Crónicas del Chaco: Combatiendo junto a Landriscina

Day 1,884, 16:15 Published in Argentina Argentina by Sarcolestes

Desde la pujante localidad de Presidencia Roque Sáenz Peña, cuyo nombre recuerda al ilustre mandatario que en su juventud combatiera contra los chilenos en la Guerra del Pacífico, sigo reportándoles la trastienda del campo de batalla.
Si la feracidad mesopotámica resultó desconcertante para los ¨prusianos¨ de terracota, no lo es menos la extensión y quietud de las planicies chaqueñas, donde los escasos accidentes y la firmeza del suelo inquietan hasta al chileno más taciturno.
Ha sido un espectáculo dantesco el ver milicias enteras de chilenos calcinadas en Pampa del Infierno, siendo sus carnes oscuras y pestilentes un festín para los jotes de la zona, y es de notar la estrecha relación de los jotes con los chilenos. El gradiente de jotes sudamericanos aumenta hacia el oeste, y no es de extrañar que el jote mayor del continente, el cóndor andino, sea objeto de veneración para los chilenos, lo cual es, por transferencia, un culto a la carroña.
Es de esperar que las tropas que se replieguen hacia Campo del Cielo sean aniquiladas por una lluvia de meteoritos. Como siempre, la naturaleza juega en contra de los chilenos.
Sin ánimo de levantar la perdiz, he de confesarles que la provincia cuenta con un valioso elemento para contribuir a reducir a las tropas invasoras: ni más ni menos que Luis Landriscina. Espectáculo notable ha sido el escucharlo relatar sus sabrosas anécdotas, con su peculiar parsimonia, a las tropas chilenas, para sopor de las mismas, totalmente desacostumbradas a escuchar a una persona expresarse con tanta calma y propiedad. Soy del parecer que los chilenos, enemigos naturales del buen decir, se expresan con tanta ligereza por necesidad. Según mi teoría, es menester en este pueblo decirse las cosas entre sismo y sismo, lo que los obliga a expresarse con la mayor rapidez posible, rayana en lo inextricable.
Es así que el calor, los meteoritos y el cansancio provocado por las historias de Landriscina son otras tantas de las herramientas que coadyuvan al natural triunfo sobre estas huestes de huasos invasores.
Cabe agregar que las incursiones de estas hordas de ¨húsares¨ mejoren por lo menos su oído, dada la gran riqueza de danzas tradicionales con que se han topado en esta loca aventura que se propusieron, poniendo de manifiesto lo bien concebidas que son, a la par que poseedoras de una consumada musicalidad, tan alejadas de ritmos chabacanos (v. gr. la cueca). Y digo refinamiento del oído, dado que es un sentido esperable de estar desarrollado en integrantes de la espeleofauna. Si no es el caso, que 33 personas (y no orientales) me lo demanden.