Crónica Sobre la Extraña eChina y la Extraña ePareja

Day 1,893, 08:16 Published in Spain Spain by Espaugyl



Llevo una semana desaparecido, sí, pero no en combate precisamente, que ni es lo mío ni me gusta el sabor de la tierra en la boca cuando tengo la cara pegada al fondo de la trinchera y le dejo el trabajo de morir a los héroes. Mi desaparición ha sido por varios motivos, pero el fundamental es por el dolor de oídos, tal como suena. En muchos retumbantes sótanos he estado oculto en el frente resguardando mi sagrada integridad física de los ensordecedores disparos, mis tímpanos han sangrado en muchas ocasiones con los gritos de insufribles acreedores hosteleros y he estado con los oídos zumbando durante horas cuando las balas han silbado a mi alrededor mientras avanzaba en dirección a retaguardia a velocidad contraria a las leyes físicas establecidas, pero lo de esta semana ha sido mucho peor, más terrible e inmisericorde… Pero empecemos por el principio.

Desperté en mi casa a una hora extraña, una de esas horas propias de acostarse y no de despertarse, con los oblicuos rayos del sol intentando traspasar la calculada mugre de las ventanas que tanto consigue atrapar la perniciosa luz mañanera y así poder continuar en brazos de Morfeo o de alguna alumna atrapada oníricamente en mis ensoñaciones sexapílicas sin posibilidad de quiebro, cual experta en cobras, a mis ósculos y movimientos pélvicos. Pues desperté sintiéndome observado, y sé que eso es raro, ya que la última vez que desperté acompañado fue en una oscura y lejana etapa de mi vida en la que creí que el ser pastor ovino me daría un suministro ilimitado de leche y lana para intercambiar por alcohol, así como un harén interespecies.

Lo preocupante fue que cuando me giré al sentirme observado lo que encontré fue una pelusa de buen tamaño, como un balón de baloncesto o mayor, que me miraba sin ojos, desde un par de manchas oscuras embutidas en su forma multicolor y de pelos de diferente rizado. Con movimientos lentos me levanté de la cama mientras la pelusa avanzaba en posición de ataque, erizada y gruñendo, haciéndome comprender que ese tamaño y fiereza explicaban por qué habían desaparecido primero las ratas de mi cocina y poco después los gatos del barrio, y no hablo de que se hubiesen mudado precisamente.



La pelusa salvaje que me obligó a abandonar mis lúbricas ensoñaciones alumniles. Desconfiad del aspecto manso e inofensivo, es una treta


Como suelo dormir vestido, ya que mis enemigos son múltiples y no suelen tener la gentileza de darme tiempo a vestirme cuando tengo que saltar por las ventanas, aproveché para huir de aquel lugar no antes de dejar pan rancio de la V1 en un platito junto a un cuenco con lejía, que dicen que es un líquido para la limpieza o no sé qué otra mierda de moda moderna sobre cómo hay que tener las casas por dentro. Para que aquello hiciera efecto y no sufrir la suerte de los roedores y felinos de la zona, vi que era el momento de trabajar en lo mío, en ser Corresponsal de Guerra, así que puse tierra de por medio y me uní a las alegres tropas que encontré en la calle que iban al frente: Al fin íbamos a conquistar eChina, creí.

Suele pasarme que doy muchas cosas por hecho, por lo que ni siquiera me extrañé cuando el barco de transporte de tropas nos llevó muy al norte y al primer continente que encontró en dirección oeste. Pero fue bajarme y observar algo extraño y encantador, ya que mientras los soldados se entretenían en sus cosas de matar y pegar tiros, yo encontré un bar con excelente whisky, bourbon y otras bebidas bárbaras en vez de las mierdas basadas en el arroz que me esperaba encontrar en eChina. Lo siguiente que me sorprendió fue mi valentía, ya que el alcohol a veces me inhibe mi capacidad de razonar ante el peligro, por lo que, bien provista mi mochila de botellas y latas de carne de alce (cosas de los chinos, pensé, que no suelen hacer distingos y se comen todo lo que haya cerca o no patalee en exceso sin estar en un asilo) me senté en una colina a ver cómo iba esta guerra tan esperada. Y entonces sufrí mi siguiente sorpresa, que me hizo sospechar que igual aquello no era eChina, aunque había elementos que me confirmaban que sí… o no.



Aguerridas tropas chinas en el campo de batalla… aunque chinos, lo que se dice chinos, sólo me pareció ver a uno, pero también es verdad que en mi glorioso estado etílico veía muchos gemelos y trillizos donde con seguridad no los había. Sé que mi vista en estos casos no es mi mejor sentido.


Si aquello era o no eChina se lo dejé a los expertos, lo cierto es que era una de tantas guerras aburridas en las que el enemigo se dejaba matar a gusto y poco se podía informar que no apareciese en el Boletín de Defensa, por lo que, creyendo que ya la pelusa habría pasado a mejor vida, hice por volver a tierras patrias, donde el jamón no es producto de importación y hay más alicientes lantánicos y alumniles que en las indeterminadas tierras que invadíamos.

Con precaución entré en mi casa. La lejía había sido consumida, el pan comido y no había ni rastro de la pelusa, que supongo que habría ido a morir a algún ombligo, como les marca el instinto. Creyéndome a salvo me senté en el sofá tras apartar media docena de calzoncillos en plena fermentación, con la consiguiente nube de moscas y otros insectos voladores asociados, y espantar a simpáticos roedores que ya pululaban de nuevo con sus hociquillos queriendo beber del gollete de las botellas que aún contenían algo. El orden natural parecía que volvía, pero lo que parecía un bonito documental de la 2 para sestear se trocó en pesadilla cuando oí que llamaban a la puerta, pero un llamar tan extraño como sospechoso, porque en mi casa o no llama nadie o la puerta es aporreada como si le debiera dinero a alguien de poca paciencia y mucha inocencia para fiarme, que suele ser la mayoría de las veces.


-Buenas tardes buen eCiudadano- me saludó el más alto de los dos que formaban la extraña pareja que tan mal me conocía (por lo de bueno, se entiende, porque eCiudadano lo soy a pesar de muchos).



La extraña pareja. El parecido fraterno era evidente y su extraña forma de demostrarse amor con la mirada era palpable: eran “Coincestoalistas”


- Venimos en misión para salvarlo- dijo el más bajito.

-¿De qué?- pregunté mientras corría hacia la ventana por ver si la GestapoeRepublik estaba rodeando la casa.

-De usted mismo, no se preocupe, que no hay más enemigo que quien no se sabe amigo del eMundo, porque ya lo dije yo a la edad de 3 años sentado en mi orinal: “Mamá, o esos niños juegan a lo que yo diga o la pelota al armario aunque no sea mía”. Pero no es menos cierto que no todos los eCiudadanos piensan igual, que no todos saben lo que hay que pensar y para eso estamos aquí. Como ya dije aquella vez en la panadería a la edad de 15 años: “Hay muchos tipos de pan, pero sólo uno me gusta, por lo que si cree que no le voy a meter fuego a su panadería (metafóricamente porque lo harán otros) si no deja de hacer esos otros panes es que no me conoce ni tiene derecho a tener una panadería en el eMundo”.

-Verá… es que me coge usted ocupado, en estos instantes me disponía a limpiar el váter con mi cepillo de dientes preferido- mentí descaradamente sabiendo como sé que los inodoros no han de limpiarse nunca para así conservar sus propiedades y que los cepillos de dientes son fantasías literarias.- Pero que sí, que me parece todo muy bien… ea, ea, a predicar a otro lado- dije para dar por concluida la charla soporífera mientras cerraba la puerta.

-Creo que se equivoca- dijo poniendo un pie en la puerta el más bajito y preocupante.- Me parece que es usted un nacional-barrista y nosotros los coincestoalistas no podemos consentir esta desviación de la forma de ser correcta. Váyase buscando un pariente cercano a quien quiera mucho, mucho, mucho y ya le explicaremos cual es la forma correcta de actuar con él. Los nacional-barristas creéis equivocadamente que el alcohol y las mujeres son la esencia del eMundo, que vuestro sexapil está por delante de todo y que la palabra no es nada, pero no es así, la horizontalidad fraterna lo es todo y quien piense lo contrario será arrastrado por la marea de la democracia y el sentir popular espontaneo y sin organizar.



Mirada del enano raro que no me dejó cerrar la puerta. Suele ser muy engañoso ir disfrazado de algo inofensivo como iba este, suelen ser los más peligrosos, y si se les lleva la contraria pues más si cabe


-No lo dudo, joven- contesté preocupado mientras me sonaba la nariz con un doc que encontré en el suelo al llegar y que decía no se qué cosa de votar por el coincestoalismo en contra de otra gente y de dar los datos para poder ser avisado el día de unas votaciones.- Pero verá, creo que mi nacional-barrismo, o como quiera llamar esas clasificaciones absurdas suyas, está firmemente arraigado en mi ser, de hecho creo que ha arraigado porque lo riego con alcohol con frecuencia, y efectivamente creo que mi sexapil está por delante de todo, que cuando alguien quiere que esté por detrás su sexapil es difícil alcanzarme.

-Cuán equivocado está, mi infeliz amigo- replicó el más beatífico y alto- que, tal como ya dije en mi decimosegundo cumpleaños antes de soplar las velas: “Mamá, las tartas de chocolate deben ser prohibidas porque me producen acné y las niñas se ríen de mí, por lo que también prohibiré las niñas, y quien diga lo contrario será prohibido y se tendrá que ir del eMundo”. Pero no se preocupe, si nos permite pasar y escucharnos durante las siguientes 28 horas le llevaremos por el buen camino… o le faltará camino para correr. Además sé que usted es joven y no sabe de qué va nada. Déjese guiar o desaparezca.


Apenas si aguanté 14 horas de charla y citas. No soy de mucho aguante, lo sé, pero el cara-choco parlante y su fraterno minicompañero (que no paraba de abrirme cajones y oler mi ropa interior sin miedo a las consecuencias biológicas) pudieron con mis sensibles oídos, que ya sangraban y amenazaban con declararse en huelga permanente, con el inconveniente que supondría tener que obligar a Lantanique y a mis más aplicadas alumnas a tener que insultarme y rechazar mis demandas de horizontalidad por escrito.

Aprovechando que el enano raro había encontrado mis calzoncillos “Gran Reserva”, los que he llevado puestos hasta su casi descomposición, y que el cara-choco parlante tuvo que respirar para poder seguir hablando, corrí hacia la ventana y me tiré por ella importándome bien poco si moría de la caída, que siempre sería mejor que escuchar a esos majaderos y sus teorías salidas de la nada, porque, que yo supiese, ni el Adminfuhrer Halesis de la GestapoeRepublik, ni nadie con supuesta autoridad en el eMundo, les había dado más poder para hacer lo que hacían que el que se habían atribuido ellos mismos.


Desde El Bar, disfrazado de Sra de la limpieza, bebiendo de vez en cuando del cubo que he llenado de cerveza y limpiándome la boca con la fregona después, se despide este Corresponsal de Guerra de oídos sangrantes escondido de la estupidez y la crueldad del eMundo.


Espaugyl