Reflexiones y renuncias

Day 3,184, 06:20 Published in Spain Spain by Ramon Warmames
El día de ayer

Mi primera candidatura presidencial fue un rotundo fracaso. El partido que presidía, el BO, acababa de lograr un resultado histórico en las elecciones al Congreso, y junto a Goldfinger, líder del otro gran partido de izquierdas (IDE) y padre eRepublikano, tracé una candidatura conjunta para tratar de hacernos con la presidencia de eEspaña. Desde nuestros medios habituales de comunicación diseñamos una candidatura que yo iba a presidir y de la que él sería el vicepresidente. Nuestra sorpresa fue máxima cuando, días después, el BO votaba internamente y elegía como candidato presidencial a Franchesco, líder espiritual del partido y uno de esos grandes nombres a los que injustamente la eHistoria nos privó de ver en el poder. Dicha decisión fue una auténtica bomba: Franchesco era un jugador de fuertes principios, que había criticado duramente a IDE en el pasado por sus vaivenes doctrinarios. La polémica fue colosal y Franchesco, en un gesto de solidaridad y responsabilidad, renunció a su postulación. Tras el revuelo generado, fui el candidato y me estrellé en un deprimente tercer puesto.

Durante mucho tiempo miré con rencor esa situación, causante de mi primer gran fracaso en eRepublik. Visto con retrospectiva, los únicos que en aquel momento obramos con soberbia fuimos quienes quisimos crear un equipo presidencial en un canal privado sin anunciar nada a nadie. El único que actuó con sentido de democracia y respetando la igualdad de sus miembros fue el extinto Bloque Obrero.

El día de hoy

Hace unos meses, Vihesito se me aproximó con la propuesta de fusionar ePodemos e IF y crear un partido hegemónico de izquierdas. Las conversaciones fueron simples, pues, aunque en distintas épocas, ambos nos habíamos formado en el asamblearismo igualitarista del Bloque Obrero. Esa manera interna de funcionar del partido en el que me crie, el Bloque Obrero, y del partido del que me enamoré, el Frente Anarkohólico, iba a ser nuestro principal credo.
Como he reconocido en varias ocasiones públicamente, el trabajo de Vihesito como director de orquesta fue espectacular y el nuevo partido, denominado Bloque Rojo en un curioso guiño de la historia, fue adelantando posiciones hasta llegar a la pole.

Uno de los puntos que hablamos en esa aproximación fue mi rol en eRepublik: el de un viejo retirado sin ambiciones ejecutivas -salvo, quizá, la de las prometidas alcaldías- que dice y escribe lo que piensa, desde el respeto. No pareció haber problema entonces, pero sí posteriormente cuando algunas de mis opiniones, especialmente la de cómo relacionarnos con el PCeE, distaban de la suya. Por sentido de partido acepté emitir alguna rectificación, pero eso no podía conducir a que mi opinión o la de algún compañero, en un partido asambleario, tuviera que ser silenciada mediante el ultraje.

Y es que, pese al espectacular ascenso, la trayectoria del Bloque Rojo también ha estado marcada por acontecimientos que desde mi perspectiva han sido erróneos: votaciones mediatizadas por usuarios que aparecían de la nada o la construcción de candidaturas presidenciales en cotos privados de poder son algunos ejemplos. Ni yo ni ninguno de los críticos tenemos la verdad absoluta, y lo único que hemos hecho al plantear el debate es precisamente eso: sugerir un tema controvertido a parlamentar, pues solo desde la diferencia se construye la unidad. Las respuestas a nuestras contribuciones desde algunos sectores han sido, sin embargo, cortantes y censuradoras: desde el "ya lo hemos votado" -el centralismo democrático es lo opuesto al asamblearismo- hasta el "no es el momento".

Hay que matizar, en aras de la verdad, que algunos de los compañeros cuya tolerancia a la libre opinión era baja estaban desempeñando funciones de gobierno en el país. Curtido en gobiernos aquí y allá, soy consciente de la presión que siente uno cuando compagina labores estatales con militancia en un partido, y así se lo manifesté en diversas ocasiones a algunos de ellos: el debate interno no pretendía, en ningún caso, torpedear la labor gubernamental, al igual que no encontraran en mi ninguna crítica pública previa a las elecciones a las candidaturas presidenciales de la cúpula del BR.

Las últimas fechas no estaban siendo fáciles para el Bloque Rojo: el número de afiliados decaía sin parangón y usuarios históricos del partido, como los expresidentes Vihesito o kirito, abandonaban el partido ¿por las broncas internas? (con ambos hablé tras su salida y ambos me expresaron que la marcha no tenía que ver con la dinámica interna del partido sino con factores externos; ahora parece -a juicio de nuevas declaraciones- que la salida sí que tenía que ver con la dinámica interna, lo cual, de ser verdad, implica que estos usuarios no tenían la suficiente confianza en mi como para pensar que podía tratar de mediar en el asunto).

Ante tal situación, Vihesito ha vuelto con ambiciones de recuperar el partido y ha expuesto los que son, a su juicio, los errores del mismo y las soluciones. De sus palabras se deducen varios elementos: que Moreno y yo nos hemos cargado el partido; que la recuperación pasa porque "le dejemos hacer y no haya oposición a su labor" -de no ser así, "el partido se partirá en dos"-; que es el que más ha trabajado por el partido -lo cual es innegable-, y, que consecuentemente, los demás estamos desprovistos del derecho a opinar sobre el mismo -lo cual es un delirio mesiánico-; y que es necesario establecer mecanismos sancionadores y de expulsión al estilo del férreo comunismo, empezando por Moreno.

O lo que es lo mismo: que para recuperar la grandeza del partido, esa que permite llevar a la presidencia a candidatos independientes y camaradas del PCeE, es necesario que Moreno y yo, que nos hemos cargado el partido -que ni tenemos cargos ejecutivos en BR, ni en el Estado, ni controlamos votaciones, ni mediatizamos las decisiones- nos abstengamos de expresar nuestra libre opinión. Y que no nos preocupemos, que si somos incapaces de amordazar nuestras bocas, habrá procesos sumarios para hacerlo.

Por todo ello, reiterando que no tengo ambiciones políticas más allá de que le vaya bien al partido, es obvio que mi presencia y mi derecho a expresar lo que pienso es un obstáculo que puede dar pie a problemas cuando los mecanismos de purga se establezcan.

No queriendo ser dicho obstáculo, renuncio a la Presidencia de Honor del Bloque Rojo y a mi condición de militante.



*Alguno pensara que este artículo no debería haber sido público. Ese es precisamente el problema: que algunos piensen que las opiniones -gusten o no gusten- deben ser silenciadas en pos de un objetivo mayor, como alcanzar el Gobierno.