Historias de un no-muerto (V): No estás solo

Day 4,978, 12:30 Published in Spain Greece by pabsy11



— Si te pensabas que ibas a salir de aquí sin avisar otra vez…
— Yus, solo es un hasta luego. Vuelvo en unos días, cuando terminemos un trabajo.


Parece más cansado que la última vez que le vi. Pero también más sabio. Se baja un poco las gafas de sol y me mira seguro.

— Voy con vosotros. En Zagreb puede haber muchos peligros que no prevees.

Levanto una mano para pararle.

— Ni de coña. Esto es nuestro trabajo, tengo que arreglar algo que rompí hace muchos años.

Gira la cabeza a Edrielle, mirándola a los ojos, como hacen todos los humanos que la ven.

— No permitas que le maten, o tendré que dejar la taza de café y cargarme a media eEuropa…

Me vuelve a mirar de arriba a abajo y señala al interior del aeródromo.

— Hay un avión con vuestro nombre. Cuando lleguéis allí no sois parte de BdC. Te lleva uno de nuestros mejores pilotos. Sea lo que sea, no la cagues Pabs.

— Te debo una Yus. Te debo varias, si contamos también otros momentos… Bueno, ya sabes.

Vuelve a señalar el interior y nos movemos. No gira la cabeza otra vez. Edrielle se adelanta mientras yo examino mis alrededores. Todo sigue igual que la última vez que subí a un avión aquí. Después de un centenar de metros llanos, llegamos a un hangar. Huelo ese olor familiar a cerveza, como marca la norma de la unidad.



El edificio está relativamente vacío, un par de cazas al fondo, con poco uso, y un jet un poco más grande, con una figura esperando entre las sombras de sus ruedas.

— Edrielle y Pabs, ¿verdad?

Afirmamos con la cabeza al ver un soldado de BdC al que me cuesta reconocer hasta que llegamos a él. Una rana croa a su lado y bueno, en su uniforme, además de toda la parafernalia de la unidad, también lleva el icono de ese reptil

— No te equivocas. A ti te llamaban Barriga Verde. Siempre acompañado por esa rana.

— Es un sapo. — Me corrige Edrielle.

— Eso es. Tu compañera sabe de lo que habla. Bueno, dejémonos de formalidades. Me han dicho que queréis que os deje en la antigua capital croata. No perdamos el tiempo, podemos evitar tráfico aéreo si salimos en cinco minutos.

Pulsa un botón en una especie de controlador que lleva en la mano y se baja la puerta de la bodega de carga.

— Ve subiendo, yo lo guardo en la bodega. — Indico a Edrielle mientras señalo la puerta del jet.

Edrielle sigue al capitán mientras guardo la dos maletas en el fondo del jet. Varias cajas repletas con casi total seguridad de armas me aguardan dentro también. Un viaje fructífero para la unidad.



Tras varias turbulencias, historias viejas y advertencias, llegamos a un aeródromo a las afueras de Zagreb.

— Me han dicho que hay un utilitario azul que os espera en ese parking. Las llaves están escondidas dentro del tubo de escape. Suerte. — Dice el soldado cuando bajamos del jet.



— Stauros está cerca. — Farfullo mientras arranco el coche.
Edrielle me sonríe, sin responder. Ella también lo ha notado. La espada tiene un significado especial para nosotros. Muchas almas arrebatadas con su filo y aún más salvadas gracias a él.

Llegamos al centro de Zagreb, abarrotado, con un tráfico intenso. Edrielle se impacienta ante la conducción de los croatas y las nulas indicaciones.

— Estamos cerca. Quizás si aparcamos y fuéramos a pie llegaríamos antes.

Dejo el coche en un parking, entre muchos otros coches normales. Nada que destacar.

Y echamos a andar. El hotel en el que nos alojamos está cerca. Un hotel de tres estrellas, nada exagerado. No muy caro y con ciertas comodidades.



Pero cuando estamos cerca, en la calle, entre la multitud, veo una cara familiar. Otra mujer rubia, de ojos azules. Pero vestida con un traje negro. ¿Victoria? No, Victoria está muerta. Victoria se quedó en aquel paso de nevado.

Viene hacia nosotros. Edrielle nota mi nerviosismo. Ella no sabe quien es Victoria. Me sonríe. Me ha reconocido. Sabe que lo sé.

Y cuando se cruza, una sola frase suya me hiela por dentro.

No estás solo.


Pabs de la nevera, El Hombre de Hielo, dueño de la cabeza de tirant.