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Habían llegado órdenes directas del comandante en jefe de la fuerza, teníamos que volver a la madre patria pues un ataque era inminente. El batallón al completo estaba expectante. Teníamos que vencer al enemigo que amenazaba el corazón de nuestra patria.

Cuando llegamos aterrizamos nos estaban esperando los camiones. Así que nos bajamos del avión para montarnos en la parte trasera de un camión. El convoy se puso en marcha...nadie sabía a donde nos llevarían.



Tras un par de horas de marcha llegamos a un campamento establecido en una cota. Teníamos cuatro piezas con misiles tierra-aire. Nuestro capitán nos reunió en la explanada donde cada mañana se izaba la bandera y nos soltó la charla.



Resumiendo, nos tocaba el turno de guardia.

Había un grupo de artilleros que eran los encargados de las piezas y pronto entablamos amistad con ellos.

Los rumores indicaban un intento de golpe por parte de un grupo rebelde. Inteligencia estaba analizando los datos pero no concretaban nada, sabían que se iba a producir pero no sabían cuando...tenían localizado al líder del grupo rebelde, pero no tenían suficientes pruebas para actuar...así que tocaba montar guardia y nos había tocado proteger a los artilleros.

Una parte de mi quería que todo empezara, que los rebeldes se lanzaran al asalto, así tendría un enemigo al que enfrentar, alguien a quien disparar...y no esta incertidumbre que estaba matando la moral, pero otra parte de mi....no quería luchar contra los rebeldes, seguían siendo miembros de esta gran nación...equivocados o no se derramaría la sangre de los hermanos y no de los enemigos, no me gustaba nada esta situación...todas las noches cuando relevo a mi compañero miro a las estrellas y le pido a Dios que le ayude a tomar la decisión correcta a quien tenga que tomarla.