[Edición de bolsillo] CON LAS COSAS DE COMER TAMBIÉN SE JUEGA.

Day 2,597, 13:35 Published in Spain Cuba by Hummungus
NOTA DEL EDITOR:

Hace tiempo que barajo hacer un tochaco monográfico sobre un tema que no puedo mencionar para no hacer spoiler. Este propósito me ha llevado a revisar artículos antiguos y me he encontrado con este curioso ensayo que fue publicado en varios tomos durante 2012. El volumen II quedó inédito ingame dado que me fue imposible publicarlo, eR lo rechazaba por algún motivo que desconozco.

Como hay gente que regala libros por estas fechas no me ha quedado más remedio que sacar esta edición para que puedan regalar un ejemplar a alguno de sus seres más queridos (siempre es bueno tener un ladrillaco en el extremo del estante para que no se caigan los otros libros).

Deseaba comprobar también si explotaban los servers.

Sin negar su carácter peculiar como una especie de memorias gastronómico-filosóficas podemos calificar la obra como una reliquia de otros tiempos. En esta época anodina puede dar a quienes todavía no jugaban una idea de hasta que punto casi inimaginable se podía exprimir el módulo de prensa.

El tema sigue estando de actualidad como podrán comprobar si leen el tochaco y lo relacionan con los términos gastronómicos que se usan para describir a los enemigos en este preciso momento de la guerra perpetua (con eEspaña invadida).



CON LAS COSAS DE COMER TAMBIÉN SE JUEGA.





RESUMEN DE LA OBRA:


Volumen 1: Anuncia la intención de estudiar el hecho alimentario tal y como se presenta en nuestro lenguaje y como apunte personal indica que ingestión y degustación suponen una tercera fuente de metáforas de origen corporal a sumar a otras dos más obvias: la escatológica y la erótica/pornográfica.

Volumen 2: Se ocupa de la genealogía de la metáfora de la guerra como festín, metáfora que explica como en eRepublik se haya dado el nombre de alimentos a operaciones militares llevadas a cabo entre varios aliados.

Volumen 3: Se analizan los motes gastronómicos de nuestros enemigos. Se concluye que los alimentos epónimos son símbolos de infantilización, salvajismo o incultura. Al final el caso francés sirve para recalcar que lo que se espera del enemigo es ante todo la transgresión, la inversión de los valores culinarios.

Volumen 4: Se centra en los usos y costumbres gastronómicos de eEspaña.



VOLUMEN PRIMERO. Introducción.

Si alguien me preguntara “¿Por que demonios te ha dado por escribir análisis del hecho gastronómico en un juego de navegador?”... Entonces respondería “Se trata de un interés digamos humanista por la manera en el que asimila una cultura los fenómenos relativos al cuerpo”. Y tan dado como soy a irme por las ramas escribiría una perorata sobre mi añejo interés por la imagenería fisiológica desplegada en nuestra prensa.

Así me remontaría a una visión general de como en este rincón de eR la palabrería e imágenes referentes al cuerpo muestran cierta fijación en los orificios inferiores. Al defender el fenómeno coolpiquero sugerí que sólo podíamos entenderlo si lo situábamos en un marco amplio de metáforas corporales. Me aventuré a esbozar una especie de esquema mental compartido de modo inconsciente y organizado en pares de elementos con significados opuestos.

Por esa vía relacioné dos iconografías aparentemente inconexas: por un lado las cool pics y por otro la degradación de lo corporal a fuente excrementicia, tal era el principal aderezo de la retórica política entre el invierno de 2009 y la primavera de 2010, entonces alcanzaron su mayor apogeo conceptos tan sutiles para describir los argumentos contrarios como: “hacer sangre”, “bilis”, “cry me a river”, “para mear y no echar gota”, “shitstorm”, “tirar mierda”, “diarrea de pony” (antes de que criogenio tuviera tal detritus como cabecera)... conceptos estos que tenían en común remitirnos a excreciones o desechos del cuerpo, o bien hacían hincapié en aquellas partes de tipo humoral o que se presentan en estado líquido.

Permítanme un ejemplo literario. En un relato de Ambroise Bierce un tipo la mar de raro se encierra en una buhardilla a experimentar el efecto de extrañas fórmulas . Al final los demás habitantes de la casa lo descubren reducido a una especie masa viscosa. Imaginemos que lanzamos al espacio la prensa de eEspaña de aquel tiempo (incluyendo los comments). De llegar a manos de alienígenas, estos concluirían que existen dos razas humanas: una formada por turgentes unidades de carbono y otra de amebas gigantes contínuamente a punto de descomponerse en sangre, bilis, mierda, lágrimas y demoradas gotas de pis. La ciencia extraterrestre simplemente habría dado con los dos papeles estelares otorgado por entonces a los cuerpos en el lenguaje erepublikano.

Ha pasado el tiempo y he ido prestando atención a las huellas de otra práctica corporal pero tan cotidiana que resulta casi invisible, una práctica que inevitablemente tenía que estar presente en los escritos generados en este nuevo mundo. Su presencia altera el esquema antes presentado a la vez que su visión en conjunto puede aportar una nueva perspectiva sobre nosotros mismos.



Me estoy refiriendo al hecho de nutrirse, de comer, degustar, catar, saborear, ingerir alimentos... por no hablar de otras acciones que afectan a la cavidad bucal que se englobarían bajo otros epígrafes, no en vano Freud describió una fase oral de desarrollo de la persona. Comer es un verbo que engloba un fenómeno poliédrico que arranca de la faceta más animal (nutrición) para emplazarse en lo radicalmente cultural (gastronomía, formas de comensalidad, marcador de identidad, mercantilización, medicalización e injerencia religiosa).

Creo que la complejidad del fenómeno se repite también en el mundo erepublikano a través de los usos en el lenguaje, un lenguaje con el que desobedecemos muchas veces la primera regla que se nos inculca en la mesa, esa que dice “con las cosas de comer no se juega”. eR es un juego, pero un juego cuyo código bien podría inspirar una lista de la compra, un peculiar recetario o un menú de restaurante. Este será el extraño objeto de este estudio.



VOLUMEN SEGUNDO. La guerra vista como un festín de guerreros.

I. La no-guerra que jugamos antes de cocinarla.


Algo que define a eR es el estado continuo de guerra, la simulación sin descanso de la forma más organizada de violencia, o quizá podríamos decir, de su espectáculo televisivo.

Me explico: la guerra llega cotidianamente a los hogares a través de unas imágenes que la presentan como algo aséptico y preciso, sin sangre. En los noticiarios vemos la guerra como algo no sólo geográficamente lejano sino como un fenómeno humanamente remoto, como el desenlace de una maquinaria aparentemente sin nadie en los controles. El piloto de un avión de bombardeo actúa a nuestros ojos oculto igual que un operador de efectos especiales y la destrucción de vidas llega a ser tan impensable como en un videojuego. Eso es: la guerra de la VR, se nos presenta en la caja tonta como un videojuego, como un simulacro, y eso es algo que -se quiera o no- cala en las conciencias.

De ahí el siguiente paso natural es la re-simulación: si la guerra se entiende igual que su simulacro (los videojuegos), lo próximo es que los videojuegos de guerra hagan que ese alejamiento de la realidad sea incluso mayor que la presente en la VR. ¿Me siguen? La aparente falta de realismo en el módulo bélico en eR será por abaratar costes, también por ampliar el mercado de players por lo bajo haciendo que el eje del juego sea comprensible por cualquiera... Pero es que además tanta simplicidad concentrada en el botón rojo, la circunstancia de matar desde cientos o miles de kilómetros con sólo pulsarlo, cuadra a la perfección con el espíritu de nuestra época.

ER sería en este sentido el simulador bélico perfecto, no por reproducir la crudeza de los combates, sino porque es el que simula nuestra conciencia sobre las guerras, esos fenómenos hipertecnificados en los que agresión y destrución parecen tan desconectados que casi se asume como accidental toda causa o consecuencia humana.



Lo siento... antes de continuar debía exponer como nos afecta que la CNN y ultimamente al-Yazira muestren la guerra como un espectáculo pirotécnico. Si no es por la salvedades, como el regodeo en el linchamiento de Gadaffi, la guerra en los medios tendría el mismo grado de crudeza que un campeonato de parchís o el clickear en el botón rojo de una pantalla de ordenador.

Dicho todo esto, les pido que olvidemos esta imagen de la guerra inducida por los medios, es un paso necesario antes de empezar a examinar algunos puntos en los que se relacionan la actividad bélica con la ingesta de alimentos. Pese a la desnaturalización de la alimentación y el auge de la guerra como espectáculo mediático, se puede decir que hay una serie de conexiones entre ambas dimensiones humanas que dan lugar a una serie de metáforas que también nos afectan como coautores de un juego de texto.

II. Poder, alimentación y la violencia: comerse al enemigo.

Si algo define a la guerra es la agresión. Si nos fijamos en la vida de las personas podemos afirmar que si existe un primer arma esta se encuentra en la boca y son los dientes. La mordedura es la primera acción agresiva posible en la infancia y en ella participa lo primero que encuentra la comida al integrarse en el sistema digestivo. Por tanto agredir es al principio de todo comer a medias, una presión que hace amago de masticar sin tragar.

Ello afectará al simbolismo de formas más complejas de violencia y a la más compleja de todas que es la guerra. Esta correspondencia entre morder y agredir se ha manifestado en la propaganda bélica de eR superponiendo sobre el mapa de una conquista la figura de un monstruo con el resto del país por conquistar entre sus fauces.



Se entiende además que cuando un país desaparece es que ha sido comido. Y respecto a este punto concreto se entrecruzan varias metáforas que, como líneas en un laberinto en la sección de pasatiempos, partirían de la mordedura primigenia para encontrarse al final con los hechos militares:

1) Reitera el lenguaje de juegos en los que se “comen” fichas (ajedrez, damas, parchis; en especial el ajedrez por ser el juego estratégico por excelencia).

2) Se legitima en la propia naturaleza entendiendo que “el pez grande se come al pez pequeño” y que no hay mayor grandeza que la depredación.

3) Asimila la guerra con la cacería. Véase que en el principio de los tiempos ambas actividades se servían de las mismas herramientas y también que en los albores de la gastronomía -descontando la cocción- la primera tecnología auxiliar de la masticación es el cuchillo. Lo que hoy entendemos como un simple cubierto está en el origen de las armas blancas o -mejor dicho- de la mayoría de las armas antes de generalizarse la pólvora.

4) La cacería con el tiempo se convierte en una actividad de prestigio pero no lo es menos su desenlace: el festín, una comilona que podríamos visualizar imaginando a unos glotones señores feudales tratando de impresionarse unos a otros (los de la alianza de turno).



III. La guerra de los glotones: la guerra que decimos.

Los tres primeros puntos indicados arriba se resumen en el cuarto, el cual ha tenido desarrollo en el imaginario colectivo de eEspaña, convirtiendo la guerra en un festival de glotonería, un festín de guerreros de la era post-industrial en el que se come al enemigo por la vía de las armas. Es algo que sucede a escala mental en varias fases.

En primer lugar hay que comprender que nuestra experiencia vital dista mucho de ser la de un gran señor de la Edad Media. Alejados del medio natural y dependientes de la industria alimentaria, no es extraño que lo más parecido que experimentamos en nuestra vida a cazar en plan medieval sea hacer un pedido de comida rápida. Nos son extrañas las costumbres de ese tiempo y lo que comemos a nuestros ojos pareciera que no procede de la naturaleza sino que surge en su envoltorio igual que la perla se forma dentro de una ostra.

Así que por mucho festín bélico que nos peguemos sólo tenemos una opción para verbalizar esa comilona que hacemos a costa del enemigo evitando incurrir en el tabú del canibalismo. No podemos zamparnos al enemigo en persona ni en forma de jabalí, así que el lenguaje de la gula pronto nos conduce a un dicho popular: “somos lo que comemos” para deducir “son lo que comen”.

De ahí que nos comamos al enemigo a través de unos alimentos que consideramos representativos para hacerlos desaparecer en nuestra digestión. En el próximo volumen veremos como espontáneamente pero no casualmente se asignan unos alimentos y no otros a nuestros enemigos de modo que quedan ridiculizados.

Ahora sólo cabe mencionar como la glotonería como imagen alegórica hizo que una invasión de Francia a varias bandas se denominase en su momento French Toast o que el reparto de eEEUU por las potencias de ONE se trazase sobre una cheezburger. En ambos casos ingerimos de forma simbólica al enemigo en la forma de un alimento que entendemos como emblemático y de este modo el lenguaje bélico da salida a todas las metáforas que hemos descrito: la de la mordida, la de la cacería, la del pez grande se come al pez pequeño, la de los juegos de tablero en los que se comen fichas (que a su vez es alegoría de las anteriores).



Pero ambos casos está implícito el festín, un modelo simbólico engloba todos los temas anteriores y sirve además para distinguir al depredador humano de las bestias carnívoras. Pero, al igual que sucede entre estas, no sólo se devora con voraz apetito sino que se explicita el equilibrio de fuerzas entre los comensales. Y aquí nuestro anfitrión -el que tiene nombre y cobra con VISA- impone cada vez más una regla de oro en la mesa: “con la boca llena no se habla”; es decir salgan a conquistar (a clickear), sigan devorando y por lo demás no digan nada.



VOLUMEN TERCERO Por qué al enemigo le damos nombres de comidas.

I. “Es que comen igual que los negros”.


Como ya adelantamos, es costumbre referirse al enemigo por algún alimento considerado emblemático del país en cuestión. Manuel III el exiliado hace esta observación: “(...) todos nuestros enemigos dentro del juego, en mayor o menor medida, tienen un mote o una relación muy directa con la comida: croquetas (croatas), plátanos (brasileños), hamburguesas (estadounidenses), cruasanes o baguettes (franceses)...”. Podemos añadir también los kebabs como alimento para referirse a los turcos.



Esta nomenclatura es abordable más allá de lo evidente. Creo que una pista nos la da el mote gastronómico que considero una excepción: el de “parrisheros”, usado para denominar a los argentinos. Véase como el término hace hincapié en un modo de preparar los alimentos: a la parrilla. Mi tesis es que en el resto de los casos señalados sucede algo parecido. Esto es, no es el alimento en si lo que confiere una connotación peyorativa a los enemigos, lo que les degrada a nivel simbólico y por tanto nos sitúa en un plano superior es sobre todo la manera en que estas comidas son consumidas: casi todas con las manos.

Sirva un tópico de la VR para comprender esta hipótesis: los estadounidenses blancos reducen al pollo frito la dieta de los afroamericanos, alimento que -como ya veremos- cumple uno por uno los mismos requisitos de esos otros que en eEspaña hemos asignado a nuestros enemigos. Se puede decir que esa valoración a la baja de los demás es algo que nos vincula con el reduccionismo de los racistas, de ahí el título de este epígrafe.

Una vez presentada la primera versión de este volumen Rolbap completó la hipótesis observando la insalubridad y pringosidad de todos los alimentos usados en los motes. Se expresaba Rolbap en términos que traslucían como la medicalización de la nutrición va adquiriendo connotaciones moralizantes. Pocos días después pude ver como un bloguero de la web de “El País” mostraba ese mismo tipo de asociaciones.

II. Noción concisa sobre el llamado “proceso civilizatorio”.

Ahora toca que nos situemos en la VR para intentar explicar como la manera en que se consumen o se preparan los alimentos ha sido un rasgo identitario reconocido a lo largo de todas las épocas y en todas las culturas. Sirva como ejemplo como en nuestro propio país el continuo contacto con el mundo islámico hizo reconocible un modo cristiano de comer con los comensales sentados frente a la mesa por oposición a la manera de los infieles.

En el siglo X una princesa oriunda de Constantinopla introduce el tenedor en la corte veneciana provocando así gran escándalo. No sabían por entonces que algunos siglos más tarde uno de los platos nacionales sería inconcebible sin el uso de los tenedores, me refiero a los spaghetti. Más allá de las ironías de la historia, nos hallamos ante el primer hito en la extensión del uso de la cubertería como parte esencial de nuestro canon en las maneras de mesa.



Es un proceso que dura siglos y que se intensifica con la revolución industrial. A efectos de lo que nos interesa es sobre todo un proceso en la historia de las costumbres, un proceso que se ha llamado “civilizatorio” por el cual en el conjunto de Occidente la corrección en las formas de comensalidad se irradiará desde los ambientes cortesanos oponiendo refinamiento frente a rusticidad, para en un segundo momento pasar a formar parte de la mentalidad burguesa en un esquema más amplio que incluye la oposición entre civilización y primitivismo.

Es por este proceso como se ha llegado a considerar en nuestra cultura que comer con las manos -salvo contadas excepciones- es algo que está fuera de lugar pues es tanto señal de infantilismo como algo propio de rústicos, o bien un uso de épocas remotas o de pueblos primitivos actuales. Comer con las manos sería pues la mayor parte de las veces una especie de aberración, algo contrario e impropio, opuesto a todo lo racional que representa nuestra civilización, una civilización que ha impuesto su poder militar, político y económico sobre todos los pueblos del planeta y que de forma etnocéntrica solemos entender como el compendio del no va más de los logros humanos.

III. “Porque son salvajes e infantiles, cuando no simples animales”.

Pues bien... tomo como premisa que esta concepción de lo idóneo está muy arraigada en nuestra psique. Y de esa premisa deriva la hipótesis que ya habrán adivinado, a saber: que identificamos a los enemigos con una serie de alimentos concretos y no con otros en primer lugar porque la forma en que se consumen -esto es, con las manos- es vista de modo inconsciente como un rasgo involutivo, una señal de salvajismo, una prueba de inferioridad.



Se puede aducir que todo se debe simplemente a una combinación de prejuicios e ignorancia acerca de la gastronomía de los demás. Es innegable que ambos son factores que juegan un papel en la formación de estos iconos culinarios despectivos, al igual que también incide el escaso prestigio de la fast food o comida basura en la que se engloban varios de estos alimentos. Pero en cualquier caso pueden ser redundantes, porque la manera en que la ignorancia se suple con un prejuicio y no otro, la forma en que un prejuicio se construye y/o tiene éxito, así como el bajo status de la comida rápida se atienen a causas más profundas como las que antes he expuesto, aunque también hay otras que intervienen y se tratarán más adelante.

Por el momento nos detenemos en fijarnos como eR nos brinda un excelente ejemplo de las raíces imprevistas del prejuicio: a los brasileños se les identifica con el plátano en una desafortunada metonimia de lo simiesco. Se sigue un prejuicio que simplifica la alimentación de los simios con consecuencias tan cómicas como los que resultarían de pensar que los elefantes se nutren a base de cacahuetes. Por este prejuicio la dieta omnívora de animales como el chimpancé no se reduce sólo a lo frutal, sino que además se le adjudica una fruta en concreto el plátano.

¿El motivo? Que se asimila a los monos con los niños de nuestro entorno, entorno donde el plátano es la fruta de consumo infantil por excelencia, la que prefieren los niños según las estadísticas de consumo de frutas por edades, simplemente porque es más fácil de pelar que una naranja o una manzana (y también porque las frutas con efecto laxante son más propias de los viejetes). Ni que decir tiene que no precisa cuchillo y demás cubiertos. A los brasucas no sólo se les animaliza tal cual, sino que se trata además de una animalización infantiloide o infantilización animalizada.



Véase como la misma lógica simbólica expuesta de degradación a través de la comensalidad sin cubiertos o pringosa también ha operado desde el bando contrario. Recuerden que los españoles no sólo hemos sido llamados sapins por nuestros enemigos del norte. Pues desde ese país que el nuestro ha desbancado en la alta cocina también nos fue adjudicado un apodo gastronómico que calca las explicaciones anteriores. Nos llamaban "tacos", un mote muy eficiente al tener como finalidad el suscitar la reacción airada al asimilarnos a propósito con los mexicanos, pero que sigue la misma línea que sin ninguna clase de equívoco de país marcan los apodos culinarios acuñados en eEspaña. Con ese precedente de unos “tacos” dotados de una connotación racista implícita desfavorable a los mexicas, me parecieron bastante graciosas las relaciones posteriores entre estos y los gabachos.

IV. “Ni siquiera ellos mismos saben lo que comen”.

Anteriormente apunté que el bajo prestigio del fast food y de la comida basura también participaba en la generación de estos iconos peyorativos. De un modo redundante pero también complementario. Porque si el comer con las manos nos trae fantasmas de un pasado anterior a la civilización, la comida basura nos inspira las amenazas de un presente y un futuro hipertecnificados que escapan a nuestro control, emplazando los simbolos gastronómicos peyorativos más allá del eje temporal.

Esta doble inspiración funciona particularmente en el caso de hamburguesas y kebabs, pues ahí entra en juego la suspicacia que genera una manipulación que transforma radicalmente su materia prima cárnica. La molienda o desmenuzamiento de los ingredientes también interviene en las croquetas, alimento cuyo consumo mayoritario es bajo la forma de precocinado de elaboración industrial. No hace falta mencionar como la trituración o desmenuzamiento industrial de ingredientes alimentarios ha sido fuente de toda clase de leyendas urbanas. Se puede decir que tales leyendas prueban la existencia de una categoría de alimentos sospechosos, que pueden contener elementos extraños y/o escapar de las normas sanitarias.



IV. "Por todo ello son aberrantes, en especial los e-franceses".

Podemos resumir en una sóla palabra la asociación que imaginamos entre cualquier archienemigo (sea interior o exterior) y su alimentación. Esa palabra es “transgresión”. Sólo podemos imaginar al enemigo fuera de lo que entendemos como normativo, subvirtiendo lo que entendemos como normal y ya más natural que cultural.

Esto ha sido especialmente evidente en nuestros tratos con los franceses. Con ellos no nos hemos limitado sólo a ponerles apodos alimentarios, sino que hemos hecho hincapié en formas perversas de ingerir y tratar los alimentos. Les hemos atribuido la mezcla de vino con anticongelante, les hemos afeado el simple atentado semántico de emplear el término omelette más que el hecho de no usar papas, hemos celebrado un artículo de martinoz que era una atroz receta de cocina con ancas de rana por ingrediente principal. Les hemos llamado también pisafresas y empezamos una Reconquista teniendo la Rioja por una de sus bases con el lema de “pagará el francés el vino que se bebió”.



Ante tanto despropósito que imaginamos fue una consecuencia normal que no tuviéramos otra opción que planear una especie de ley del talión por el que nos tomábamos como venganza, no sólo nacional sino de todo el mundo civilizado, el poder algún día realizar una transgresión mayor, el empozoñar la más importante de sus fuentes de proteinas: las vacas, pobrecitas. De este modo y no simplemente del equívoco cómo surgió la expresión “mataremos a sus mujeres y violaremos a sus vacas”.

Una frase hecha a través de la cual se sueña recurrentemente con emular en fuerza y en apariencia a uno de nuestros mayores símbolos patrios: el toro de Osborne, el cual se debe -no olvidemos- a una marca de Brandy. Pero bueno, ya estamos adelantando otra historia, el tema del siguiente volumen de la serie... el que trata las iconografías inspiradas en la alimentación que operan en las dinámicas internas de nuestro epaís.



VOLUMEN CUARTO. Usos y costumbres culinarios de eEspaña.

I. Últimos platos del menú.


Mientras me he demorado en redactar este volumen ha aparecido algún ejemplo más del fenómeno estudiado en la prensa de eEspaña. Aquel joven padre argentino luego homosexual catalán sin hijos publicó recientemente un artículo en el que la potencia otomana aparecía cual voraz pacman, lo que en castellano llamamos comecocos. Sirva ese post como muestra del éxito que tiene en este juego bélico la visión de las relaciones entre los países desde la óptica del sistema digestivo y que conste que no hablamos de uno cualquiera: el pacman/comecocos es un ente devorador cuya fisiología altamente especializada parece a todas luces infinitamente más simple que la de esas ratas con plumas que en las ciudades cagan al vuelo.



El comecocos es, como mera boca casi siempre abierta, un emblema estilizado al máximo de la glotonería, una máscara concentrada en un ángulo de apertura maxilar, casi al igual que sucede con el smiley o el awesome, los cuales también se definen por un peculiar gesto de su boca. Pero al contrario que estos últimos no consigna la saciedad plena de un hambre de satisfacciones, sino que más bien da testimonio de un desorden bulímico.

Recientemente también se ha hablado en terminos gastronómicos de un supuesto país: mexpaña; y por otro lado lolo999 nos ha mostrado como entre los brasileños perpetran adiciones frutales a nuestra entrañable paella valenciana.



II. Sobre las recetas de cocina como colmo del spam.

Los brasileños nos aportan otro incidente de mayor enjundia nos sirve para tratar de una vez los puntos previstos para este volumen. Pues una reaparición sin duda estelar del tracto digestivo -aunque sea en diferido- ha sido esa variedad de diálogo entre besugos que son los intercambios de recetas. Quien haya seguido la prensa habrá visto como en fechas cercanas se celebró con nuestros adversarios brasileños un evento cultural de esta categoría a través de los comments del boletín del Ministerio de Defensa.

Era inevitable en este monográfico aludir en algún momento a las recetas de cocina. De todos es sabido que su copypaste es una vieja técnica de troleo para contaminar posteos con spam absurdo alterando el curso del feedback. Al parecer tuput AKA himan fue cinturón negro en este arte y quizá se pueda mencionar a ardacho como el principal carcamal superviviente custodio de esta tradición. A priori este somero apunte podría parecerles suficiente peeeero es que hay más.

En primer lugar recordemos la tesis del anterior artículo: a través de ciertos motes ridiculizamos a nuestros enemigos asociándolos de un modo u otro a un caos culinario total, a una perversa transgresión en los usos alimentarios, siempre amantes de lo insalubre, lo insano y dados a una cierta falta de modales en la mesa. Siguiendo esta regla de tres en el caso de acudir a la gastronomía para realzar una hipotética identidad (e)nacional lo más previsible sería que nos viéramos como todo lo contrario: el no va más del refinamiento gastronómico como prueba irrefutable de una supuesta superioridad cultural y ¿Que mayor registro del refinamiento en la cocina patria que unas recetas que son legado de tantas generaciones?

¿Hay pues un mensaje subliminal en estos duelos de recetas o se trata de una mera lucha de spam? Aunque no lo crean, pienso que ver poco más que spam sería rizar el rizo. La prueba está en que tal clase de spam de recetario se usa indistintamente con conciudadanos o con enemigos. Por tanto, con pocas salvedades ciertamente las recetas son sólo un ingrediente de troleo en cuanto se consideran como algo fuera de lugar. Como veremos más adelante, de existir unos emblemas patrios asociados al aparato digestivo y a los paladares mucho me temo que no son para situarnos mucho por encima de nuestros rivales bélicos, lo cual demuestra que tales sustancias con habitual descenso por el esófago no han sido investidas de significados por oposición a otros enemigos que nosotros mismos.

Las excepciones que puedo recordar en un uso identitario de las recetas: 1) El proyecto de xender_xenocide de un recetario nacional a través de invitados a su periódico-programa de cocina, uno por comunidad autónoma. Sólo publicó el artículo dedicado a la cocina de Asturias con Kaylee de invitada. La realidad plural de la gastronomía española VR tuvo en su momento otra vía de expresión en el nombre de ORGs y de compañías de comidas, véase como ejemplo la ORG “Gofio para la milicia” de Superi. 2) La presumible multi jose ojete al perpretar un troleo al list de la prensa con la receta típica griega logró numerosos votos y hasta suscripciones de ciudadanos helenos. Aunque en origen debió concebirse como troleo para el desconcierto, véase como la reacción de los griegos respondió a un sentimiento de identidad, una identidad que en el caso de eEspaña si trata del paladar -repito- va más bien por otros derroteros. Al poco tiempo -si es que no fue casi simultáneamente- jose ojete publicó también una muestra de la gastronomía armenia que pasó sin pena ni gloria. Su periódico ha sido borrado, una verdadera desgracia.



Es curioso que la palabra SPAM haga referencia en origen a un deleznable producto cárnico en conserva pero que haya terminado entiendiéndose como SPAM más efectivo precisamente el soporte por excelencia de la cultura culinaria que son las recetas.

III. La transgresión alimentaria como señal de identida😛 niños, gatos, drojas, melocotones, canela, mikolápices y amargamiento de pepinos.

Como ya vimos antagonismo y transgresión alimentaria tienen su colmo en el caso gabacho. Sin embargo tal binomio no se circunscribe sólo a las relaciones con el exterior, también tiene parangón en las dinámicas internas de nuestro país. Es evidente por ejemplo en la etiqueta “comeniños” compartida/disputada entre poneros y boieros. Ambos grupos de gamers han parodiado el más terrible canibalismo para reivindicar su diferencia respecto a los demás, para ironizar acerca de las suspicacias que suscitan sus peculiaridades. Un caso parecido lo representa el uso de una imagen de Alf por uno de los mayores momios del juego, RaulCV. No hay que olvidar que el alienígena tenía una cierta predilección por comer gatos.



Es curioso que el padre de familia en esa serie fuese doblado al castellano con la misma entrañable voz en off de la película underground Pink Flamingos, cuya escena más célebre desisto en describirles pero que viene a mostrar todo lo contrario al nickname de una multi atribuida a chicho: culito tragón. Y esto viene a cuento porque al igual que en su momento se hizo con los franceses (los cuales comian ancas de rana y pisan fresas) la transgresión alimentaria como argumento para diferenciar personajes y/o sectores de la propia ciudadanía española no sólo ha funcionado través de la atribución de alimentos impropios (niños, gatos), sino que también ha incluido el uso inapropiado de alimentos.

A este respecto la lista de ejemplos no es corta empezando por el amargamiento de pepinos tan mentado en una época por criogenio, siguiendo por la aplicación de canela en sus partes reivindicada por Kekos00 por mimesis con el cineasta cantarín Nacho Vigalondo, el lanzamiento de melocotones por fermusita (fruta peluda que tantas alergias ocasiona al igual que la fresita emblemática de cierto reality), el uso que siko le dió a los mikolápices de creer las pruebas presentadas por sombrax... Por no hablar de las drojas en el cola cao tantas veces aducidas como causa de desorden conductual y por ende diferencia frente a la masa social, una diferencia por ingesta de compuestos químicos que algunas veces no es fortuita como se posible apreciar en la disyuntiva de la pastilla roja y la pastilla azul originaria de matrix y planteada varias veces por montesdeoca, una elección imposible según la ya lejana prescripción de haloperidol por parte de un conocido estudiante de medicina.



Volviendo a las tradiciones gastronómicas infanticidas, debo indicar que desconozco las diferencias entre ambas pero que mucho me temo que toda sotisficación de los sorbedores de ramen es sólo atribuible al breve paso de la rojeras morritxu por sus filas. Es legendaria es la destreza de las hermanas como cocineras y reposteras, aunque al parecer no tanto como la de otro cocinillas del norte, el cual ha llegado a exhibir su arte en ETB. Dejando los cotilleos, lo que si parece claro es que los niños -aunque devorados por grupos minoritarios- son de los escasos alimentos que consumidos en estado sólido forman parte del acervo gastronómico de eEspaña.

IV. Especificidad de la tradición gastronómica de eEspaña (no calca la de la España real).

Otra interesante característica de este tipo de cocina ingame es que es totalmente endógena, surgida espontáneamente de la propia dinámica del juego sin calcar tipismos de la VR (a no ser que nos remontemos al canibalismo evidente en la Sima de los huesos de Atapuerca o queramos suponer la práctica de los infanticidios propios del rito moloch en el Cádiz de época fenicia). En su origen netamente erepublikano, en su especificidad, se asemeja el consumo de niños a casi todos los demás componentes de la dieta de los eEspañoles, lo cual contrasta bastante con los vínculos con hábitos alimentarios de la VR que siempre presuponemos si pensamos en el enemigo (con la excepción del anticongelante en el vino atribuido a los gabachos). Este hecho prueba como la comunidad de juego está viva y es susceptible de ir inventándose a si misma .

Es curioso como sólo una ciudadana que no es española VR (CarolinaM) luce en su avatar un icono alimentario tan patrio en la VR como es naranjito. Es esta de las contadísimas concesiones erepublikanas a lo que en la VR se consideraría tipical spanish, las otras serían la temática vinícola o el omnipresente toro de osborne, pero en comparación con otros comestibles apenas se mencionan los consabidos platos nacionales y es de lo más raro la alusión al pintxo o la tapa fuera del contexto de las KDDs (que según algunas imágenes también tienden a la cocina oriental). Ya que CarolinaM se identifica con una naranja, es también mencionable la aparición de los cítricos en un personaje denominado “superlimón” en las viñetas de Nesan que no sé si tiene el mismo significado referente al sabor amargo que al parecer tenía el apelativo “limón” en la correspondencia de aquella multi tan obcecada denominada sablemortal.

V. Los terrenos comunes de la alimentación y la escatología: el salseo es shitstorm y se ameniza con dos tipos de picoteo (palomitas y chocopoints).

A los bebés y tiernos infantes se suman dos snacks que también precisan una laboriosa fase de masticación y que al parecer son de ingenta frecuente y generalizada: las palomitas y los chocopoints. Ambos elementos conllevan muchas veces un maridaje especial entre paladares y culos... pues no son sino resultados divergentes del salseo, término que en última instancia nos remite a las salsas, a la sabrosura y el sabooooooor... pero que sin embargo muchas veces se rotula con el epígrafe de impresionante metereología anal: “shitstorm”. Es impresionante cuando no simplemente asqueroso apreciar como comer palomitas deviene en una especie de burbuja protectora de lo que se entiende como mierda huracanada (al fin y al cabo lo que el cuerpo expulsa tras la digestión). Si las palomitas se presentan como un consumo consecuente a la profusión de mierda, existe otro comestible ligado a las materias fecales pues forma parte de los remedios caseros que regulan su correcta expulsión, me estoy refiriendo al all bran. Tenemos por tanto inscritos en el campo alimentario el alfa (all bran) y omega (palomitas, o pipes en la variante de sombrax) de la escatología.



Una suerte mejor que las palomitas, por siempre asociadas a la mierda, corrieron en su tiempo las cebollas. Me explico: si en palabras de tuput la causa de su prohibición por ley era evitar que lloraran las madres, quizá era en previsión de no contaminar con secreciones corporales lo que al fin y al cabo no deja de ser un comestible (no olviden el esquema mental expuesto en el volumen primero). El puerro, propuesto por tuput como ingrediente alternativo a la cebolla, quizá lo relacione con una orden de caballeros mencionados en una historia de Italo Calvino, quien sabe si inventores bálticos de la purrusalda.



Se menciona en ese relato del autor italiano un supuesto poder afrodisiaco de los puerros seguramente por la misma analogía morfológica que en nuestro caso hizo fantasear a miembros del CNT con una milicia llamada “los pepinos de bakunin”, posteriormente denominación fugaz de un partido toveado por Juracan. Más cercana a los modelos literarios de la VR se presenta Lantanique al mezclar dos placeres de la vida, algo similar sucede con el nombre de esa milicia que aúna besos y bombones.

De chocopoints estábamos escribiendo más arriba y es así mismo destacable como el prefijo choco- implica que los admins añaden una pizca de chocolate al salseo, de la misma manera que algunos cocineros hacen con la salsa de los estofados. Esta última coincidencia de ingredientes eR/VR nos hace intuir un cierto snobismo entre los trolls, insaciables consumidores habituales de tales chocopoints. No es de extrañar que hayan desarrollado una suerte de sibaritismo. Y es que el troll sólo crece si se nutre como si a todas horas fuese después de medianoche, tal y como advierte la máxima: “don't feed the troll”. Y hablando de chocopoints es curioso como la afición a repartir chocolate ya era apreciable en el viudo de Saix justo antes de ser moderador. Como algunos señaló alguno de los sectarios en su antiguo foro, por los inicios del gran revival varnishista, el susodicho goldbuguero II se dedicaba a interpelar con el interrogante ¿Chocolate negro o chocolate blanco?

VI. Un curioso caso de bilocación por sobredosis de chocopoints y un apunte sobre las fuentes de proteínas.

Antiguamente el alto consumo de chocopoints producían intoxicación mortal de la cuenta. Uno de estos casos de sobredosis inducida sirve para centrarnos en el único caso digno de mención de identificación entre un ciudadano y un animal de granja o de corral (fuentes de proteinas). Por si no lo recuerdan: tenemos una oveja (siddy), un conejo (un servidor), un gallo (saik). Pero ninguno de estos motes tiene una enjundia igual a la multicuenta pavo, una de las tantas no atribuibles a arrak de arrakalis, concretamente la usada para la manifestación de outsmarter durante su estancia en el limbo por empacho de chocopoints. Dos aspectos hacen interesante a este pavo: véase que mientras la cuenta principal está virtualmente muerta el pájaro elegido para hacer acto de presencia es por la putrefaccción de su carne, más lenta que la de otras aves, un icono pictográfico de eternidad y así aparece en un cuadro renacentista que representa a san Jerónimo. En un segundo término tenemos su denominación en inglés (turkey) y en portugués (peru) que nos despistan un poco sobre las futuras inclinaciones en AAEE del entonces bisoño ciudadano.



Otras aves de corral aparte del pavo y el gallo mencionables en un monográfico como éste son una gallina presente en unos test que montesdeoca tuvo a bien postear en los comments durante su apogeo, y por supuesto el inevitable pollo sin cabeza, en nuestro país inevitablemente asociado a andreíta pero que en todo caso es sin duda el ingrediente más internacional pues tantos en el largo y ancho eMundo lo han querido asar o llevar a la cazuela y lo cual explica que el juego tengamos en lo más alto de su jerarquía a un personaje al que se le da nombre de vajilla: plato. Su animal antagonista fue pronto identificado pronto por los jugadores como fuente infinita de fuerza, en cefalopódica eucaristía: me refiero al Pulpo Paul cuyos tentáculos generosamente cubiertos de pimentón fueron inocentemente reclamados por los incrédulos, tan ansiosos como los novatos en los cultos mistéricos por la sangre de Mitra.

Podríamos contabilizar también como fuentes proteínicas las chuletas que son especialidad de la antes mencionada carolinaM tiene pero eso ya sería ocuparnos de la gastronomía de eColombia.

VII. La gula como metonimia de los excesos, la subversión y el caos.

La voracidad idiosincrática de los trolls no se restringe a los chocopoints y nos conduce de forma obligada a otra cuestión: la gula. Hay que mencionar como en un principio este pecado original fue concebido por la moralidad cristiana en un sentido amplio, más allá de la ingesta desmesurada de alimentos y bebidas; esto es, abarcando toda clase de excesos. Si nos fijamos en ciertos símbolos o iconografías surgidas ingame es inferible que las representaciones de la glotonería operan como metonimias del exceso, de un exceso como norma principal y meta final de este juego.

En este sentido la apología de la ingesta pantagruélica e indiscriminada de sólidos y líquidos se condensó en las viejas siglas de un grupúsculo en un tiempo muy dado a los excesos, obviamente me refiero al significado de P.B.C. (Partido del Bebercio y el Comercio), antecedente de quienes con ese genoma identitario hoy no podían denominarse de otro modo que E.A.T. (comer). Véase la vieja polémica interna acerca de si la muchacha que aparece en el avatar clásico del P.B.C. con señales evidentes de haber consumido gran cantidad de alcohol merece o no el apelativo de “la gorda” o “gordi”. Esta controversia a mi modo de ver inexplicable (no aprecio signos de sobrepeso) responde a una especie de necesidad de ser representados por una especie de Venus prehistórica de los excesos. Aunque si bien los cultos a la fecundidad se materializaban en las conocidas formas esteatopígicas, aquí el culto a los excesos, a la gula en suma, obliga a sobredimensionar la adiposidad de quien encarna con su imagen el espíritu glotón -esto es, dado a los excesos- del partido en cuestión.




Otras veces la glotonería como metáfora de un modelo de juego se manifiesta de una forma más explícita como sucede con ese insufrible spammer extranjero denominado Pizza the Hutt, con la imagen del personaje homónimo de Spaceballs, un personaje que últimamente también he visto en el avatar de catlander. Debe recordarse que esta figura llega a practicar la autofagia y que ello no significa que devore coches.



Sobre Alwoske y el cookie monster de su avatar no puedo decir nada ya que apenas coincidimos, si fui testigo de la existencia de un Batallón Spencer cuya figura inspiradora exhibe un apetito extraordinario en varias de sus películas, recuerdo en concreto su pasión por las baked beans, hasta el punto de no ser difícil ver en tales alubias un remedo de las espinacas de Popeye. Ahora que lo recuerdo Bud Spencer también se hizo llamar Banana Joe en una película suya ambientada en Brasil. Quizá algún erepublikano concluiría adonde fueres haz lo que vieres.

VIII. Genealogía de la trilogía líquida vino-café-fanta como fundamento de la dieta en eEspaña.

No mencioné anteriormente el componente etílico del grupo anarkólico pues entiendo que responde a un fenómeno más amplio. Mi hipótesis es que el eje de la gastronomía de eEspaña lo componen principalmente tres bebidas, como ya habran adivinado: el café, la fanta y el vino. Y es que a falta de un estudio estadístico exhaustivo parece obvio que ante todo nos vemos a nosotros mismos con una gran tendencia a beber estos tres líquidos, de ahí que antes señalase que pocos alimentos sólidos pueden considerarse parte de nuestra dieta.

Resulta llamativo que hayamos forjado una serie de motes para nuestros enemigos basados en la comensalidad grotesca de unos infraalimentos sucios e insanos... pero que al mismo tiempo nuestro top gastronómico competa a un breve tránsito por los gaznates más que a las sutilezas del paladar. Me explico: nuestros enemigos al menos mastican lo que comen, los líquidos se tragan sin más. De este modo quedamos asimilados a los lactantes, a una dieta succionadora sin dientes, e incluso a una dieta sin boca si nos remitimos a las sondas nasogástricas o técnicas similares. Obviando que tanto café como vino son objeto de atención por los gourmets en la VR, en el caso erepublikano sitúa el acto alimentario por excelencia que es su ingesta a un nivel inferior al del propio Robocop, hombre encerrado en una máquina condenado a subsistir a base de potitos. Enciendan ahora sus porros pues da comienzo otro momento estelar de alocadas interpretaciones de nuestro código simbólico.

No es casualidad el auge de los términos fanta y café como palabras clave en la vida de nuestra comunidad, ni tampoco el éxito de la reivindicación del vino y bebidas espirituosas en general como tradición troll. En este último caso podríamos remitirnos a su raigambre báquica por la que alcohol y desenfreno serían equivalentes, pero no podríamos quedarnos ahí ¿Es que a estas alturas no son conocidas y de uso común otras substancias desinhibidoras? Mucho me temo que si, pero el alcohol aparte de ser tolerado social y legalmente y de formar parte de nuestra historia (más en el caso del vino en torno al cual se ha establecido una “cultura), ofrece como líquido una redundancia de dispares significados que multiplica su eficiencia como símbolo.



Si en el caso del vino y los alcoholes en general es ya evidente en la VR como afectan al ánimo del sujeto, véase como si hablamos de fantas o de café se da por descontado un estado concreto de los individuo aludidos hasta el punto que tal estado pareciera un efecto de tales bebidas, lo cual es asombroso si tenemos en cuenta: 1) Que el café en la VR tiene un efecto estimulante totalmente opuesto al que se le da en eRepublik y ello es así porque en origen se refiere al coffee break de los oficinistas, :rotocafé: en la jerga prestada de quienes no dejan de ser bebedores de mate. 2) Que la fanta afecta visiblemente sobre todo a quien la paga, pero no deja de tener consecuencias sobre el espíritu de quien la consume, causando en ambos una especie de vicio insaciable de tal manera que surgen redes de íncubos y súcubos o -si así lo prefieren- una especie servidumbre vampírica en el cual el refresco de naranja no deja de ser un trasunto de la sangre aguada de los donantes de fantas.



Es apreciable por tanto en el uso que hacemos de los términos como las tres bebidas ha devenido en producto de la destilación de los propios actos sociales con las que se han asociado. En cristiano: café/fanta/vino (y alcoholes en general) participan de un arquetipo que se remonta a los brebajes o las pócimas pues se les ha investido de poderes mágicos, con un efecto determinado más allá de las voluntades de los sujetos, más potentes que el filtro del propio Panoramix pues basta con su sóla mención. Como brebajes o pócimas erepublikanas serían de algún modo partícipes de la misma lógica de los productos milagro, una lógica que ha dado lugar al concepto alimento-medicina cuyo paradigma es el actimel, al menos hasta hace pocos años el producto concreto más vendido en los hipermercados de nuestro país.

Al serle atribuidos efectos consustanciales al acto social que se les asocia se subraya la naturaleza social del individuo y es ahí donde se explica como han arraigado estos símbolos tan sencillos. Es relativamente fácil hablar de los demás en términos de supuestos platos típicos sean o no comida basura pero cuando se trata de reflejar nuestras propias dinámicas es imposible encontrar iconos alimentarios más aptos que las bebidas. Y esto es así porque en la propia VR no existe alimento típico sólido concreto que presida un evento social común a todos los españoles muy al contrario de lo que sucede con las bebidas. Todo el mundo ha quedado para tomar café (o se ha escaqueado tomándolo como pretexto) y/o ha participado en un botellón y al menos en el caso de los varones de todas las edades ha pagado fantas o equivalentes, es decir: todo el mundo tiene el mismo bagaje de ingesta de las mismas bebidas en reuniones sociales.

Por eso café será más eficiente en el plano simbólico que paella a la hora de definir una actitud o un rol en un momento de la dinámica social. Una vez fijado tal código es su alta reiteración en los textos lo que me hace hablar ahora de una trilogía de bebidas como el fundamento de los usos gastronómicos de eEspaña, nada que ver con la dieta mediterránea ni con los contundentes guisos del norte, otra muestra de como los propios jugadores van creando ellos mismos la idiosincracia del país por el que juegan. Un caso opuesto, en lo que tiene de calco total de la VR, sería la celebración del tereré como bebida nacional del eParaguay en un artículo de Martu.

Existe además un tercer nivel de interpretación, más psicologizante y en la línea de los volúmenes anteriores. Más arriba mencioné como una dieta nacional basada en líquidos nos asimilaría a los lactantes, esto daría pie a un análisis del gusto por las cool pics, me limitaré a mencionar que hay otros signos de fijaciones orales como sería el caso de no sólo tener por nickname el nombre de una bebida (ballantines) sino complementarlo en algunos momentos con avatares de dos succionadoras, eterna niña vampira la una (de “déjame entrar”), y la otra célebre campeona de apnea en la industria del porno. Dejando al margen esta clase de comentarios... al retrotraernos a la lactancia, la ausencia de dentición al principio de esta fase nos remitiría a una ideas expuesta en el volumen 2 de esta serie: la mordedura es la forma más elemental de agresión, de lo que se infiere que la ingesta de líquidos como café, fanta o vino sería a efectos simbólicos la forma de comensalidad más opuesta a toda noción de violencia y más cercana a la camaradería como la que se presupone a un batallón y estoy pensando en el 7up.



Respecto al anecdotario ingame en torno a esta trilogía podemos empezar por la ambivalencia del café. Es destacable como las plantaciones antiguamente achacadas a taguaro hoy no tendrían mucho sentido si pensamos que a su lado muchos de los últimos presidentes han sido morfinómanos recalcitrantes y por ello los mayores latifundistas del Triangulo de Oro del opio. Aparte del café enunciado como forma de autoironía (como parece el de minara martos y sus melancolicos pagafanteros), sirva el saimacismo de taguaro como modelo de un café de tostado negativo pues con él se enmarca en el territorio del absentismo decepcionante mientras que de otra parte tendríamos el :cafe: de tostado neutro con el que se hace aviso de distanciamiento, siendo qablo el ejemplo más claro.



En lo que respecta al pagafantismo y sus reminiscencias brujeriles basta con mencionar como la histeria colectiva achacó a este fenómeno la (a)corta(da) presidencia de Ienne, sirviendo ello para enmascar tanto los intereses espúreos, miedos razonables y causas humorales que llevaron a una dechada de mediocridad al cargo presidencial. Leyendo la prensa parecía que simplemente una Gran Fanta Nodriza había enviado sus imbatibles fantitas de combate a las urnas. Se da por otro lado continuamente en el juego un pagafantismo invisible de baja intensidad entre varones al cual por el momento no se le ha puesto nombre.

En cuanto al vino y otras bebidas alcóholicas, su apología como práctica troll se ha cifrado en la conformación del anarkolismo como movimiento subversivo y engloba también hechos tales como la Ley del Vino, la supuesta borrachera de kiwii en el Congreso, o el nombre del periódico de la evidente multi simpatizante de los CDM denominada mandrill: Peste a vino. Me parece muy curioso que sólo tenga constancia de la participación de perroflautas momios en la vendimia VR y que sólo sean algunos rojales los que siempre terminan saludando con un brindis, ya sea Salud (como Suarotz) o Zalú (como decía uno que no recuerdo). Destaco esta curiosidad por ser más bien de la derecha u oportunistas los mayores valedores de la Ley del Vino. Al menos Ardacho suele llamar a la cerveza en su feisbu “mi enemiga”, librando con ella una lucha sin cuartel.



IX. Un final de los tantos posibles.

Y por fin llegamos al final. Piensa que si te costó leerlo, más me costó a mi escribirlo, aunque si no fuera por eso tampoco lo hubiera intentado.

Han leído un texto anómalo en juego porque si se fijan a lo largo de los distintos artículos he ido interpretando, que no contando, una Historia que no deja de desmerecer la inicial mayúscula por el hecho nada accidental de no tener sujeto, algo que va totalmente en contra de la esencia egocéntrica de este mundo.

He ido hilvanando a partir de lo que recuerdo haber leido, a partir los textos como si el lenguaje tuviera una vida propia anterior a ser reproducido por los players, una vida que es la única que se puede vivir si el juego es un juego de texto.

Me he centrado en la comida porque es un fenómeno universal en la VR y algo novedoso prestarle atención a sus menciones en eR. Por otro lado no negaré cierto interés por la industria alimentaria a lo largo del tiempo y en los discursos en torno al cuerpo.

Espero que lo hayan digerido bien.