Un café en Kaliningrado

Day 802, 13:23 Published in Peru Peru by Julio Valdivia

De pronto, la voz de la guapa azafata interrumpe mi lectura: “por favor, abróchense los cinturones” dice ella, mientras que yo miro a través de la ventana y fijo en mi mente la primera imagen que tengo de Kaliningrado: el cielo azul tranquilo, y el edificio del aeropuerto de Khrabrovo.

Minutos después ya estoy abordando un taxi, mientras leo con desenfreno mi diccionario ruso-español, español-ruso, tratando de hacerme entender por el taxista que afortunadamente tiene paciencia para conmigo. De camino a mi hospedaje, ubicado en el Kneiphof, miro por la ventana los siete famosos puentes de Königsberg, mientras el frío aire ruso me hiela la cara, y el taxista me cuenta alguna anécdota que escucho, pero no entiendo.

A tres grados bajo cero, uno no tiene ganas de salir, pero el apetito voraz de mi curiosidad me empuja a salir, y en un rato, ya estoy en el centro de la ciudad. Miro mi guía de viaje y armo un itinerario: primero visitaré “la Albertina”, que es como se le conoce a la Universidad de Königsberg, lugar donde enseñaba Emmanuel Kant. Luego, iré a la antigua Catedral de Königsberg y terminaré en un cálido café del centro de la ciudad, esperando encontrar a la guapa moza que me sonrió cuando pasé por allí. Cumplo rigurosamente mi plan y después de un café y de pedirle el celular a Irina (así se llama la guapa chica del café) me retiro, helado hasta los huesos, pero con la sonrisa en la cara y la curiosidad satisfecha.

Son dos días ya y me he acostumbrado a esta ciudad rusa alejada de Rusia, es extraño como el aire moscovita se respira aquí, rodeado de Lituania y Polonia, porque aunque parezca increíble, Kaliningrado está separada de Rusia. Comprendo entonces, de pronto, porqué el taxista me decía que esta tranquila ciudad era llamada la “Hong Kong” de Rusia.

Suena mi celular (si, me compré uno ya) y veo un recordatorio en la agenda. Hago una llamada y escucho la voz de Irina, la camarera, recordándome que mañana tenemos una cita. Tal vez me lleve a visitar el zoológico de Kaliningrado, uno de los más antiguos de Rusia, o quién sabe, solamente saldremos a pasear un rato y a conocer la noche de esta ciudad que aún me prepara muchas sorpresas, mientras yo continúe algunos días más devorando mi diccionario.