sus expectativas. Incluso hay quien viéndose superado en votos por algún congresista rival se enfada y desespera por perder la plaza que creía suya.

Pero. ¿Que hay del congreso realmente? ¿Para que sirve en realidad? Pues generalmente parece que para poco. Lo cual considero un gran error. El congreso es en esencia la mejor muestra de representación ciudadana, pues agrupa a los representantes de numerosos partidos que intentan llegar a acuerdos para beneficiar al conjunto de la ciudadanía. Mientras que la presidencia del gobierno no suele representar a más del treinta por ciento de los votantes, en el congreso podemos encontrar una representatividad cercana al total de los votos emitidos. Siempre hay partidos que se quedan fuera o votos que no sirven para nada, pero la mayoría de los votos acaban obteniendo una representación el la cámara.



¿Y a que viene todo esto? Te estarás preguntando. Pues viene a colación porque pese a la gran labor que hace este órgano representando a la mayoría de la población es ninguneado, maltratado y desprestigiado hasta la saciedad. Y estos ataques no siempre vienen desde el mismo frente.

Algunos sectores de la sociedad, generalmente compuestos por los llamados viejunos detestan al congreso porque les impide en cierta manera actuar a sus anchas. Sin la siempre vigilante mirada del congreso sobre sus cabezas tendrían mucho más fácil de lo que ya lo tienen robar, mangonear y acaparar poder. Además, el congreso es una balanza dentro del juego que compensa la gran militarización del estado que algunos desean. Y eso no gusta. Desgraciadamente esta actitud arrastra a demasiados nuevos ciudadanos, que pronto se desentienden de una de las partes más interesantes del juego, para dedicarse únicamente a dar palos a diestro y siniestro. De vez en cuando algún personaje claramente reconocido como anti congreso consigue un escaño en la cámara e incluso puede llegarse ha hacer con un lugar en la mesa del congreso desestabilizandolo desde dentro. Normalmente en estas ocasiones el resto de fuerzas intentan pactar entre ellas para evitar los daños en la medida de lo posible.



Pero a veces los mayores enemigos del congreso son los propios ciudadanos que si creen en el congreso y en sus posibilidades. Un ciudadano elegido como representante por primera vez que tras ser sancionado por atentar contra el reglamento de la cámara, que no se ha leído, ataca a la mesa que ha actuado en el ejercicio de sus funciones de forma correcta. Una propuesta de ley para permitir que los congresistas puedan editar sus votos si han sido incorrectos. La petición de un número limitado de debates al día o una hora fija para presentar estos debates. A la larga estas cosas son las que perjudican y han perjudicado más a esta institución.



¿Que buscamos? ¿Una cámara de representantes responsables que se preocupen por el epaís? ¿O realmente queremos que cualquiera sin un mínimo sentido de la responsabilidad pueda llegar al congreso solo por la medallita y además ser amparado por este? Creo que todos los partidos deberían ser conscientes de la responsabilidad que implica el presentar a alguien al congreso y todos los congresistas que decidan presentarse también deberían ser conscientes de ello. Nadie obliga a nadie a presentarse al congreso. Pero todo aquel que se presente debería estar dispuesto a asumir un compromiso en primer lugar con su partido, en segundo lugar con el congreso y en tercer lugar, y posiblemente el más importante, con toda la ciudadanía. Para que esta institución sea respetable y respetada, la próxima vez que alguien vaya a presentarse al congreso debería preguntarse si está dispuesto a asumir ese compromiso. El compromiso de ser congresista.