El albano errante... 1x03

Day 2,450, 18:34 Published in Spain Spain by Irreductibles


Cesó el fuego cruzado a mí alrededor. El murmullo de seres agonizando pasó a convertirse en el seco sonido de la bala ejecutora para muchos heridos. Me mantuve quieto en el mismo lugar hasta que me encontraron, pues estaban retirando os cadáveres para dejar paso a varios tanques.

Hace 3 meses (Cercanías de Tirana-Conflicto serbio)

-¡Quitad ese montón de carne de ahí en medio, tenemos que proseguir la marcha!

Siento como mis piernas se libran de la presión de todos los caídos sobre mí al paso en que los serbios los retiran. Al instante son conscientes de mi presencia. Del asombro pasan a la condescendencia en pocos segundos.

-Vamos, levanta camarada, ha sido una dura batalla pero hay que continuar.

Me ayudan a levantarme sin la más mínima hostilidad y me dejan suelto mientras se entretienen con su labor. Siguen rodeándome más y más soldados pero ninguno me hace nada. Al ser el único superviviente me han confundido con uno de los suyos…

Así de fácil cambio de bando, así de fácil, sin pensar en patriotismo, ni en nación, ni en dinero, ni en recompensas, pensando solo en mí mismo y en escabullirme para llegar a casa antes de que me busquen.

El contingente se divide en dos, uno se dirige a Tirana y otro vuelve a tierras serbias. Decido seguir al segundo pues es el que me acercará a casa. Me asignan a un equipo de limpiadores, los encargados de eliminar los cadáveres y quemarlos. Mantenemos el ritmo hasta la aldea más cercana, a poco tiempo de mí hacienda.

-Limpiadores, la aldea ha sido exterminada, quemad todas las casas del este de la ciudad con sus habitantes dentro, queremos el camino despejado para los carros en 3 horas- Ordena nuestro cabecilla.

Recorro las calles lentamente, al principio no encontramos restos de vida, pero entre el humo y la niebla acabamos percibiendo las primeras siluetas de humanos. Junto a otros 3 hombres entramos en una de las calles periféricas de la zona.

Soporto mí tarea metiendo a hombre y mujeres dentro de las casas. Me empapo en el olor de la gasolina sobre los cuerpos de tantos y tantos iguales, soporto el ambiente impregnado de la esencia del pelo quemado, de la carne podrida oxidándose al paso constante del fuego.

Lo soporto todo hasta que llegamos a una escuela. Entro solo para asegurarme de que hay espacio para apilar más y más carne muerta. Cruzo el jardín delantero, junto a dos fuentes que no brindan agua, sino sangre pura que se va acumulando frente a los coágulos de sangre formados sobre el líquido transparente. La humedad me hace sudar y mis prendas de me apegan al cuerpo como si de una camisa de fuerza se tratara, impidiéndome respirar con naturalidad. Entro al edificio principal suavemente haciendo el menor ruido posible.

Caigo al suelo nada más presenciar tamaña escena, más propia de una tragedia griega que de una autentica situación real. Multitud de niños muertos yacen por todas partes, algunos de ellos mutilados y otros simplemente ejecutados rápidamente de un balazo en la sien como si fuera un estorbo con el que se acabe pronto. Regueros de sangres corren sobre el suelo hasta llegar a la puerta y encontrando mis rodillas hincadas en el suelo como barrera.

Siendo incapaz de controlar mis más banales instintos me retuerzo de arcadas hasta que apoyo mis manos en la tierra manchándomelas de vida que se escapa y vomito sin parar, como si quisiera unirme al resto de muertos en esa macabra escena del destino. Al acabar caigo sobre lo que horas atrás fue mi comida, merienda y cena y lloro profundamente y en silencio para no alertar al resto de limpiadores que siguen en la calle.

Cuando comprendo que no puedo hacer nada por solucionar el hecho recojo el bidón de gasolina y rocío todo el recinto haciendo caso omiso a los bultos que piso constantemente para cruzar los pasillos del edificio. Le prendo fuego a todo desde la entrada y salgo para volver a sentir la humidad. Me lavo la cara con la sangre de la fuente y lo recojo todo para salir de ahí lo antes posible, como siempre lo habían pagado los más débiles.

Presente

-Puedo estar solo un momento? – solicito al croata con un hilo de voz.
-Si claro, creo que te puedo dar más tiempo, avísame cuando estés listo.

Veo como se marcha de la sala con la cara desfigurada, los ojos gélidos y la tez pálida, como si él hubiera estado a mi lado esta fatídica noche.

Después de meses sin hacerlo vuelvo a llorar, recordando ese momento en que vi a todos los amigos de mis hijos asesinados por infanticidas sin escrúpulos, que por medallas se venden y por dinero roban vidas.

Me levanto del rincón, grito, lloro aún más, me doy cabezazos una y otra vez contra la fría pared de piedra hasta abrirme una brecha, deseando no haber estado ese día ahí, no haber entrado en ese lugar. Tardo horas en calmarme mientras el oficial espera paciente en el exterior. Le llamo.