Noches perdidas...

Day 2,289, 09:13 Published in Spain Spain by Irreductibles


Día 18 de la resistencia – Algún lugar en el espacio aéreo rumano (Navarra)

Son las 2 de la madrugada, y el silencio lo engulle todo. El único sonido proviene de las silenciosas hélices del helicóptero, pero al ser un nuevo modelo, produce un ruido ínfimo, perfecto para estas operaciones. Está todo oscuro, lo único que se distingue a la lejanía son las luces del primer campamento rumano que tenemos que eliminar. Será el primero de 17 como represalia por el ataque contra la Trinchera del Ebro ocurrido hace tres días.



El piloto nos deja en mitad de un espeso bosque, a dos kilómetros del campamento. Somos 8 los asignados a este objetivo, suficientes para acabar con 100 rumanos. Tenemos un plan trazado a partir del momento que tocamos tierra, y empezamos a actuar. Corremos a marcha forzada durante un kilómetro y medio, hasta situarnos en el límite del bosque, y el principio del prado en el que se sitúa el campamento. Rodeando a este último avistamos a 16 guardias, que se dedican a dar vueltas sin un patrón fijo, simplemente vigilando.
Nos dirige la Soldado de las FFAA Samedu, la cual pidió expresamente este destino, por cuestiones personales, los rumores apuntan a que perdió un familiar en Zaragoza.

Samedu nos recuerda los pasos a realizar para acabar con el campamento. Para empezar, nos dividiremos por todo el bosque que rodea la explanada, y cuando se de la señal, cada uno de nosotros matará a 2 vigilantes con un rifle de precisión. Una vez hecho, nos acercaremos cada uno desde nuestra posición, colocaremos explosivos por el campamento y lo haremos volar en pedazos.
Procedemos a dividirnos, pero todos estamos extremadamente preocupados y nerviosos. Si cualquiera de nosotros falla un solo disparo, los rumanos darán la voz de alarma y tendremos un centenar de enemigos buscándonos. Además, todos sabemos que Samedu es inconstante, y la rabia se apodera de ella, por lo que tememos que pueda fallar los disparos.

Nos tumbamos en nuestras posiciones, encendemos la radio, montamos el arma, preparamos nuestros explosivos a un lado y esperamos. Los minutos empiezan a pasar, y los nervios crecen esperando la señal, pero todos seguimos apuntando.
Al cabo de 7 minutos por fin escucho la señal ``Cobre´´ y con la mayor frialdad, y como me enseñó mi maestro eDark, acierto en la cabeza de los dos guardias, que caen desplomados al instante sin emitir el más mínimo ruido. Rapidamente confirmo por la radio que he acertado.
Al instante se escuchan al resto de compañeros repitiendo mis palabras. Confirman todos menos Samedu, pasamos unos segundos paralizamos por el miedo, hasta que escuchamos la voz de la oficial dándonos una orden clara ``Corred al bosque´´.
Cargo el arma a mi hombro, guardo la radio y empiezo a correr con todas mis fuerzas, mientras entiendo lo que ha ocurrido, lo que todos sabíamos que iba a pasar. Samedu ha fallado y deben haber dado la voz de alarma. Empiezo a oir una alarma muy potente, y eso que ya estoy a una gran distancia. Junto a la alarma, el rugir de decenas de motores aniquilan el silencio que hasta entonces poblaba la noche.

Todos tenemos unas especificaciones claras por si algo así ocurría. Nos debíamos de reunir a 3 kilómetros del campamento, en una pequeña elevación de terreno que facilita la extracción. Además, si cualquiera de nosotros cae abatido tiene orden de confirmarlo por la radio, aunque sea lo último que haga, para así saber si podemos marcharnos una vez llegamos al helicóptero.
Empiezo a escuchar disparos y me detengo. Vienen de todos lados. A ellos se añaden gritos de dolor, y más disparos. Empiezo a escuchar ``abatido´´ por la radio. Cuento 4, así que comprendo que a mí también deben de darme caza muy pronto.

Sigo avanzando más y más, pero en un descuido caigo por una pequeña depresión que no aparecía en los mapas y me golpeo en la cabeza con una piedra. Lucho con todas mis fuerzas para no dormirme, para mantenerme despierto y poder escuchar la radio, pero me mareo y veo borroso. Usando todas las fuerzas que logro reunir me pongo en pie, pero vuelvo a caer de rodillas por un vértigo. Cierro los ojos, pero me mantengo despierto. Empiezo a escuchar pasos, risas y conversaciones a mi alrededor. En ese momento escucho los 3 ``abatido´´ que faltaban, casi simultáneamente. Los pasos y risas ya están casi al lado. Aparecen decenas de rumanos rodeándome, a una distancia prudencial.

Algunos llevan arpones, y la mayoría se ríen de mí, además aún estoy mareado y me cuesta reaccionar. Me levanto no sin dificultades, para defenderme hasta la muerte.
Consigo levantarme, pero al instante noto un dolor inmenso en el gemelo, y siento como un hierro me atraviesa el músculo. Mientras una expresión de dolor cruza mi cara me doblego, y me quedo arrodillado. Los rumanos se ríen, y la impotencia de no poder atacarles me martiriza. He perdido mi fusil por el camino, por lo que busco mis explosivos , pero recuerdo al instante que los he olvidado en mi posición del bosque, desde donde debía disparar.

Uno de los rumanos armado con arpón decide atacarme corriendo para intentar clavármelo, pero cuando está a punto de atravesarme consigo desviar su brazo. Le robo el arpón desde el suelo, y arrodillado como estoy se lo clavo en el pie, consiguiendo que quede de rodillas a mi altura, y después le atravieso el corazón con él.
Las risas entre los soldados paran , y otro rumano con arpón se lanza a la carrera, pero soy más inteligente que él, y cuando está a tan solo dos metros, le lanzo el arpón de su compañero a la rodilla, haciéndolo caer tumbado a mi lado. Le arrebato el arma de entre sus manos y la incrusto en su cráneo.
Los rumanos querían divertirse conmigo, por eso aún no me han pegado un tiro, pero sus caras cada vez muestran una rabia y enfado mayor. Mientras sigo de rodillas vuelvo a notar un terrible quemazón acompañado de un dolor intenso, pero esta vez el arpón me destroza la clavícula saliendo por la espalda. Aunque intento mantenerme como estoy con todas mis fuerzas no soy capaz, y caigo derrumbado al suelo, mientras escucho resurgir las risas y burlas de esos malditos verdugos.

Desde el suelo, alcanzo a ver como de entre los soldados aparece otro militar, que se pone delante, entre los soldados y yo. Es rumano, pero su uniforme delata que es un oficial de alta graduación, probablemente el hombre al mando de su campamento. Las risas continúan, pero el oficial les hace callar a todos con unas frases que alcanzo a comprender con mi tosco rumano.
``Dejad de reír inútiles!! Con solo 100 hombres como este sería capaz de defender nuestras fronteras, pero con vosotros…´´
Las risas callan al instante. En ese momento una de sus radios se activa, y alcanzo a escuchar ``Navarra está perdida, repito, perdida, los españoles están a punto de Pamplona. Se ordena la retirada a Zaragoza´´
Eso es una buena noticia, moriré sabiendo que aún quedan esperanzas, que España puede volver a ser grande, que España nunca se rendirá, y que siempre habrá gente sacrificándose por el bien común. Empiezo a repetir la misma frase en mi rumano una y otra vez `` No me matéis en el suelo´´, es mi última voluntad, pero no me queda voz ni fuerza, y es más un susurro que un sonido apreciable.

El oficial rumano Se tumba agacha junto a mí para escuchar que estoy diciendo. El oficial me entiende, y me ayuda a ponerme de rodillas para recibir una muerte digna, pues por mi mismo no soy capaz. Estoy orgulloso, moriré a manos de una de las pocas personas a la que aún le queda honor. El oficial saca una pistola y quita el seguro. Antes de acabar con mi sufrimiento, me habla en un español muy tosco pero que alcanzo a entender,
``Puedes descansar con la conciencia tranquila soldado´´ y les dirige unas palabras a sus soldados ``Observad ineptos, a mi no me importa mancharme las manos con sangre de un patriota´´
Rapidamente y sin que me dé cuenta, para hacerme más rápido el final, aprieta el gatillo.


El oficial guarda su pistola y deja caer lentamente el cuerpo del soldado español en el suelo. Entonces les habla a sus soldados `` Enterradlo con honores y dejad una inscripción encima, en la que diga que murió con honor´´
Mientras el oficial se marcha al campamento a preparar la retirada, un soldado le pregunta que hacer con los otros españoles caídos. El oficial se lo queda mirando con desdén por la interrupción y le pregunta de que manera han muerto. El soldado le cuenta que murieron humillándose y pidiendo clemencia. La respuesta del oficial es clara,
``A esos apiladlos juntos en alguna parte del bosque y dejad que se pudran, es lo merecido´´