La Masacre

Day 3,680, 02:11 Published in Venezuela Venezuela by Darwin Carballo

Las noches son siniestras, la oscuridad siempre hizo acrecentar el titiritar de las almas… Es en Tasmania donde las historias son siniestras y la sangre toma el pincel y dibuja la viva maldad. La luna siempre ha guiado las almas a su descanso final, en Tasmania la luna siempre era tapada por nubes grises y en ocasiones en los más centellantes rayos se escuchaban los gritos de las almas pidiendo piedad para ser liberadas. Marta era el nombre de la niña que residía en este espeluznante y a su vez atractivo lugar.

Marta es una niña feliz, vivía con sus padres, su madre era profesora y su padre un feliz camionero… Marta nació con una habilidad especial, su mente estaba llena de ideas siempre ocurrentes, sabía que decir en el momento justo, sabía cómo hacer reír a sus padres y siempre se salía con la suya, era una niña buena y de una inteligencia enorme… Marta no tenía miedo de salir y jugar por las noches como las otras niñas, el frio de la noche, el silbido de los árboles y la espeluznante oscuridad le hacían sentir bien… Ella podía convencer a sus amigas que se quedaban en casa a dormir a salir y jugar a fuera, lo que a ella más le agradaba de las noches de pijamada es que sus amigas sentían miedo a la noche y ella no sentía nada... sus padres siempre fueron complacientes y la dejaban salir, era una niña muy lista y sabe que no debe alejarse de casa, sabían que jugaría cerca y ellos le daban la confianza, era un pueblo muy pequeño, todos conocían a todos, nada de qué preocuparse… aunque esa noche paso algo distinto a diferencia de las otras noches, un hombre pasaba y las vio jugar, el pobre hombre sufría de un severo retraso mental… El hombre era de estatura media y tenía una larga cabellera de rubio color… eran la 1:00 AM Marta se acerca al hombre mientras sus amigas atemorizadas la ven desde lejos… Marta inocentemente le invita a jugar con ellas:

– ¿quieres jugar?

– sí, sí quiero.

– ¿Cómo te llamas?

– me llamo Martin, ¿qué edad tienes?

– 8 y ¿tu?

–no lo sé, pero dicen que mi edad mental es de unos 9

Dice con una sonrisa espeluznante

Juegan por unos escasos minutos al escondite, la madre de Marta le llama y le dice que ya es hora de dormir, Martin, escondido susurra y le dice a Marta que sí podrían jugar otra noche, ella le contesta que sí, que venga mañana.

Martin trabajaba de jardinero en una mansión, todas las madrugadas de vuelta a casa visita a marta, muchas veces para jugar y otras para hablar, le cuenta de todas las veces que en el colegio le menospreciaban por su discapacidad intelectual y todas esas veces que se vengó de esas personas… Así como Marta no le temía a la obscuridad el no temía hacer fatídicos actos en nombre de la venganza… Nunca había matado a nadie, pero disfrutaba con hacer sufrir, muchas veces a animales, mascotas de personas que eran crueles con él, también le conto de esas veces que se prendió fuego así mismo con las ganas de no vivir más… su muñecas estaban llenas de cicatrices y su temperamento no era el más calmado… pero a Marta le agrado Martín, ella pensaba que al fin había podido encontrar un amigo que fuese tan raro como ella.

Una madrugada Martin llega hacia donde Marta, espera en la oscuridad a que Marta salga a jugar… Marta sale, y él le dice que hoy quiere jugar un juego nuevo… Había capturado el gato de un vecino, Marta sabia sus intenciones y no detiene a Martin al agarrar al gato por su cola y estrellarlo repetidamente a la dureza de un poste de luz, pero él no quedaría satisfecho solo con estrellarlo, el juego lo quería jugar junto a Marta y es así como le pasa el moribundo gato y Marta no piensa 2 veces en estrellarlo hacia el mismo poste hasta más allá de la muerte del indefenso gato, Marta lo disfruto, sonreía al llenarse de sangre, su vestido blanco quedo todo manchado… al escucharse a lo lejos una tormenta que avanzo rápidamente salió corriendo y se perdió junto a Martin toda esa noche, no quería que la diversión acabara.

La pasión de la sangre fluía en dos mentes que no alcanzaban ni la más mínima señal de simpatía por otros seres vivos. Marta y Martín terminaron de bajo de un puente, cubriéndose de la lluvia riendo a carcajadas y confesándose que llenaban una profunda alegría en la vida del otro…

Los padre de Marta preocupados buscan sin cesar bajo la clemente lluvia rastros de su hija, no paso mucho tiempo para que la policía ayudara en la búsqueda… les encontraron a los dos mojados y cubiertos asquerosamente de sangre bajo aquel puente rojo. Los padre de Marta echan toda la culpa a ese pobre hombre retrasado… el rechazo hacia Martin fue incrementando en el pueblo y Martin sin duda les odio mucho más a ellos, ya no podría ver a Marta más. El juez alego demencia leve y no le apresaron.

Marta se sentía sola… miraba por su ventana esperando que Martin apareciera para poder jugar con ella, ella no soportaba las cosas horribles que se decían de Martin en el pueblo, le llamaban ‘’enfermo’’… Para Marta, Martin era su mejor amigo, un verdadero genio en hacerla reír y ella deseaba verle. No tardó mucho en escapar y dar con Martin, esta vez se aseguró que sus padres no notaran su ausencia. Al llegar con Martin sus lágrimas de alegría le dijeron ‘’hola’’ un fuerte abrazo se dieron esa madrugada. Hablaban de cómo la gente no entendía nada, de cómo todos eran escoria. Lloraban juntos pues quizás esa podría ser la última vez que se verían.

Marta no quería dar un último adiós y piensa en el plan más sangriento y sin lugar en una joven cabeza que corrompida por la sangre de la inocencia le hacía pensar cruentamente.



Un arcoíris se posó en el cielo… la lluvia había cesado, la gente vivía su día a día con la normalidad y con una felicidad palpable en el ambiente… Tasmania parecía llenarse de alegra, no parecía el mísero lugar que solía parecer siempre, era un buen día.
Marta se encontraba en casa, ella estaba algo enferma, fue así como decidió convencer a sus padres que le llevaran al hospital... Ella había tomado unas pastillas de la cartera de su madre, suficientes para sentirse mal y tener motivos para ir al hospital… Al llegar los doctores no sabían que le ocurría y de inmediato la internan.
Con una bata blanca y una sonrisa Martin logra colarse en el hospital, la toma en brazos y se escabulle al tejado, ambos se sentaron en la cornisa a ver el movimiento de la ciudad.

– Hoy termina todo Martin.

– Tengo mucho miedo.

–Siempre estaré a tu lado Martin, hoy pasaremos a la historia… construiremos un nuevo mundo (Se recuesta en su hombro)

–Quédate aquí, volveré pronto y todo habrá acabado, nadie nos juzgara más.

– Así es Martin, nadie nos juzgara.

Martin se va mientras Marta se queda en la cornisa mirando hacia abajo, viendo la vida pasar… tarareaba una canción: ESTRELLITA DONDE ESTAS.
Martin llamo la atención de los padres de Marta… ellos lo siguieron y fue cuestión de instantes para que Martin los hiciera desmayar para montarles en la cajuela del auto… llegaron a la casa de Marta, les amarro dentro de la casa y encendió un cerillo que hizo inflamar la gasolina que horas antes ya había roseado. Se quedó un rato… para ver como empezaban a arder los padres de Marta el sentía alivio, ellos eran los culpables de querer separarlos, y ya no vivirían más.

Tomo una escopeta empezó a matar a las personas que se le atravesaban, aunque Martin era un poco selectivo… fue a todos los lugares donde estuvieran personas que se burlaron de él y les mato, él no podía dejar de pensar en Marta y lo divertido que sería si ella estuviese allí, imaginaba su sonrisa al ver la sangre de todas esas personas en las paredes y el piso… él sonreía bastante, sonreía por ella.

La policía le logro detener… había matado a muchas personas ese día.
La patrulla donde le llevaban paso frente al hospital y el miro hacia el tejado… ella estaba ahí, respiraba profundo en la cornisa con su cuerpo en forma de cruz… Y se lanzó. Una horrible crisis le dio a Martin dentro de la patrulla, el gritaba: ¡MARTA, MARTA, MARTA! Le inyectaron un tranquilizante.

Cuando despertó estaba en un psiquiátrico, uno de los médicos estaba con él. Martin no recordaba que había pasado, no sabía dónde se encontraba, estaba aturdido, estaba confundido. El médico le preguntaba cosas básicas: ¿Qué día es hoy? ¿Cuándo naciste? ¿Cómo te llamas? Martin recuperaba la memoria lentamente.

El medico se sintió algo intrigado cuando Martin le cuenta toda la historia… EL hablaba de una chica llamada Marta, una chica que estaba en el hospital y se había suicidado el día de la masacre… El medico escucho toda la historia de Martin, decide ir personalmente al hospital, todos los médicos estaban ocupados ese día por el incidente de esa vez, nadie recordaba con claridad nada. Solo recuerdan muchos heridos y asesinados, pero no sabían nada de un suicidio ocurrido allí ese día. El psiquiatra aun curioso fue a la supuesta casa de Marta, estaba incendiada… habían cuerpos quemados ahí dentro, 2 siendo más específico.

Luego de varios análisis el diagnostico era claro; el hombre afrontaba una seria demencia con complejos de inferioridad, le dieron 35 cadenas perpetuas, condena que cumpliría en un psiquiátrico.

Martin suele contar una historia bastante intrigante oída por todo el mundo, empieza algo así: Marta es una niña feliz, vivía con sus padres, su madre era profesora y su padre un feliz camionero… Marta nació con una habilidad especial, su mente estaba llena de ideas siempre ocurrentes, sabía que decir en el momento justo, sabía cómo hacer reír a sus padres y siempre se salía con la suya, era una niña buena y de una inteligencia enorme… Marta no tenía miedo de salir y jugar por las noches como las otras niñas, el frio de la noche, el silbido de los árboles y la espeluznante oscuridad le hacían sentir bien… Ella podía convencer a sus amigas que se quedaban en casa a dormir a salir y jugar a fuera, lo que a ella más le agradaba de las noches de pijamada es que sus amigas sentían miedo a la noche y ella no sentía nada... sus padres siempre fueron complacientes y la dejaban salir, era una niña muy lista y sabe que no debe alejarse de casa, sabían que jugaría cerca y ellos le daban la confianza, era un pueblo muy pequeño, todos conocían a todos, nada de qué preocuparse…
La historia la repetía una y otra vez… con ella entretenía a todo el psiquiátrico, sobre todo a los más locos.
FIN

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