[Los tentáculos y los días] El déspota ante la tinta.

Day 1,386, 13:24 • Published in Spain Spain • by Mojo Jojo23

Con ocho quipus de ocho nudos hicieron saber al Gran Inca que pronto llegaría a Cuzco aquel forastero que vestía ropajes de ocho mangas, se decía que haría parada en la ciudad en su búsqueda de una estela antiquísima.

Estaba en camino y algunos ya planeaban robarles los Ocho círculos de la Ley, otros ansiaban conocer que clase de sonido emitiría el ya célebre Octófono ¿Por qué arrastraba semejante mamotreto cordillera arriba?.





Los sacerdotes no se ponían de acuerdo ¿Que clase de presagio eran esas estrellas de mar aparecidas días antes en las montañas cercanas? ¿Tenían algo que ver con esa esperada visita?

A todas estas por fin apareció el extranjero empujando su extravagante artefacto hasta los muros del templo. Una vez ahí se dedicó a palpar ensimismado los imponentes bloques de piedra con sus manos manchadas de negro.

Quien lo tuvo cerca pudo percibir un olor que hacía pensar en profundidades marinas, igual que una playa llena de algas tras la mar de leva. Sus ojos se veían enrojecidos como los de un pescador de perlas y sus greñas apelmazadas por el salitre.

El extraño extrajo una tintura negra de un pequeño frasco cerámico y entonces se dirigió a los sacerdotes allí congregados para, a la vez que mostraba sus sucias manos, decirles:

"Esta es su tinta y a través de su tinta ven mis ojos porque si toda luz es cegadora, no hay mayor luz que mi ceguera. Siga pues cada cual a tientas por el mundo, ignorándose a si mismo, como agua que fluye dentro del agua."





Sus palabras las escuchó el Inca poco después por boca de un emisario del templo. Esa misma noche el soberano soñó con los tentáculos de un gigantesco pulpo.

Fue así como, si bien en la civilización inca jamás apareció la escritura tal como la conocemos, desde entonces en algunos de sus templos los sacerdotes dejaron rastros de cefalópoda tinta en muchas piedras de sus muros.

Pero por más que lo intentaron jamás encontraron la estela que buscaba el forastero, la cual era un objeto de inmenso poder, y por algunos siglos más siguió siendo ignota.

Pues aquel que sea servil con la codicia de un tirano... incapaz será por siempre de ver a través de la tinta del Pulpo.


[De "Los tentáculos y los días", libro acerca de las obras de Paul en la Historia y el Cosmos de la VR.]




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