PROLETARIADO (micro relato)

Day 3,680, 21:41 Published in Venezuela Venezuela by Darwin Carballo

Son difíciles los días cuando el hambre y la inmundicia se hacen parte de los hombres a merced de los grandes burgueses. Las adversidades se hacen cada días más difíciles con la generaciones de grandes minas de carbón, grandes vías de trenes para acelerar el ‘’progreso’’ las tristezas eran grandes con tantos hombres explotados con sueldos míseros y grandes horas de trabajo.

Mi nombre es julio, vivía en una pequeña casa… trabajaba diariamente para comprar miserias, mi familia era bastante numerosa de al menos 7 hijos, uno de ellos se instruía con libros que eran muy mal vistos… todos los días al llegar a casa cansado después de al menos 13 horas de trabajo; mi hijo Pedro me hablaba de una nueva era… de una utopía que vendría si toda la clase obrera se unía para vencer a la burguesía y su poder sobre los medios de producción.

El país iba en un constante progreso, todos los países hablan del gran proceso de aceleración económica de aquel país europeo. Los grandes periódicos estaban tomados por los burgueses, es lógico que hablen bien de su propia tiranía, mi hijo repetía una y otra vez ese detalle: ‘’la prensa, el gobierno está tomada por ellos, no hay ninguna manera de enfrentar algo así, a menos que nos unamos todos y gritemos verdades’’

Al día siguiente mi jefe al cual Pedro le llamaba Rata explotadora hablaba de la gran nación que estamos ayudando a formar, los grandes sueños de la nueva Europa… Ya alejada de los males de la guerra la nueva unión y los nuevos comienzo, fueron solo palabrerías para lograr explicarnos que no nos pagaría el mes… ya que con ese mes podría comprar más bienes que ayudarían a la producción y por lo tanto al desarrollo. No sé si fue por pedro y sus ideas, pero fui el único que se opuso… todos los demás quizás cual estúpidos, guiados por lo que se leía en la prensa diaria aceptan todo lo impuesto, quizás con miedo a perder su empleo.

Al llegar a casa cruce la puerta tirando maldiciones, intentando quizás que mi esposa entendiera la impotencia que sentía al no poder traer dinero a casa… mi esposa vestía con unos harapos ya viejos con ellos me secaba las lágrimas diciendo: ‘’amor mío, resistiremos poniendo más agua a la sopa’’ casi como en un cliché de pésimas historias de apologías a la pobreza.

Los días, los meses iban pasando y sin darme cuenta pedro ya tenía 20 años siendo el mayor su deber era conseguir un empleo y trabajar junto a mi… trabajamos juntos, así fue por unos escasos días, mi columna me pesaba, mi cuerpo no resistía como antes aquellos trabajos duros así que Pedro me dijo que él nos mantendría, que no me preocupara, fue así como deje de trabajar.

Pedro siempre fue inquieto, espontaneo y bastante rebelde. En toda Europa estaban naciendo movimientos obreros organizados, exigiendo derechos, exigiendo bienestar, un salario mínimo necesario, le llamaron revolución, revolución obrera. Fue así como pedro organizo a sus compañeros en colectivos y juntos pedían bienestar en marchas obreras nacionales, mi hijo se hizo uno de los grandes voceros del proletariado… todos le conocían, fue de los primeros que alzo la voz por un cambio que daría lugar a un bienestar que jamás tuvimos. Se había logrado reducir el horario de trabajo a 8 horas, 1 día no laborable a la semana… logros que parecían una verdadera utopía…

Pero nada dura para siempre, los burgueses siempre ganaban, se hacían de nuevo con algunos controles y generaban despidos masivos que se traducía en más malestar y desgracia para el proletariado… llego un momento que se llegó a aborrecer al comunismo, a las ideas utópicas y así empezaron las persecuciones. Llego un gran carro militar buscando a mi hijo, mi hijo pedro salió, se marchó con ellos… nunca jamás le volví a ver.

Pero como no recordarlo… hizo cosas extraordinarias, lucho por esa utopía que soñaba de niño, lucho cada minuto, cada hora de su vida, hizo de algo extraordinario, algo cotidiano… y aunque esa utopía jamás la alcanzo, lucho por ella. Y es que: ‘’La utopía está en el horizonte. Si te acercas dos pasos, ella se aleja dos pasos. Avanzas diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que avancemos, nunca la alcanzaremos. Entonces,… ¿para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para avanzar’’.